No hay nada más exquisito
que robarle un orgasmo a un hombre...
Puedes robarle un beso, puedes robarle un abrazo, puedes robarle una sonrisa,
puedes robarle un suspiro, pero un orgasmo no cualquiera.
Es como robarle el panal a la abeja, pero al final, sabes que probarás lo dulce de su miel...
Es tan delicioso, hacerlo llegar al punto máximo de su placer, verlo tan expuesto,
ver cómo su cuerpo se estremece cómo vibra.
Ver esas contracciones acompañados de gemidos, de gritos, de jadeos, sus manos sujetando fuerte las sábanas, como queriendo arrancarlas de la cama.
Sus piernas se debilitan, tiemblan y llega ese momento, ese justo momento en que su sexo, desprende sus fluidos como cascada.
Como agua de manantial, que te invita a beberla, a probarla, a mojarse de ella...
Y enseguida cae su cuerpo desmayado,
extasiado, empapado ante ti...
Siéntete orgullosa y disfruta del espectáculo, que es ver a un hombre así...

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