La estrategia Diana...
 
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La estrategia Diana (2 de 7). El acondicionamiento

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(@amorelax)
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2a. Luisa se adapta. Diana le da confianza.

Mostré a Diana el cuarto de invitados y se lanzó a la cama muy contenta. Luego se incorporó a cuatro patas sobre la colcha, mostrando un escote exquisito, incluyendo el nacimiento de sus pezones.

-Papi, papi, entonces... ¿ésta es mi habitación?

-Claro, pequeña. ¿Te gusta?

-Me encanta. ¿Y ustedes dos dónde duermen?

-Jajaja, no, yo vivo aquí solo. Luisa es mi prima y ella tiene su casa. Sólo me ha acompañado a buscarte...

-Oh, perdonen, creía que estaban juntos. Tía, pero esta noche se queda, ¿sí?

-Ay, Diana, no sé, estoy confundida...

-¿Qué le pasa, tía Luisa? ¿He hecho algo mal?

-No, pequeña, no has hecho nada malo, pero es que son muchas emociones para mí.

-Ven, tía, yo te calmo...

La niña abrió sus brazos para acoger a su tía. Luisa se dejó, una vez más, achuchar por aquella preciosidad extranjera. Mi teléfono móvil sonó. Era mi sobrina Sara, la hija de Luisa.

-Tío, mamá no me coge el teléfono, ¿estáis en casa ya? ¿Qué tal el bebé?

-Hola, Sarita, todo bien, en casa ya, sí, te paso a tu madre...

Acerqué el móvil a mi prima y me di cuenta de que Diana estaba de nuevo besándola en la boca. Luisa retiró la lengua y los labios y contestó a su hija, babeando.

-Hola, Sara, sí, en casa de tu tío, ya estamos los tres. ¿El niño? Resulta que es una niña, ya ves, tu tío no se entera, ya sabes cómo es, sí, se lama Diana, y es muy mayor, nada de bebé, sí, trece años, uno menos que tú, en fin...

Mientras Diana lamía el cuello de su tía provocándole escalofríos y tropiezos al hablar con Sarita, yo me percaté por la conversación de que la hija de Luisa, sin padre conocido, era ya una mujercita de 14. No la había visto desde que aprendió a caminar. Yo no me caracterizaba por ser muy familiar, quién me lo iba a decir. 

-Bueno, Sara, te he dejado la cena en la nevera, sí, me quedo esta noche con tu tío, no tardes mucho en acostarte, un beso, nos vemos mañana, chao.

Luisa me devolvió el teléfono y agarró de las tetas a Diana. Yo estaba sorprendido, pero Diana no mostró el menor rechazo. Sin dejar de comerse las bocas, mi hija imitó el gesto de su tía, cogiéndole los melones. Estaban liándose. ¿No era un poco raro todo aquello? Quizás, pero sobre todo excitante. 

2b. Diana aprende rápido. Primera corrida.

-Papi, no se enfada porque Luisa y yo nos acariciemos así, ¿verdad?

-No, hijita, me encanta veros tan cariñosas, mi amor.

Las dos me tendieron la mano para que me uniera al festín. En un momento, estábamos los tres desnudos, tendidos en la cama de la niña. Estaba claro que Diana venía de un lugar donde toleraban un comportamiento desinhibido, y por otro lado la niña no parecía haber tenido relaciones sexuales, aunque le encantaban los besos y las caricias. Mi polla respondió a la presencia de aquellas dos diosas, una a cada lado de mi cuerpo.

-Luisa, acaba eso que has empezado en el coche...

Mi prima bajó obediente entre mis piernas y se dispuso a seguir con su mamada. Diana jugaba con su lengua dentro de mi boca, mientras yo le amasaba sus melonazos de hija recién adoptada.

-Papi, me gusta jugar con usted y con la tía Luisa. Siento un cosquilleo muy bueno aquí abajo, no sé qué es pero me gusta mucho...

La niña se estaba masturbando por primera vez. Aunque era una bomba sexual evidente, me quedó claro que ella nunca había tenido ninguna experiencia al respecto. 

-Así, muy bien, mi Diana, más rápido, frótate, así.

