LIBRO 3. EPÍLOGO: LIBERACIÓN. CAPÍTULO V.
día 07 - 21.07.2012 - mañana
Me despertaron los aspersores regando el césped del jardín. El día empezaba a clarear; debían ser casi las siete de la madrugada, si mi padre no había cambiado la programación del riego automático. Era curioso, hacía mucho que no me despertaba con los aspersores, normalmente cuando dormía en casa de mis padres estaba siempre tan relajada... Pero aquellos días con Pablo y mis amigas,, desde luego, se puede decir que tenía la cabeza en otro mundo, jiji. Además, a esas horas de la mañana, las noches anteriores había estado por lo general todavía haciendo el amor como una loca con mis amigas, o rendida después de una brutal sesión de buen sexo.
Pero aquella noche con Pablo no era capaz de dormir seguido. La habitación estaba muy cerrada y, además, empezaba a apretar todavía más el calor que la última semana, y se notaba incluso de noche. La sensación era asfixiante, ciertamente. Pero no solo por el calor del verano, estaba claro. Lo peor era mi calor. Nuestro calor, debería decir… Estar con mi primo Pablo, desnudos y calientes en una cama de noventa centímetros de ancho tampoco ayudaba. Bueno, desnudos... yo seguía con mis braguitas, o aquel guiñapo que aún tenía por braguitas. Las notaba acartonadas ¿cuántas veces se había corrido Pablo ese día en mis bragas? ¿Y en aquellas bragas en concreto? Cuento cuatro pero... creo que dormí demasiado profundamente aquella noche, a pesar de despertarme tanto. No descartaba que se hubiese seguido entreteniendo con mi cuerpo a placer durante horas.
Ahora, mi niño dormía a pierna suelta, agotado, rendido. Desnudo por completo, luciendo su joven pero apetecible cuerpo. Estaba todo lo separado de mí que podía, pero aún así notaba su calor. Estaba buenísimo, y aquella polla... se me hacía la boca agua de solo verle. Yo estaba sudada, empapada en sudor, mojada como si acabara de salir de la ducha y me hubiera tumbado junto a él sin ducharme. Él también estaba cubierto de una suave película líquida, pero a mí los goterones de sudor me corrían por todo el cuerpo. No solamente tenía calor, es que estaba caliente. De cachonda, me refiero. Normalmente detesto sudar, porque odio la sensación de ir sucia… salvo cuando estoy caliente, claro. Una vez que me pongo cachonda, me pone todavía más el sudor, sudar como una cerda me pone muy perra… y por lo general en ese estado disfruto todo lo sucio como una niña pequeña… lo confieso, puedo llegar a ser muy cerda cuando tengo sexo. Y aquel día no fue una excepción, mi sudor y mi suciedad solo conseguían acentuar mis ganas de tirarme a mi primo. Notaba mis braguitas bajadas, llevaba el culo al aire, con la tela metida en la raja. Me di cuenta de que las tenía incrustadas en el coño. Temblé por un momento.
No, no había pasado... joder, estaba demasiado amodorrada, pero no, no podía ser... estaba segura que aquella sensación... la había soñado, la segunda vez, cuando conseguí pararle, fue real... aunque no sé si pudo venir algo más después. No, pero no me podía haber penetrado, me habría dado cuenta. Además, de alguna manera sabía que Pablo no lo habría hecho jamás estando yo dormida. No por mí, claro, no porque tuviese el menor pudor o decencia para no violarme, para no violar a una tía en general, sino porque él necesitaba que yo estuviese despierta, que me diese cuenta y, además, lo reconociera. Si él me hubiera robado un polvo aquella noche, sería como si no lo hubiésemos hecho. Él necesitaba poder contarlo, poder hablarlo. Para poder repetirlo. Echarme un polvo porque yo le hubiera dejado, y que yo reconociera mi disfrute. Aquello sería como firmar un contrato con él, firmar la ley que le iba a dar derecho a disponer de mi cuerpo y de mi voluntad a su antojo, siempre que quisiera.
¡Qué mierda! Cuatro veces se había corrido mi niño, o cinco, o seis... no sabía, tenía la cabeza embotada. Pero yo... pfff, no me extrañaba que siguiera tan cachonda, me moría, necesitaba correrme, y me di cuenta de que no me había corrido de verdad en toda la noche, una vez, si acaso, aunque de manera un tanto extraña (y luego, a parte, las corridas en sueños, que pese a todo sigo creyendo que no fueron tan solo un sueño, sino que fueron muy físicas también). Y, frente a mi frigidez nocturna, él se había ido seis veces por lo menos, seis veces como seis soles, tan desaprovechadas para mí... ¡mi primo me podía haber follado al menos seis veces! En fin, puedo atribuirlo al calor, a la falta de sueño, a las altas horas de la madrugada, directamente a mi calentura o mi confusión con Pablo... Qué más daba. Lo cierto es que lo que hice fue una locura, una auténtica locura que me podía haber salido muy cara. De hecho seguramente me lo salió, bueno… si es que podía tener queja de algo.
Estoy cada vez más convencida de que, casi seguro, aquel fue el momento crítico con él. Si no lo venía siendo ya todo aquel largo día. Pero lo cierto era que me podía haber ido de allí, sin más, y haber amanecido los dos a la mañana siguiente convenientemente separados. Un bonito sueño, todo controlado. Pero no, Laurita no es así. Nunca, relaja, y si puede liarla, la lía. Ya digo que estaba híper cachonda... Además, las bragas, retorcidas, bajadas, sucias... todo me molestaba.
Casi ni sé en qué momento decidí quitármelas.
Si pensaba entonces hasta qué punto podía haber sido decisivo el día anterior, lo que íbamos a vivir en el día que despertaba debió de habérmelo dejado todo claro. La gran fiesta estaba a punto de empezar. Pero, en aquel momento de paz en la madrugada, en la que todo está en silencio salvo la pausada respiración de mi primo y el trino de los ruiseñores en el jardín, disfrutar por un momento de nuestra mutua desnudez en aquella acalorada noche me pareció no solo normal, sino lógico, e incluso bonito.
Desnuda, junto a él, desnudo. Como ayer en la piscina. En el vestidor. Pero ahora, yo le estaba tocando. Desnuda, sobre él, desnudo. Ahhhhhhhm. Dormía, mi niño dormía. También su rabo. No pasaba nada por frotarme un poquito con él, pensé. Nada más que un poco... Siiiiiiii. Pablo tiene ese tacto tan especial, cálido, suave... y esa noche estaba tan sudado, quemaba de calor. Allí, en su polla. A horcajadas sobre él, le cabalgué dulcemente, acariciando su sexo con mi clítoris empalmado, mientras me estrujaba las tetas. El dedo gordo de mi mano derecha acariciando con fuerza mi clítoris, círculo a círculo. El índice, extendido, metido en mi vulva, frotándose contra mis labios, apretándolos contra mis ardientes muslos. El corazón, estirado al máximo, bien hondo hasta el fondo de mi vagina. Mi largo dedo corazón, más largo que el de la mayoría de la gente, cumpliendo de nuevo su misión, mientras mi mano izquierda estrujaba con fiereza mis pezones. Vale que estaba caliente, pero sé cómo y dónde tocarme, soy capaz de provocarme un orgasmo más rápido que cualquier tío. Aunque reconozco que intenté alargarlo un poco, soñando con disfrutar este momento, en grabarlo en mi mente, en mi piel. Notaba el calor del cuerpo de mi primito invadiendo el mío propio. No conseguí alargarlo, pese a todo, algo en mi interior se rompió sin avisar antes de tiempo, en fin, no estoy acostumbrada a hacerme pajas con tremendos especímenes a milímetros de mi entrada, supongo.
