El día amaneció nublado, hoy no podríamos disfrutar de una buena jornada de playa, nuestras chicas aprovecharon para ir de compras, contentas de tenerse la una a la otra durante estas vacaciones y de que Dani y yo hiciéramos planes juntos y nos lleváramos bien.
Nosotros optamos por pasar la mañana en el gimnasio del hotel, no estaba muy concurrido, a los dos nos gustaba entrenar solos, por lo que fuimos cada a nuestro ritmo, hasta que finalizamos y coincidimos en las cintas de correr, tras un buen rato de cardio, en el que no mediamos palabra ya que ambos llevábamos puestos auriculares, Dani paró y me dijo que ya valía por hoy, que se iba para la ducha. Según se iba marchando se bajó un poco el pantalón y me mostró media nalga bromeando, paré de correr y me fui para los vestuarios, Dani ya estaba desvistiéndose, nuestras taquillas estaban una frente a la otra, por lo que nos desnudamos con una buena visión del cuerpo de cada uno, y lo hicimos despacio, con curiosidad, observándonos como nunca antes lo habíamos hecho, deleitándonos, en parte ruborizados, pero con ganas de vernos y de mostrarnos. La situación era muy morbosa, aunque aparentemente inocente, no hubo ningún comentario sexual o gesto que incitara a subir el tono, éramos simplemente dos tíos quitándonos la ropa frente al otro, como habíamos hecho miles de veces en el gym anteriormente, pero los dos sabíamos que estábamos jugando y disfrutando, por eso nos costó varios minutos quitarnos toda la ropa, ya desnudos, nos contemplamos sin descaro, miré su pene, morcillón, como el mío, mi sangre había bajado ahí desde que puse un pie en el vestuario, pero no llegué a empalmarme. Nos anudamos las toallas y fuimos para las duchas, no había nadie, como en el vestuario, las cabinas tenían puertas, por lo que la opción de seguir observándonos quedaba descartada, le propuse a Dani meternos en la sauna, y tras refrescarnos brevemente bajo el agua, entramos en ella, de madera, con forma de U, nos colocamos, de nuevo, el uno frente al otro, al sentarnos nos desanudamos la toalla que llevábamos a la cintura, si bien, seguimos tapando nuestros miembros con ella. No hablábamos, pero nos mirábamos, y sonreíamos, había tensión, morbo, pero parece que ninguno queríamos dar un paso más y seguíamos con esa supuesta normalidad, de dos tíos, heteros, que van juntos al gym. Yo no podía más, y ahora sí se me estaba poniendo dura, bajo la toalla, y con la polla hacía movimientos que delataran mi estado de excitación, y estaba teniendo efectos en amigo, al que también se le intuía un generoso bulto bajo la toalla.
Oímos pasos, y alguien entró a la sauna, se sentó en el banco del medio, entre Dani y yo, que nos colocamos como pudimos para esconder la erección que tanto nos estaba gustando mostrar un segundo antes. Un chavalito de unos 20 años era quien nos había interrumpido, entró decidido, completamente desnudo a diferencia de nosotros, tenía buen cuerpo, menos corpulento que los nuestros, pero fibradito, y de rabo tampoco andaba mal, se sentó reposando sus brazos sobre el banco superior y con las piernas bien abiertas, dejándonos, no sabía si intencionadamente, una buena imagen de su herramienta. El tío pareció percatarse de lo que estaba ocurriendo antes de que él llegara, porque comenzó a echar miraditas a ambos lados, y a acariciarse el pecho disimuladamente mientras su pene, apoyado en uno de sus muslos iba creciendo, Dani me hizo un gesto y se quitó la toalla de encima, mostrando su erección, yo hice lo mismo, y ahí estábamos los tres, con nuestras pollas erguidas, y empezando a masturbarnos, me levanté y me senté junto a Dani, pegado a él, con nuestras piernas tocándose, el chaval se giró hacia nosotros enseñándonos cómo se pajeaba y mirándonos lascivamente, yo me agarré la polla y le señalé con ella indicándole que me la chupara, y el chico se puso de rodillas entre mis piernas y comenzó a mamarla. Dani se levantó y acercó su verga a la boca del muchacho que dejo la mía y se puso a salivar la de mi colega, yo me levanté también y me coloqué junto a Dani poniendo mi polla junto a la suya, para que nuestro mamador pudiera jugar con las dos. Que morbazo, nuestros rabos chocándose, nuestras piernas rozándose y el chavalito chupando y pajeándonos a la vez, como tenía las manos libre con una acaricié la cabeza del muchacho para dirigir sus mamadas y con la otra sobé el culo de Dani, que dio un respingo, pero no se molestó porque continuó dejándose hacer.
- Joder tío, que gustazo, como la mamas, te gustan nuestras pollas ¿eh?.- Soltó Dani.
El chico no respondió porque estaba bastante ocupado, pero me calentó oír a Dani expresar lo cachondo que estaba.
- Dani, que culo tienes tronco.- Dije mientras daba continuaba mi acelerado magreo a su trasero.
- Ya, te estás poniendo las botas cabrón, ni se te ocurra meterme algo ahí. – Y cogió mi mano y la dirigió hacia su pecho que empecé a acariciar, jugando con sus pezones, apretando, se veía que le gustaba porque echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido, comenzó a hacer lo mismo con mis pezones.
Estos movimientos hicieron que nuestras caras se acercaran más, sentía su aliento y me ponía cachondísimo ver su cara de excitación, creo que era mayor el placer por ver a mi amigo disfrutando que por la estupenda mamada que nos estaba realizando el jovencito. Dani acercó su boca a la mía, para besarme y yo inconscientemente y arrepintiéndome al instante por hacerme el machito, giré la cara y su boca acabó en mi cuello. Dani se quedó un poco cortado y a partir de ahí empezó a centrarse más en el mamón poniéndole las manos en su cabeza y dándole con la polla en la cara. El chavalito seguía chupando y a la vez se masturbaba.
- Tíos, me voy a correr. – Nos soltó el muchacho.
- Joder, yo también estoy a punto. – Dijo Dani.- Córrete chaval.
Yo también estaba cerca, quería volver a recuperar el buen rollo con mi colega, así que le puse la mano tras la nuca y acerqué su boca junto a la mía, comencé a besarle con pasión, con nuestras lenguas encontrándose, las bocas bien abiertas y al instante ambos empezamos a corrernos, sin apartar nuestras caras, resoplando. El chico hizo lo propio y soltó varios trallazos de leche, que junto los nuestros que cayeron sobre su pecho le dejaron completamente cubierto de lefa. Extasiados y desfogados, dejamos lentamente de besarnos y nos separamos mirándonos a los ojos, nos sonreímos, cómo habíamos disfrutado. Ayudamos al chaval a incorporarse y le dimos las gracias. Los tres salimos de la sauna y nos fuimos hacia las duchas, todavía empalmados pese a haber descargado.
Cada uno de tus relatos, me pone mas que el anterior. Gracias por ellos.
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