Diana estaba a punto de tener su primera corrida. Aproveché el preciado momento para guiarle mientras le retorcía los pezones, y de paso eyacular en la garganta de mi prima.

-Ahora, hijita, puedes explotar, sin miedo...

Mientras Diana experimentaba un tremendo orgasmo dirigido, Luisa tragaba toda mi descarga. La escena se tranquilizó y aproveché para pedir a mi prima que me encendiese un cigarrillo.

-Papi, ha sido maravilloso. ¿Esto es lo que llaman orgasmo?

-Sí, hijita. 

-Me ha gustado mucho que me diera su permiso, papi. Yo nunca había sentido algo así. ¿Podré tener más, papi?

-Claro que sí, preciosa. ¿Cómo estás, Luisa?

-Cachonda perdida, cabrón. ¿A mí también vas a tener que darme permiso para correrme?

-Jajaja, prima, qué cosas tienes... pues claro. Anda, Diana, guapa, ayuda a tu tía mientras me acabo el cigarro.

2c. Llamando a Sara. Luisa se rinde.

Volví a pensar en Sara. Alargué mi mano hasta el bolso de Luisa y saqué su móvil, mientras mi hija le comía el coño. Busqué fotos de mi sobrina y me encontré con una verdadera fotocopia de su madre, con 17 años menos. Fui a los contactos y pulsé en el nombre de la niña.

-¿Mami?

-No, ricura, soy el tío. Tu madre está ahora ocupada. 

Era verdad. Luisa estaba sólo a lo que estaba, agarrando la cabeza de su sobrina, con los ojos en blanco. La vi tan ensimismada, que mientras yo hablaba con su hija, le arreé unos cuantos azotes en las tetazas.

-He pensado que estaría muy bien que conozcas a tu nueva prima... Además, yo hace mil años que no te veo, Sara...

-Jo, y tanto. Menos mal que he visto fotos tuyas, tío, si no ni te reconocería. Y será genial conocer a Diana, seguro que nos hacemos súper amigas. Mami dice que parece mayor aunque tiene sólo 13...

-Es verdad, y es tan guapa como tú, cariño. Ahora te envío una foto que le he hecho en el ascensor con tu madre. Pásate mañana por la mañana, un beso.

-Un beso, tío, tú también eres muy guapo, mami lo dice siempre y yo estoy de acuerdo, jajaja, chaooooo.

-Luisa, córrete, ahora.

-Ufffffffff, sí, gracias, primo, síiiiiiiiiii.

-Bueno, ya nos hemos corrido los tres. Ahora a cenar, que se ha hecho un poco tarde.

-Papi, me ha gustado mucho chupar a la tía ahí abajo, es todo genial. Gracias, gracias. Yo haré la cena, no se preocupe.

Diana se puso un tanga y se fue feliz a buscar la cocina, descalza y con sus tetazas rebotando. Luisa estaba volviendo en sí. 

-Vaya corrida que acabo de tener. Tantos años evitándote y acabo en tu casa comiéndote la polla y corriéndome en la cara de tu nueva hija. Esto no tiene ningún sentido, pero ha sido estupendo, eso sí.

-Corriéndote cuando yo te lo he dicho, te recuerdo.

-Es verdad, primo, y no sé por qué, pero me ha encantado. Y esa cría es un tesoro, qué barbaridad. Ahora está haciendo la cena... ¿Qué será lo siguiente?

-Ni idea, pero coincido contigo. Ponte un tanga, como ella, y vamos a ver.

-Oye, has estado mirando mi teléfono, ¿verdad?

-Sí, he buscado fotos de Sara y es un bombón...

-Ya me lo olía. A mi niña ni la toques, que te conozco, y más después de verte con tu propia hija...

-Y con mi propia prima...

-Ya, ya, pero...

-Ni pero ni hostias. Acabas de decir que has disfrutado obedeciéndome, así que te callas.

-Perdona, primo, no te pongas así. No digo nada.

2d. La cena. Diana traga, Luisa se desata.

Me puse un calzoncillo y fuimos a la cocina. Diana estaba terminando unos platos exquisitos. En alguna parte había encontrado un delantal, que por suerte no le tapaba las tetazas. 