Me corrí abundantemente, puta locura de coño, una portentosa eyaculación, no era de extrañar, ya que llevaba toda la noche aguantándola. Me tuve que meter las bragas haciendo tapón para no empapar a Pablo. Lo que no pude contener fueron los gritos y los espasmos. Habría tenido que morderme los labios hasta hacerme sangre para poder contenerlos. Mierda. Me pareció que sus ojos se abrían. Falsa alarma, sólo una rendija, me dije entre los vapores de la corrida, sin dejar de tocarme como una zorra en plena actuación, buscando alargar tan deliciosa sensación, arañando a mi cuerpo los últimos resquicios del orgasmo. Mi dedo deslizaba libidinoso por mi lubricadísima vulva, abierta de par en par por la acción de mis bragas empotradas en el conducto vaginal, empapándose poco a poco en mis viscosos fluidos. No sé qué demonios me estaba haciendo, pero me seguía yendo con una alegría indescriptible, una sensación física de plenitud y placer que pocas veces he alcanzado tan sólo con mi dedito. Me apoyé en la pared sobre el cabecero de la cama temiendo caer sobre él, mientras convulsionaba, y empecé a gemir, cierto que no muy fuerte, pero empecé a gemir, y a moverme rítmicamente.
Cuando abrí los ojos, apretados con fuerza en uno de mis estertores, Pablo me miraba, fijamente. Ya no era una tímida rendija en sus enormes ojos azules de niño. No, esos ojos me miraban abiertos de par en par, alucinados, incrédulos, como pensando estar todavía en medio de un sueño... Me acababa de pillar masturbándome desnuda encima de él.
¿Qué sentido iba a tener seguir haciéndome la dormida cuando él me tocara en la siesta, una vez que yo le había hecho aquello y él había despertado sin pretender fingir lo más mínimo? Y si primero le vi despertar, luego le sentí. Su verga, tímida, se levantó sutilmente para colocarse entre mi raja, partiendo los cachetes de mi culo, los labios de mi vulva. Mi continuo vaivén masturbatorio me hacía rozarme contra él. Estaba blanda, con un agradable tacto mullido, hirviente, creciendo firme hacia mí... Cuánto tiempo, cuánto... mi sexo contra el suyo, desnudos, sin nada que se interpusiera. Me di cuenta en ese momento de lo mucho que deseaba sentirle allí, así. Tanto o más que él, sin duda. Hasta entonces no lo sabía, pensaba que era cosa de él, un niño, un niño confundido. Pero no, yo estaba aún más pillada, y no lo sabía. Tuve que sentirle la polla creciendo contra mi coño para poder entender algo. Me estaba viendo masturbarme encima de él, nuestros sexos se estaban tocando, desnudos, sin que yo pusiera trabas... y no me importaba, al contrario, lo deseaba.
Pero no quería llegar más lejos. La energía que había sacado del orgasmo me sirvió para coger fuerzas y salir de él. Sin saber cómo, en un complicado movimiento, me levanté, elevando la pierna derecha sobre él para bajar de la cama. Y, en ese mismo movimiento, me saqué las bragas del coño como si fuese un mago haciendo uno de sus trucos. Mi coño, peludo, abierto, chorreante, caliente, muerto de deseo por él, quedó plantado delante de su cara, a tiro de su lujuria. Me detuve un momento en tan complicada postura, no sé ni cómo conseguí no caerme. Descubrí que me agradaba muchísimo mostrarme así para él, hacía tanto que no me veía el coño, se notaba que me deseaba tanto... mmmmhhh. Lo que de verdad no entiendo aún es de dónde saqué la fuerza para dejar de tocarme, levantarme, y marcharme de allí. Ni de dónde las sacó él para, con mi coño abierto, oliendo a corrida y chorreando flujos sobre su cara, no comérmelo, no tocármelo, no reventármelo a pollazos, forzándome si hubiese sido preciso. Porque no habría sido capaz de impedírselo, no habría podido oponer la más mínima resistencia.
Le dejé las braguitas empapadas junto a la almohada, me giré, y salí de allí sin más, tropezando, con las piernas torpes y pastosas, arrastrando los pies. Durante días me dolió el golpe que me di en el dedo gordo de mi pie derecho, no sé, con la escalera del altillo, o con la puerta del vestidor. Eché mano a unas bragas limpias, necesitaba taparme, lo mismo me daba cuáles. Necesitaba vestirme aunque sólo fuera con eso, me sentía extremadamente vulnerable. Por un momento, Pablo me había tenido en sus manos. "Y ahora ¿qué hacer? pensé. Alejarme de él, claro. Pero no bastaba con irme a su cama, a su habitación, allí al lado de la mía, prácticamente el mismo espacio si él decidía profanarme; tan solo tenía que atravesar el vestidor, con aquellas puertas acristaladas que aún cerradas dejaban verlo todo…. Sin duda se asomaría, abriría las puertas, vendría a la cama donde debería haber dormido él, se tumbaría conmigo. En mi mente resonaban los imaginarios golpes de su cuerpo empujándome sin demasiada violencia, tumbándome, abriéndome y penetrándome, con o sin permiso.
Insisto: podía forzarme a hacerlo, porque no le iba a costar mucho. Yo no iba a oponer más que una resistencia fingida. No. Sólo quedaba una salida. Clara, obvia. Ellas. La habitación de mis padres. Nuria.
¿Por qué ella? Sentía un irrefrenable deseo por ella en especial. Bien, eso era perfecto para calmar mis ansias de él, para olvidarme de Pablo si ella respondía. Supongo que el dar por cerrada la competición en torno a mi primo me reconciliaba con mis amigas, especialmente con Nurita. Su gesto de ayer noche en la piscina me había parecido de una dulzura tremenda, impropia de ella. Era la primera vez que renunciaba a un hombre por mí. Y un hombre al que yo sabía que, pese a su ridícula edad, pese a ser mi primo, ella estaba deseando muchísimo. Y Nuria no era como yo entonces, ella nunca había dejado que nada se interpusiera entre ella y su deseo. Y menos que nada, cualquier rastro de ética o moral. Pero ayer ella reconoció, por primera vez, mi primacía sobre un hombre, sobre mi pequeño primo. Yo había ganado aquella competición que me había puesto con ella, porque ella se había rendido. Bueno, era cierto que yo iba ganando por goleada también a esas alturas… aunque ya ni me molestaba en llevar el tanteo, las había más que duplicado y, lo más importante, sabía que en verdad Nuria no se había rendido, sino que había decidido esperar porque había comprendido, mejor que yo misma, que era yo quien me había rendido: estaba decidida a entregarme a Pablo. Nuria tenía claro que la mejor manera de llegar a él iba a ser, al final, a través de mí. La mejor, las más efectiva, la menos conflictiva… y la única que podía ser realmente definitiva. Aquello lo sabía ella mucho mejor que yo, que seguí teniendo demasiados prejuicios encima como para entender la situación correctamente. Tampoco me daba cuenta yo, pero sí que lo podía ver Nuria en cambio, que él, salvo locura descomunal transitoria, que podía ser, dado el grado de excitación que se traía con ellas, en realidad las sacrificaría sin dudarlo con tal de acostarse conmigo, sólo conmigo.
Bien, pues una vez tuve claro el camino, la salida del lío en el que me acababa de meter yo solita en aquel momento, no me costó ponerme en marcha. Iba un poco atontada todavía, como borracha, pero me dirigí decidida hacia su habitación. No me molesté en lavarme, seguía sudando por el calor y la excitación, pero quería presentarme así ante Nuria, porque eso me mantenía excitada, y es que quería hacer el amor con ella, sudadas ambas, resbalando nuestros cuerpos untados en sudor, sexo y lujuria de nuestros coños chorreantes... Realmente el mío lo estaba: a pesar de acabar de ponerme bragas limpias, estaban ya empapadas. No había dejado de mojar desde que me fui encima de Pablo.
La puerta del dormitorio de ellas estaba abierta de par en par, una vez más; la luz entraba a raudales por el ventanal, que también tenía abiertas sus dos hojas, las cortinas, subida por completo la persiana con absoluta despreocupación y desparpajo. Bueno, se debieron meter a follar ayer súper calientes, después del numerito de la piscina, y en verdad Mer debió pensar que no se iban a preocupar ellas demasiado por lo que pudiera hacer el niño, cuando precisamente me acababa de pillar arrodillada ante él sudándole la verga…
Ellas dormían, en bolas, groseramente despatarradas en la cama. La visión de sus cuerpos era total, lasciva. Su actitud, aún dormidas, rezumaba sexo. Estaban cada una en su lado, separadas, como buscando espacio y frescor para poder descansar en aquella tórrida noche de verano. "Han debido de hacerlo de lo lindo por la noche, tal y como se las veía ayer de calientes", me dije. A pesar de estar perfectamente ventilada, la habitación olía muchísimo a sexo. Era una provocación estar así con Pablo al lado. Pero bien sabían que Pablo estaba debajo de mí, con la polla bien pegada a su primita. Sin embargo, no creo que estuviesen tan seguras de que él no iba a salir en toda la noche, más bien al contrario…
Estaba claro que también estaban jugando justamente a eso. No podía pasar por alto lo que ellas habían vivido con él la noche anterior; ellas no iban a detener su juego ya nunca. Bueno, quizás era momento de empezar a jugar todas. Además, creía que ya le había enseñado suficiente a mi primo, que prácticamente lo había visto ya todo de ellas así que... sus palabras ayer por la noche sobre los coños de mis amigas resonaban en mi cabeza. "¡Pues qué coño!" pensé, entrando sin tocar la puerta para nada.
Nuria había quedado esta vez del lado de la ventana. Sin pensarlo, me tumbé directamente sobre ella, y la empecé a sobar y a besar.
- Laura, Laura... joder tía mmhhh ¿¡qué coño haces!? Oooohhh ¡jjoojojo! ¡Aaaah! Joder qué gusto... pero tía ¿de dónde sales? Cómo vienes cacho puta… Y cómo apestas a pescado... mhhhh me encanta ¿le has estado dando verdad? ¿Te lo has cepill...?
La callé con un beso, un morreo largo y húmedo. Dejé que sus manos se deslizaran por mi espalda, resbalando hasta mi culo, bajándome las bragas y jugueteando sus dedos con mi ano. Con los gritos y espasmos de Nuria, María se despertó; le costó darse cuenta de lo que estaba pasando, le costó desperezarse...
- Mierda Laura... ¿qué coño haces aquí? ¿No te estabas pasando por la piedra a tu primito? - me costaba separar la boca de la de Nuria para contestar...
- Pero mira qué sois... sabéis que no ha pasado nada...
- Joder Lauri...
- Vale, ya sé lo que viste... y no te esperes mucho más, hemos dormido juntitos, no hemos dado unos besitos...
- ¡Tía!
- ...sí, bueno, tenía que llegar eso también... y le he dejado pajearse encima mío...
- ¿nada más? - me costaba no centrarme en Nuria, ella parecía mucho más interesada en mi cuerpo que en mi historia, y eso me complacía tanto que me moría por entregarme totalmente a ella.
- Bueno, ya sabes, cariñitos, besitos... ¿te parece poco? ...puede que le haya dejado frotarse contra mi cuerpo... - admití, sin esperar su respuesta recriminatoria.
- ¡Jooooder!
- ... hasta correrse... y nada más - solté de sopetón, y me sumergí de nuevo en mi amiga. Mi pobre María se mostraba desesperada… aunque yo ya no sabía si porque yo estuviera pasando de contar lo de Pablo, como sin darle importancia, o porque Nuria y yo estuviéramos tan activas pero pasando de ella…
- No, no puede ser tía, tú te lo has follado...
Levanté la cabeza, casi sin respiración. Mi respuesta sonó despectivamente airada, creo que me estaba molestando mucho de repente que mi amiga se mostrase tan insistente, cuando yo lo único que quería en aquel momento era follar con Nuria. Lo necesitaba…
- Mira Meri, me da igual si te lo crees o no, ya os he dicho que no quiero, hacerlo, hoy por hoy no me planteo... eso. No es que no quiera, es que no puedo hacerlo - mentí - pero... no sé, todo el día con él, así... en fin, todos estos días, necesitaba tocarle, nada más, y él estaba tan cachondo... eso fue lo que viste tú al entrar, después... hemos dormido. Sí, besos, cariñitos, sin más. Sin mucho más. Por eso estoy aquí ahora, porque me he despertado caliente como una mona, y por eso necesito tanto a esta zorra... - Nuria se las arregló para arrancarme las bragas y meterme mano mientras me comía las tetas y la boca.
- Imposible... - musitó Meri.
Parecía tan enfadada o más que yo. Pero también parecía triste, parecía celosa.
- Bueno, cariñitos, él me ha tocado mucho, yo... le he tocado un poco. Pero nada de sexo, quitando que él se ha corrido por la noche encima mío, como siempre... – quise intentar rebajar el tono de cabreo de nuestra conversación…
- ¿Cómo siempre? - escupió Nuria, con la cara desencajada y la boca pegada a la mía, con sus babas cayendo sobre mi cara.
- ¿Una vez sólo? - preguntó Meri, atenta a los detalles y con mayor rigor científico.
Aquel rigor interrogatorio me superaba. Ni mis amigas ni yo estábamos bien, la situación se había complicado demasiado y yo estaba a punto de dejar de controlarla.
- No... no, un par... o más... creo - contesté asustada. Nuria volvió a lo suyo, gimiendo como una loca apretando su coño contra mi pubis peludo. Supuse que no le importaba tanto, segura como estaba siempre de su capacidad para alcanzar todos sus objetivos. O, simplemente, cachonda y con ganas de follarme. A mí tener su boca metida en mi coño no me permitía pensar con mayor claridad, la verdad.
- ¡¿Un par o más?! ¿y a eso le llamas "nada de sexo"...? - la cara de Mer se iba nublando por momentos, y más al ver que Nurita estaba entrando en materia, en una vorágine imparable conmigo, olvidando el tema que a mi otra amiga le preocupaba tanto.
- Es que ya os lo he contado, no sabéis lo que puede aguantar la criatura - por mi mente pasaron una a una todas las corridas que durante el día me había dedicado él, más o menos directamente... mucho más que dos.
- ¿Es cierto lo que dice Mer...? ¿Su... polla? ¡jajaja! - asomó Nuria entre mis piernas. Sonreí. Vale, mi amiga estaba totalmente salida con el tema, aunque le estuviese dejando llevar la voz cantante a Meri.
- Bueno tú ya la has visto antes...