-Papi, esto ya casi está. Le quiero mucho. Y a usted también, tía Luisa. Ay, papi, me hace cosquillas en los pezones. Los tengo muy sensibles por sus pellizcos de antes, que me han encantado...

-Tu padre es un poco brusco. Ahora recuerdo que antes me ha estado azotando las tetas, mientras me comías el coño, sobrina.

-Jajaja, que papi más malo. Es broma, señor, lo siento...

-No pasa nada, hijita, te perdono. 

La niña nos sirvió la cena y permaneció de pie con las manos a la espalda.

-Pero pequeña, ¿tú no cenas?

-Cuando se retiren, señor. Es mi costumbre. Papi, ¿puedo hacer eso que ha hecho antes la tía? Lo de meterme en la boca su pene, digo.

-Claro, ricura. Ponte de rodillas entre mis piernas, así.

Luisa y yo seguimos cenando, mientras Diana me la chupaba bajo la mesa.

-Te decía, Luisa, que tu hija está muy buena, sin rodeos. Le he enviado la foto de Diana contigo y le dicho que venga aquí mañana por la mañana.

-Dios mío, ya le has llamado y todo. Pobre niña, es completamente inocente.

-De niña nada, prima. Que ya tiene catorce años. Y no olvides que mi Diana tiene trece y mírala, aquí, dándolo todo. Además mi hija hasta ahora no sabía nada de nada, como la tuya, y en un momento se ha masturbado, ha tenido sexo lésbico y ahora se está tragando mi polla como una campeona. Sin olvidar lo obediente que es y el cuerpazo que se gasta. No había visto unas tetazas como éstas en toda mi vida.

Mandé callar a mi prima, lo que le volvió a causar una mezcla de amedrentamiento y excitación. Me puse a jugar con los melones de mi hija mientras ella seguía con su trabajillo. Los golpeaba por los lados y entrechocaban para volver a mis manos. Luisa metió su pie entre las piernas de la niña.

-Ay, primo, esta criatura es una joya, mira cómo mueve las caderas para sentir mejor mi pie en el coñito. Me estoy poniendo burra otra vez.

Luisa acercó sus tetorras a mi cara, metiendo más adentro el pie en el coño de Diana, que reaccionaba chupando con más ahíco. Acabé corriéndome y mi hijita, pese a sus arcadas, enguyó todo mi semen. 

-Papi, ¿lo he hecho bien? Me he tragado todo, como la tía antes. Tome...

Diana me puso un cigarrillo en la boca y lo encendió. Estaba imitando a Luisa y lo hacía perfecto. Su tía no había sacado el pie aún.

-Luisa, mueve más el pie para que Dianita se corra. Hija, tienes mi permiso, hazlo.

-Gracias, papi, sí, tía, así, así...

Diana se empezó a correr de nuevo, por segunda vez en su vida. Estaba preciosa gozando así, y yo tenía las tetazas de Luisa a mi alcance, así que mientras la niña experimentaba su largo orgasmo, me dediqué a azotar de nuevo los melones de mi prima y, de paso, la carita de Diana, en la que me centré para darle su primera tanda de bofetones.

-Buf, papi, ha sido genial, mejor que antes aún. ¿Pero por qué nos pegaba?

-Me gusta la sensación de enrojecer la piel de mis chicas a base de palmetazos. Mira las tetas de tu tía. Tu carita está igual, toda sonrosada.

-Nunca me había pegado nadie, papi. En la residencia, las monitoras nos trataban a las niñas con mucha suavidad, con besos y abrazos. Pero me ha gustado muchísimo. Estoy aprendiendo tantas cosas... Ahora pueden retirarse si quieren. Recogeré esto e iré con ustedes luego.

Diana metió mi polla en mi calzoncillo y se puso a fregar. Mi prima, que había desatado del todo su condición de perra arrastrada, máxime tras conocer a Diana, con la que competía en satisfacerme, bajó de su silla y se agarró a mi pierna como una mascota.

-Primo, en realidad a mí también me ha gustado mucho que me azotases las tetas. No sé qué me has dado, pero me tienes a tu disposición para lo que quieras.

2e. Tras la cena. Luisa es útil, Diana resistente.