- Sí bueno... las tres, pero eh... bueno yo no... quiero decir, verle así... tú sí, claro, y Nur... joder que Nur en la piscina… - Nuria se puso nerviosa al oír aquello, tan claramente dirigido a ella. No pretendía ni muchísimo menos echarle nada en cara, le hice subir un poco para calmarla a base de picos...
- No pasa nada amor mío... - ahora soy yo quien me dedicaba a sobarla. - Sé a lo que te refieres, Meri. En acción. Y es cierto, no es lo mismo su polla en acción cuando se pajea que cuando... bueno, ya me entendéis. Y ni siquiera en la piscina llegó a ese tipo de acción… ¡Se le pone enorme! y anoche estaba así, es lo que vio Meri... - dije, girando mi cara hacia ella y guiñándole un ojo. Ella no me lo agradeció.
- Mer decía ayer que la tenía como un jodido semental ¡jajajaja!
- Pues no le falta razón ¿sabes? Yo creo que estaba muy excitado, especialmente, ¿sabes?... claro, de veros a vosotras dándoos piquitos, jiji - dije mientras recordaba la escena en que le había acercado para que contemplase a mis dos amigas practicando sexo oral, completamente desnudas.
Aunque no dejaba de estar mintiendo. Tenía claro que toda su excitación de ayer era debida a mí, y sólo a mí. A mi cuerpo desnudo, a mi entrega a él, a conseguirme por fin, a lograr lo que llevaba tanto tiempo buscando. Bueno, lo cierto era que ellas le ponían también, eso estaba claro, así que no era del todo mentira, más bien una verdad a medias... Aunque no sé si mi comentario... ¿qué estarían pensando? A estas dos era mejor no darles pie a nada.
- Y tú mientras tanto ¿sin correrte? Joder Lau, debes de estar salidísima, mi niña, pobre, con lo que te pierde a ti el sexo... - rió Nurita - tanta abstinencia, y con eso tan grande al lado echándote su leche calentita... - La zorra de Nur sabe bien dónde duele. Yo me volví loca en sus manos. Ella iba a darme lo que necesitaba.
En aquel momento, María se dio cuenta de que estaba definitivamente al margen.
- Bien - la escuché protestar - veo que estáis a lo que estáis... Yo me muero de sueño... - trató de excusarse - ya que hace tanto calor aquí, y visto que no creo que pueda dormir con vosotras dándole al coño, me salgo fuera, a ver si me puedo dormir un rato a la fresca en una tumbona.
Por el rabillo del ojo la vi salir, desnuda todavía, sin preocuparse lo más mínimo por taparse, y echarse con toda su belleza al aire sobre una tumbona junto a la piscina. Estando a oscuras la habitación, supuse que no podía ver del todo lo que hacíamos, aunque seguro que lo intuiría y, sobre todo, lo oiría. En cualquier caso, tenía bien claro que su objetivo, más que ver, era ser vista por mi primo, ahora que supuestamente le había dejado libre, en mi habitación. Pero entonces Nuria me obligó a dejar de pensar en María, y en mi primo. No sabía qué iba a pasar, pero estaba muy excitada, las dos lo estábamos... La mano derecha de Nurita me estaba tocando mis partes, empezando a penetrarme tímidamente. Jodeeer cómo lo necesitaba...
- Lauritahhh, ahhhh ¡ahhhhh! - La cubrí de besos y me sacié con sus pequeñas tetas, con los prominentes pezones oscuros duros como rocas.
- ¡Ay mi niña! Pero ¡qué bien me conoces! ¡Cómo sabes lo que necesito! Dame mááássss por favooor...
Estaba segura de que, aunque no gritaba ni mucho menos, con la casa en completo silencio, si Pablo y María estaban despiertos podían oírme perfectamente. Pero no me importaba una mierda, se lo había pedido alto y claro porque era lo único que me importaba en aquel momento, que Nur me follase como ella sabía hacer. Y dicho y hecho, ella no perdió ni un segundo, inmediatamente empezó a recorrer nuevamente el glorioso camino que la conducía mi sexo. Mmmmm era tan delicioso, hacía tiempo que nadie me trataba así, que no me daban tanto cariño y tanta pasión... Sus labios deslizaban, golosos, dulces, húmedos y gruesos por mi cuello, mis clavículas, mi pechos, mis tetas, mordiéndolas y chupando con fuerza ambos pezones, hasta casi arrancármelos, hichándolos aún más, y mira que los tenía ya hinchados, llenos, duros...
- ¡Ahhhhhhhh! ¡AAAHAHAHAHA! - yo empezaba a chillar ya como una loca, ahora sí, ella iba todavía por el vientre, el ombligo, el abdomen y bajando, las líneas que llevaban a mi pubis - sííííííí Nuuuuuuuur joooooderrrr ¡MMMMMMHHHHH! - mi coño, por fin mi coño, se entretuvo en mi pubis, pero empezaba a notar ya su lengüecita en mi vulva, abierta porque sus dedos hacía rato que me habían penetrado.
- Laurita ¡cómo me gusta tu felpudo putaaaahhh!
De la gente conocida con la que me acostaba frecuentemente puede que Nurita fuera la única que realmente le gustaba decirme esas barbaridades cuando lo hacíamos; desde luego que era la que más lo hacía. Y a ella me gustaba oírselas también más que a nadie. Quizás también a mi cuñado cuando estaba demasiado excitado y se le iba la pinza un poco conmigo, aunque lo suyo era... dejémoslo en diferente... Mi amiga me estaba comiendo el coño, ya, sin paliativos, chupando como si estuviese dándose un atracón de marisco, jugando con los labios arriba y abajo, pasando la lengua entre la vulva y los muslos, entre los labios mayores y los menores, entre los menores y metiéndose en la vagina, chupando el clítoris, chupándome los labios menores, follándome con su lengua mientras me tocaba con las manos, metiéndome los dedos mientras me chupaba con su lengua. Ahí llegó el primer orgasmo, y prácticamente diría que el segundo también, justo detrás... me temí que me iba a correr otra vez en sesión continua si a Nuria le daba por no parar conmigo.
- Zorra te voy a follar... - Nurita estaba ida.
La verdad que llevábamos en este plan desde que llegamos a mi casa el primer día, nos estábamos poniendo cada vez más enchochadas, más cariñosas, y a la vez sexualmente agresivas. Y creo que ambas estábamos alucinando con lo que estábamos sacando una de otra. Nos conocíamos de toda la vida, llevábamos años liadas y, sin embargo, parecía que nos acabáramos de conocer, estábamos viviendo una especie de luna de miel, jiji.
- Ohhhh ¡OoooooooOOOOOOOOOHHHHHHHH! - no me esperaba eso, Nuria se había incorporado súbitamente, y se había entrelazado con mis piernas, juntando su almeja con la mía.
Había dejado de hacerme una de las más gloriosas mamadas que me había dedicado nunca, dejándome súbitamente fría, hasta que juntó su sexo al mío, y sentí como si me estuviese marcando en la parte más íntima de mi anatomía, dejándome su marca al rojo vivo. Como a un animal que lo marcan al fuego, a partir de aquel momento pertenecía a mi amiga, ya que llevaba la marca de su coño en el mío. Empezó a cabalgarme como nunca había hecho antes, aquello era inaudito, siempre había sido yo quien la había follado a ella, quien la montaba y la dominaba como si de su semental se tratase. Por atributos era lo normal, mi clítoris empalmado a tope era como un micro pene perfectamente capaz de “follarse” a las hembras más sensibles, como era el caso de mi amiga. Pero ahora ella era la que había adoptado la actitud dominadora, como si fuese un tío, otra vez Nuripablo montándome y haciéndome el amor... aunque no dejaba de ser mi clítoris, que se había desbocado hacía rato con sus manejos, el que la “penetraba” a ella, pero yo notaba sus labios como absorbiendo mi clítoris, algo suyo se introducía en mi interior con cada frotamiento de su cuerpo, además de su humedad, que se mezclaba con la mía, nuestra humedad y nuestro olor, nuestros sudores y nuestras salivas, mezcladas en largos besos, mientras seguíamos disfrutando de nuestras tetas y de todos los rincones de nuestras anatomías, nos hacíamos de todo, unidas siempre entre nuestras piernas.
- Nur... Nurita ohhhh no sé lo que me estás haciendo, pero me estás matando... - no había sentido unos orgasmos tan completos desde que llegamos aquí, Nuria llavaba sembrada estos días, pero lo de aquella mañana estaba siendo...
- ¡Qué ganas tenía de ti, Laurita...! - sí, claro, sin duda, eso era, yo también la necesitaba a ella, tenía ganas de ella, unas ganas especiales ¿más que de Pablo?
- ¡¡¡¡OOOOOOOOHHHHH!!!! - lo que me estaba haciendo sentir mi amiga era irracional. También ella estaba salidísima, parecía disfrutar de mí tanto como yo de ella. Gritaba a la par conmigo, debíamos haber despertado a Pablo y Meri, si es que habían llegado a conseguir dormirse en algún momento, no estaba bien gritar así, no estaba bien hacer esto con la puerta y ventana abiertas, ellos podían vernos, estaban también desnudos, los dos... noooo... mi cabecita no daba para tanto, no era capaz de pensar en esas cosas, estaba mareada de tanto placer... - Dame más, dame más Nuria, te necesito más ¡MÁÁÁSSS! te quiero más a fondo, mi amor...
¿Pero cómo le estaba diciendo eso, cómo le estaba pidiendo algo así? pero es que me tenía loquita, me estaba poniendo taaan a mil... Mi amiga estaba peor que yo, creo que no se creía lo que me estaba sacando, lo que me estaba consiguiendo hacer sentir, por mi entrega y mi pasión con ella. Yo tampoco me lo creía, pero es que estábamos realmente bien, cada vez era más consciente de que realmente con Nuria alcanzaba más plenitud sexual que con nadie, además de complementarnos en lo personal, a pesar de nuestras eternas discusiones y rivalidades... Y si me atreviese a pedírselo... Ella estaba esperando, sabía que me diría que sí...
- OoooOOOOOOhhh ¡AAAAAAHAAAAHHHAAAHHH! - Nuria volvía de nuevo a comerme con saña las tetas y, cuando me quise dar cuenta, me había tumbado otra vez en la cama y me estaba devorando el coño con más pasión todavía que antes. Sí, no cabía duda, mi amiga estaba inspiradísima... mmmmhhhhhh - Ayyyyy Ayyyhhh ¡AyAYYAYAYYAYAAAAAYYY! - ¿qué era aquello? ¿cómo estaba siendo capaz? Pero ahora Nurita se lanzó al ataque desbocado, todo su cuerpo estaba en mi coño, centrado en darme placer allí donde más lo necesitaba, parecía conocer todos mis resortes, y sabía cuál tenía que tocar en cada momento.
Y, poco a poco, fue avanzando en mi interior. Había utilizado ambas manos para abrirme de par en par. Yo estaba completamente abierta de piernas para ella, y ella se había aprovechado de mi postura, de mi deseo, de mi entrega, de nuestra experiencia. Hacía mucho tiempo que no me metía una mano entera, mucho tiempo que nadie lo hacía. En realidad, con ella y con pocos más lo había hecho, pero Nuria y yo tuvimos una larga temporada que nos gustaba practicar aquella barbaridad, aunque luego acabábamos con agujetas en el coño por días, una sensación que no recomiendo a nadie jijiji. Empezó con un dedo, húmedo, tembloroso y largo. Mi coño pronto le pidió más, y fue otro, y luego otro. Con la otra mano se ayudaba para abrirme, pronto estuvieron los cinco... y la palma entera, hasta la muñeca. No sólo la mano, sino que me había metido el brazo entero. ¡Qué zorra! Y me estaba follando, estaba moviendo el brazo dentro y fuera, abriendo la mano... me sentía taaan abierta, a reventar, como si estuviese dando a luz. Me estaba tocando toda la vulva, vuelta del revés, el clítoris, la vagina entera, el punto G, el perineo, todo, absolutamente todo, hasta el último resquicio de mi sexo... No es fácil que te lo hagan bien, ni es fácil convencer a alguien para hacerlo, ya sea dar o recibir, pero es muuuy agradecido, esa sensación de orgasmo continuo que te invade desde que tienes todos los dedos en tu interior, y además es creciente, hasta que mil explosiones empiezan a desgarrarte por dentro, mientras la mano sigue hurgándote y el brazo entrando y saliendo, y así estaba Nuria, gritando como una loca, como si se lo estuviesen haciendo a ella, que casi gritaba más que yo que no podía ya gritar más...
Entonces, entre los espasmos y los mareos, le vi. Tenía que pasar, no podía ser de otra manera, estaba claro que estábamos haciendo demasiado ruido, demasiado escandaloso todo para no despertar, para no llamar la atención, para no atraerle, como el niño que era, detrás de un caramelillo. Quizás Meri estaba más acostumbrada a nuestro ritmo cuando nos poníamos tan brutas… pero estaba claro que mi primo no. Le había dejado desnudo, salido, con la promesa de mi coño desnudo que apenas había rozado su cuerpo, después de pasar, por fin, la noche con él, después de acceder finalmente, ayer, a tocarle y besarle y hacerle correrse. Con las puertas abiertas de par en par, cero obstáculos, nuestro olor a sexo perfumando la casa, todo eran invitaciones.
Y allí estaba por fin, contemplando una de las escenas de sexo más bizarras que le podíamos ofrecer, ese niño, absorto, deseando clavármela tan hondo como mi amiga me tenía metido el brazo en mi coño peludo, se acariciaba el falo, completamente erecto, con suavidad, acariciándolo como un trofeo al que estuviese sacando brillo, puliéndolo para ofrecérmelo.
- Nooooo... Nur... mira...
Le di unos golpes suaves a mi amiga en el hombro en cuanto pude reaccionar y gobernar mínimamente mi cuerpo. Reconozco que me costó, es decir, no sabía cuánto tiempo llevaba Pablo mirándonos, pero estuve un largo rato espatarrada, con mi amiga metiéndome el brazo hasta el codo, mostrando cómo me follaban sin contemplaciones delante de él, el coño peludo, las tetas golpeando mi cuerpo y entre sí al compás del mete saca de Nuria, mis gotas de sudor saliendo disparadas de mi cuerpo empapado, mi sexo deshaciéndose en ríos de flujo, todo eso lo estaba viendo él en primera línea, sin obstáculos, absorto desde la puerta mientras se pajeaba el monstruo que, de nuevo, le había crecido entre las piernas. También a Nuria le costó reaccionar, tuve que pedirle varias veces más que parara, que mirara. Ella seguía loca follándome con todas sus ganas.
- Mira Nur... por favor, échale, dile que se vaya...