Me retiré al salón con Luisa, que me siguió a gatas. Una vez sentado en el sofá, le quité el tanga, se lo metí en la boca y la usé de reposapiés mientras yo leía un poco. En unos minutos, llegó mi hija.

-¿Has comido algo, preciosa?

-Sí, papi, no se preocupe por eso. 

-No te lo he dicho aún, pero yo también te quiero mucho, hija. Y me gustan mucho tus tetas gigantes.

-Ay, gracias, papi, soy suya y mis tetas también, para que usted juegue con ellas cuando quiera.

La pequeña se acurrucó en mi pecho, se quitó el tanga y se lo metió en la boca, al ver que su tía-mueble lo llevaba así. Yo se lo saqué para besarla.

-Debes pensar un poco antes de hacer las cosas, bonita. Si te metes el tanga en la boca no te puedo besar bien.

-Es verdad, papi. Lo siento, no volverá a pasar algo así. Acabo de llegar y ya estoy cometiendo errores. Gracias por corregirme, amoroso padre.

-No es nada, mi pequeña. ¿Te gusta cómo jugamos con nuestras lenguas?

-Es increíble, papi. Mire cómo brillan mis tetas con la saliva que soltamos usted y yo. Y mis pezones se ponen durísimos, como mi clítoris, aquí abajo...

La pequeña Diana, además de su inusual manejo de nuestro idioma, había recibido claramente una educación liberal. Su desinhibición era absoluta. Abrió sus piernas y apartó su tanga a un lado para señalarme su clítoris endurecido. Lo cogí entre mi índice y mi pulgar y lo apreté. 

-¡Papi! ¡Por favor! ¡Tengo que correrme otra vez!

-Jajaja, qué graciosa eres. No, ahora no te puedes correr. Aguanta.

La niña se mordía el labio inferior, obedeciéndome. Yo seguía apretándole, cada vez más fuerte, ahora con uñas incluidas. Hice lo mismo con uno de sus pezones. 

-Papi, papi, papi, me duele mucho, es genial, pero tengo que correrme o moriré...

-Pero qué exagerada eres. Debes aprender.

Aparté mis manos de la niña y poco a poco se calmó.

-Buf, papi, he estado a punto de desobedecerle, pero lo he conseguido. Gracias por enseñarme. Me ha gustado muchísimo que me apretase así. 

2f. Sarita se ilusiona. Retomo la estrategia.

-Eres un tesoro, mi Diana. Ahora ve a la cama. Mañana nos viene a visitar tu prima Sarita. 

Me puse de pie y estiré del pelo a Luisa para que se incorporase también. 

-Prima, acompaña a Diana a la cama. Mañana será otro día.

Las dos bellezas se acostaron juntas y yo me retiré a mi cuarto. Estuve un rato pensando, antes de dormirme, en las cosas que me habían pasado. Una hermosa prima que nunca me había hecho caso se había convertido en mi esclava, y de repente yo tenía una hija obediente de 13 años, que era masoquista y estaba buenísima. Un mensaje sonó en mi móvil. Era Sara, que me enviaba una foto de vuelta. Y qué foto.

-Tío, te envío esta foto mía que me acabo de hacer para ti. Como hace mucho que no nos vemos, así me reconocerás mañana. Te recuerdo que soy mayor, tengo ya 14 años. Me he arreglado un poco y me he puesto un vestido de mami que me viene bastante pequeño. Los zapatos también son de mami, qué dificil andar tan alta, pero he practicado un buen rato.

Era verdad: el vestido, que más se asemejaba a una camiseta ajustada, parecía querer romperse con el cuerpazo de mi sobrinita. Había heredado las tetazas de su madre, quizás más grandes todavía, como las de Diana. 

-Estás preciosa, Sarita. Ven así mañana. 

-Claro, tío. Besito.

Parecía increíble que una cría de su edad, con ese aspecto, fuese tan inocente como decía su madre. Pero mi experiencia con Diana había confirmado que las apariencias engañan. Pensé también que mi plan inicial se estaba ramificando de un modo extraño pero positivo, y me dio pena dejar de lado la estrategia de ser un tierno padre, así que envié varios mensajes dando la buena nueva a unas cuantas chicas deseables de mis contactos y me dormí.

El relato fue modificado hace 4 años por Amorelax

   
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