Por fin, venciendo su irresistible deseo de sexo, Nuria se giró. Se quedó parada, de hielo, en cuanto le vio. No sé si por el hecho de verle, o por verle desnudo. Y con la mega polla que ella venía deseando de largo. La tenía al máximo, si ayer a María le había sorprendido, ahora estaba aún más grande sin cabe, hinchada, sudorosa, hasta se le marcaban unas venas hinchadas en su delicada piel, tan clara que hacían parecer a su falo erecto una columna de duro mármol cuando se empalmaba, pero no frío sino caliente, muy muy caliente... Pocas veces le había visto así, él nunca había tenido esas venas marcadas de aquella manera, si ni su hermano tenía algo parecido, esas venas que son más propias de pollas maduras y experimentadas, esas venas de polla empotradora como la de mi cuñado Guille cuando se viene arriba… La tenía dura como nunca Pablo, además, y solo se la había visto así de dura cuando habíamos practicado sexo realmente en serio, las primeras veces, la primera mamada, con Carlos, la primera vez que nos pajeamos juntos, la mayoría de las mamada completas, en las que me lo metía hasta el fondo, hasta los cojones, cuando su hermano le rompió el culo, cuando me lo rompió el a mí... nuestras dos veces, que recordaba como pocas, tan larga, tan dura... porque si era increíble por lo grande, más aún lo era por lo dura, y ahora que le había crecido tanto igual la seguía teniendo así, era tan exagerado...
¿Estaba tan excitado ahora viendo a mi amiga Nuria dándome duro, las dos desnudas, tanto como cuando me lo hizo, cuando se lo hizo con su hermano, cuando se tiró a Lucas, cuando le comí esa verga como una auténtica zorrita? Pero sí, sin duda la escena era exagerada, posiblemente más que todas las que habíamos interpretado aquellos días, yo al menos la sentía así, distinta, especial, más excitante que nunca, más placentera que años de sexo con Nuria... Y mi primo Pablo había estado allí para presenciarlo todo. Sentí que Nuria salía de mí, dejándome un vacío como si me hubieran arrancado las tripas. Pero yo estaba helada, confundida, muerta de miedo porque mi primo me hubiese visto haciendo algo parecido - había visto mucho ya, yo misma le había hecho ver mucho ya o, al menos, le había permitido hacerlo, pero no tanto como ahora, no tanto como esto, que era algo que casi ni yo misma podía llegar a imaginar, quizás el problema era yo, mi propio deseo, por ella, por él, que se había desbordado a mares igual que lo estaba haciendo mi pobre coñito-, pero me seguía viendo, porque yo no hacía nada por evitarlo, y eso me excitaba y me atormentaba a partes iguales, que me viese así, que viese a mi amada amiga haciéndome algo así, ellos que tanto se deseaban... porque mi amiga, que tanto le deseaba, estuviese yendo ahora, desnuda, hacia él, desnudo, con la polla en alto, saludando, dura y pajeada, a punto de disparar...
El culo, la deliciosa espalda de Nuria se interpusieron entre mi primo y yo. Ya no nos veíamos, ahora sólo SE veían. Le vi levantar la mano, la derecha, la que había estado dentro de mí. A pesar de la oscuridad, de la distancia, podía verla manchada, empegotada de mí, de mis flujos, calientes, espesos, blancos y transparentes, cubriéndola por completo, con generosa densidad... No sólo la veía. también podía olerla desde la cama. Nuria la llevó a la cara de mi primo. Le acarició la mejilla, abriendo la palma manchada de mí, posándola sobre él.
- Vamos mi niño, lo siento... tienes que irte... sabes que ahora no puedes estar aquí.
Nurita estaba desnuda, completamente desnuda, delante de él. A menos de un metro. Tocándole... No sabía, no veía lo qué pasaba con su otra mano, con la polla de él. A aquella distancia Pablo podía estar perfectamente tocándola con su verga. Pablo giró la cabeza hacia la mano de ella, hundiendo nariz y lengua en su palma. Oliéndome, saboreándome. Para eso le había puesto mi amiga la mano en la cara. Escuché los sonidos guturales que emitió mi primo, gimiendo mi nombre. Se estaba corriendo, le conocía, sabía cómo lo hacía. No sabía si acabó él sólo o le terminó mi amiga. Pero se había corrido.
Nuria bajó la mano. Pablo dio media vuelta, y se retiró, trastabillando. Nuria, con total tranquilidad y una frialdad pasmosa dada la situación, dio media vuelta, y vino de vuelta hacia mí. Su evidente deseo por mi primo no parecía haberle hecho mella aquella vez. O había dejado de sentir eso por él, quizás porque le veía ahora como lo que era, un niño (me extrañaba, ya que los atributos de mi primo eran razón más que de peso como para que Nurita, mi amiga más zorra, los valorase por sí mismos con independencia de su dueño), o había dejado de sentirlo, digo, o estaba demasiado excitada conmigo, tanto como para llegar a pasar de él. Venía feliz, radiante. Su cuerpo sudado, desnudo, bellísimo. Luminoso. Y cubierto de semen. Desde el cuello hasta el coño, chorreando por sus muslos el esperma de mi primo, recién ordeñado por él para nosotras.
- Mira, Laurita... - me dijo orgullosa.
Por lo menos yo, ahora, sí sentía esa excitación especial, brutal, única por ella. Por lo menos ahora yo, aún viéndola cubierta de semen de él, no sentía ni el ardor ni la necesidad de esa polla de Pablo, ni celos por lo que los dos acababan de hacer delante mío. También había sido yo la que había mandado a Nuria... pero viéndola de vuelta, me moría porque me matase de una vez:
- Ven, ven mi amor... ¡necesito que me folles más que nunca!
Nunca se lo había pedido tan claramente, tan directo. Ni con tantas ganas. Lo que acababa de hacer, lejos de enfadarme, me había excitado. Nuria rebuscó en las maletas, sacó mi prótesis y se ajustó el arnés, de prisa, estaba ansiosa, no lo terminó de apretar, sólo a medias, pero así bastaba. Las dos queríamos follar, y lo queríamos hacer ya. Me moría cuando la sentí taladrarme en mis entrañas, con mi verga postiza empapada en el semen de mi primo que chorreaba por el cuerpo de ella. El semen de Pablo entrando en mi coño empujado por Nuria... Ahhhh, qué delicia, era claramente el paraíso. Me pareció ver a Pablo todavía mirando, desde las sombras del pasillo. Pero ya me daba igual, Nuria me estaba matando de placer. Cerré los ojos y me dejé llevar, por ella, en ella, mientras la besaba y le comía las tetas, manchadas de esperma de mi primo, y entre las dos nos bebíamos su leche que la cubría y ya me cubría, y ella me cabalgaba, y lo hacíamos como si fuese nuestra primera o nuestra última vez. Cuando abrí los ojos, Nuria había caído encima de mí, y jadeaba con dificultad. Sudábamos muchísimo las dos, y estábamos pegajosas de semen y flujos, de manera que nuestras pieles alternaban entre quedarse pegadas o resbalar la una sobre la otra. Ella no dejaba de darme besos en la cara y en la boca, musitando mi nombre. Las dos nos acariciábamos también, compulsivamente, sintiendo la necesidad de disfrutar del cuerpo de la otra. Nurita todavía se removía en mi interior, culeando y jugando con el falo postizo en mi vagina repleta. Porque mi amiga se había corrido en mi interior, a través de aquél glorioso aparato. Era curioso sentir mi vagina llena de otro flujo que no fuese el mío, o de algo que no fuese esperma... hasta ahora sólo yo me había corrido por allí, ninguna de ellas lo había conseguido, bueno, no creo que Mer lo consiga nunca, su sexo no se le adapta bien, tenemos las vulvas muy distintas ella y yo... en cambio Nurita... La besé con pasión en la boca.
- Lauri... creía que te habías quedado dormida, mi amor...
- Jiji, puede ser... estoy agotada, últimamente hago mucho ejercicio y duermo poco, jiji. Pero te aseguro que si ahora me he quedado dormidita ha sido porque me has sacado todo de dentro... mmmmmh mi amooor... ha sido tan... perfecto... ¿sabes el tiempo que nadie me hacía sentir así? que tenga que ser precisamente una tía...
- ¡Jajajaja! - bramó mi amiga - pero no una tía cualquiera, Lau...
- No, no una cualquiera, no... solamente tú podías hacerme algo así, Nur, mi amooor... - estaba increíblemente melosa con ella, no podía evitarlo. Como respuesta, Nuria me besó con fuerza. - Y, además, extraordinariamente bien dotada, jiji. - añadí.
- Jajajajaja!
Aquello encendió de nuevo a mi amiga. Cuando me quise dar cuenta, estaba otra vez empujando en mi interior y yo gimiendo.
- Vamos, síííhh, Nur, dame, quiero más, quiero mássss... No hacía falta animarla mucho. Pronto me estaba cabalgando otra vez con fuerza. Me asomé a la puerta. Mi primo no estaba. Mejor, porque estaba a punto de correrme.
Nuria y yo podemos realmente no tener freno jamás cuando estamos follando de verdad, y podemos corrernos una y otra vez hasta llegar a caer físicamente destrozadas. Y, seguramente, en aquel momento habría llegado a pasar precisamente eso, de haber estado solas. Pero no lo estábamos…
- Joooder... - escuché un dulce voz en la ventana. Yo miré, Nuria no.
- Rooociii - susurré mientras me corría.
Nurita no se enteraba de nada, me cabalgaba con violencia, gritando mi nombre una y otra vez, bramando desenfrenada, golpeando mi sexo con el tremendo pollón, que sentía entrar y salir de mi vagina con increíble potencia a la vez que con una deliciosa dulzura... Pero yo acababa de ver a María en la ventana. Se había despertado de su sueño, sin duda alarmada por nuestros gritos. Ahora nos miraba follar, desnuda y hermosa, con una pierna en alto para tener mejor acceso a su sexo, que masajeaba suavemente. Pero me daba igual. Estaba perdida en Nurita, por increíble que pudiera ser. ¿Sería posible que...? La unión entre ella y yo que estaba experimentando era tan... de repente, tan perfecta... Cogiéndola firmemente de la cabeza, mientras la besaba y mirándole a los ojos, le dije:
- Te quiero, mi niña, ¿me oyes? Me moriría por pasar mi vida entera así contigooooh mmmmmmhhhh - mi voz se quebró en un susurro - te quiero como a nadie, te quie... - envuelta en el orgasmo, no pude seguir.
- Laura... Laura, ahhh Lauuuu... ¡jooooooderrr! - Sentí a Nurita retirarse violentamente de mí.
- Nooohh Nurita, mmmhhh me has matado de placeer...
- Laura es... ¿es eso verdad? - me dijo en un susurro.
Estaba bellísima, sudorosa, resplandeciente, sus pequeños pechos, ese torso tan parecido en realidad al de mi primo, su enorme polla emergiendo entre las piernas, pero esa sutil belleza, su dulzura, el invencible atractivo de su rostro... Intentando reponerme de mi orgasmo, repetí, igual de bajo que ella:
- Sí. Creo que sí - dije riendo. No podía contener mi alegría por estar diciéndole algo así, precisamente a ella. - Te quiero, Nur...
Nuria sonrió de oreja a oreja, con una de esas francas y enormes sonrisas suyas, tan contagiosas. Se acarició el vientre desnudo, los pechos sudados, el pene de plástico. Se empezó a pajear suavemente.
- Me estoy corriendo... mmmmhhhhhh... de sólo oirte decir eso... aaahhhhhh - esta vez habló más alto, y sí que giró ligeramente la cara hacia la ventana.
Meri se pajeaba ya con fuerza, aparentemente también le faltaba poco para acabar. Volvió a mirarme a mí, con los ojos entrecerrados, mientras movía su torso espasmódicamente, acompañada de tiernos y hondos suspiros. Al que no vio fue a Pablo, que se había vuelto a asomar al pasillo. Ni siquiera estaba en la puerta, sino más atrás, solamente había salido por la puerta de su habitación y miraba lo que ocurría en la nuestra. No podía ver a Meri. Solamente a mí, despatarrada, desnuda, con el coño abierto, recién follada, con la cara todavía congestionada de haber sufrido un violento orgasmo, empapada en sudor, saliva, semen, flujo, todo tipo de fluidos corporales, que tenían a mi cuerpo brillante, húmedo. Y a mi amiga, mi amante, Nuria, también desnuda, de medio lado para él, en una postura algo complicada, apenas le vería las tetas, sus tetas casi inexistentes, pero sí su falso miembro, que se acariciaba apretándolo con la mano cerrada, pero con suavidad, no como un tío pajeándose, más bien como una tía empezando a pajear a un tío, aunque más fuerte, más firme. Porque, a todas luces, su cuerpo estaba sintiendo la paja. Yo lo hice la primera noche con ese artefacto, llegué a correrme tan solo frotándome la polla, pajeándome con un tío. Supongo que ella había necesitado una dosis importante de excitación como la que ya llevábamos, pero con eso le iba a servir. Me resultó increíble la primera vez que me vi eyaculando por aquel cacharro. Ahora Nurita estaba a punto de repetir el numerito, ya había acelerado el ritmo de su paja. Se iba a correr. Empezó a convulsionar todo su cuerpo, y dio un fuerte alarido:
- AAAAAHA AAAAAHHAHH ¡AAHAHAHAHAHHAHAHHAHAHAHHAHAHAHAHHA!
Tres o cuatro largos chorro salieron a presión por su polla, saltando en una elegante aunque corta parábola sobre su torso y su pubis pelado. Al caer salpicaron, esparciéndose con una generosidad impropia de la lefa, lo que hacía ver que no era la lechecita de un chico, sino flujo femenino. Pero la impresión general había sido increíble. Nurita estaba tan... masculina. Su pene seguía manando leche sin parar, como le pasaba a Pablo en sus grandes corridas. Pasando de todo, de Pablo, de María, me lancé sobre ella, y la empecé a besar.
- Nur, Nur, mi amor, mi niña, mi amoooor...
Cuando conseguimos reponernos de nuestro arrebato de pasión, nos dimos cuenta de que María se había sentado en la cama, y nos acariciaba con ternura. Me incorporé. De mi primo no había ni rastro, así que opté por no decir nada. Vi el pene con el arnés en el suelo, no sabía en qué momento había ido a parar allí. Creo que llegué a comer coño de Nuria en algún momento, pero no estaba segura.
- No sé vosotras, - dijo Meri - pero yo estoy necesitando un poco de aire, siento como que... sobro aquí ¿no? - ni me molestó ni todo lo contrario el comentario de mi amiga - creo que me voy a duchar y a preparar algo de desayunar, es un poco pronto, pero...
- Espera, espera, Mer... - le corté. - Mira, estamos todos despiertos, yo creo que hasta mi primo... bueno, no sé, ¿os parece si nos ponemos en marcha ya? No sé, es pronto, pero tiene razón Meri, podemos desayunar ya y... yo quiero ir a comprar... Yo sí necesito un poco de aire con Pablo, necesito salir de aquí...
- Preciosa... - María me acarició.
Era verdad lo que decía, de pronto lo de Nuria me había dado un vuelco a la cabeza, me planteaba que quizás podía dejar de lado a Pablo y aprovechar, centrarme en esta nueva sensación con mi amiga y... aunque sería difícil, con él aquí. Y con María. Bueno, por de pronto, quería pasar la mañana con ella, a solas. Y eso podía hacerlo sin levantar sospecha alguna.
- Me voy a ir duchando... ¿te importaría entonces a ti, Meri, ir preparando el desayuno? Así vamos avanzando, y podemos salir más rápido. Te puedes duchar luego, ¿no? ¿Te importa?
- Sí, claro, claro, pero... ¿con quién vas a ir a...?
- Bueno, sin duda yo creo que lo mejor sería que viniese Nurita, después de lo del otro día - dije mirándola a ella - me das miedo, con lo de antes de ayer - seguí, obviando lo de ayer, lo de los demás días, - con esa curiosidad que tienes por la polla de mi primito, jiji - reí, intentando parecer despreocupada.
Nuria estaba seria, en cambio. Aunque era capaz de reconocer esa expresión. No era seria, no. Era ansiosa lo que estaba. ¿Por mí o... por él? Sinceramente, no creo ser una creída si digo que estoy convencida de que Nuria no escuchaba lo que hablábamos, y que sólo estaba pensando en hacerlo conmigo, es estar conmigo...
- No hay problema, Lau, me pongo a ello. Pero antes me voy a dar un chapuzón. Esta noche ha hecho un calor insoportable, y estoy sudada y... pegajosa, jeje.
Sin más, María se levantó. Paseando impunemente su desnudez por el jardín, se lanzó al agua. No quise pensar lo que podía estar viendo, oyendo, pensando Pablo. Pero no iba a decirle nada a María, no tenía excusa para protestar. Ayer por la noche fui precisamente yo quien dijo lo de bañarnos desnudos; digamos, entonces, que seguíamos en aquella fase.
Bien, lo que estaba absolutamente claro es que, ciertamente, era cierto que yo necesitaba cambiar de aires, para poder pensar con la cabeza un poquito más clara. Me levanté. Chorretones de líquidos sin identificar resbalaron por mi torso y mi vientre hasta hundirse en la selva de mi pubis.
- ¿Te vienes conmigo a la ducha? - no pude evitar proponerle a Nurita.
- Claro que sí, mi amor - respondió sin dudar. Se levantó, y me dio un cachete en el culo, intentando esbozar una sonrisa.
- No te importará lo que he dicho de ti y Pablo ¿verdad? - quería aclarar aquello, tenía miedo de que un mal rollo estúpido por eso ahora fuese a estropear aquel momento tan bonito.
- ¡Noooo!... ¿por qué? ...si es verdad.
La conozco bien, sabía que le había molestado. Pero seguramente no mucho, no lo suficiente como para pasar por encima de mí en ese momento. Porque podía seguir leyendo claramente su deseo por mí en sus ojos castaños.
- Creo que... voy a coger esto... - se agachó y cogió mi miembro postizo.
- Bueeeeeeno... jiji... ya te he dicho que necesito una buena polla ¿verdad? un tío de verdad que me folle bien, que me la meta hasta bien dentro, para compensar lo mal que lo estoy pasando con él pero..
- ¿Sí? - me preguntó, besándome dulcemente.
- No sabía que eras capaz de utilizar eso tan bien...
- Ni yo, Lau, ni yo. ¿Sabes qué? Creo que me inspiras jajajajaja. - Nuria no pudo reprimir una carcajada, y me alivió escuchar de nuevo su cantarina risa.
- No sé por qué, pero me da la impresión de que no nos vamos a dar tanta prisa cómo pretendía, jijiji...
Nos estábamos metiendo ya en el cuarto de baño cuando María, empapada y desnuda, entraba de nuevo por la ventana, confiaba que con la intención de ponerse algo de ropa, unas bragas por lo menos. Una cosa era que todas hubiéramos perdido el pudor delante de Pablo en aquel atormentado despertar, y otra muy distinta aceptar la desnudez total como nuevo estándar de etiqueta en la casa. Al menos no todavía, jijijiji.
Abrí el grifo de la ducha mientras Nuria entraba en la amplia cabina detrás de mí, cerrando la puerta y abrazándose a mi cuerpo desnudo pegajosa, empalagosamente, en modo pulpo, sin dejar de sobarme, besarme, morderme...
- ¿Te apetece que me ponga esto otra vez, mi niña?
- Me muero de ganas, Nur pero...
- ¿Sí?
- Me gustaría que esta vez me lo hicieras por detrás...
Ya la podía sentir otra vez allí, no tardó nada en bajarme por la espalda, y me estaba comiendo el culito, era increíble, lo poco que le gustaba a mi amiga que le tocasen el ano y lo bien que lo hacía ella... mmmmhhh, a mí me mataba desde la primera vez que me lo rompieron, de mis amigas era la que más disfrutaba, Lu también era muy de culo, a Meri le gustaba, pero es que a ella por delante le volvía loca, aunque se dejaba violar por detrás con ganas… Nur en cambio era el caso perdido pero - Ahhhhhh -, es que lo hacía tan bien, no podía creerme lo que su lengüecita me estaba haciendo por ahí abajo, a veces se salía, se estiraba hasta mi clítoris, mi coñito, sentía todo el pelo de la parte de abajo del chocho, del perineo y el ano empapado de cosas que no eran agua, y pegajoso... no necesitaba en absoluto dilatación previa ni para meterme aquel pedazo de pollón (y menos después de haberme pasado casi un año sin dejar que Pablo me follase más que por detrás, jiji, también mi cuñado era muy aficionado al sexo anal, y por su puesto Carlos, aunque él prefería siempre mi coño, decía que le costaba demasiado metérmela por detrás, que estaba demasiado apretado, pero precisamente por eso me gustaba a mí, jiji, y de vez en cuando me lo hacía para complacerme, aquel tren de mercancías en mi agujerito más estrecho y apretadito...).
Nuria estaba realmente cariñosa, me metió un dedo, luego dos, me folló un rato, aunque poco, las dos nos moríamos por acabar con los prolegómenos y volver a darle duro, y ella no tardó en ponerse de pie y metérmela violentamente, follarme duro como me hacía falta, por detrás, besándome el cuello y agarrándose a mis tetas, mientras me llamaba puta y yo gritaba y jadeaba como una de ellas... Por último, cuando ella se iba a correr, me bajó una mano al coño, me agarró el clítoris y me lo empezó a masturbar mientras colaba un dedo dentro de mi coño, sin dejar de empalarme como un toro semental por el trasero. Me estaba abriendo tanto con sus golpetazos que me daban ganas de cagarme sobre su polla, pensé mientras me corría y la notaba a ella correrse, también, llenándome el culo... Ya había jugado muchas veces con consoladores con mis amigas, pero era de las primeras veces que una de ellas me lo hacía así por detrás, creo que la primera con arnés fue Meri, de hecho, hace sólo dos días, Sandra me lo había hecho bastante con uno pequeño que habíamos compartido cuando vivíamos juntas... pero con Mer yo estaba casi dormida, no sé, fue distinto, casi como si sólo me estuviese metiendo un simple vibrador como el de Sandra en el culo... lo de Nuria aquella mañana, en cambio, bueno... fue... es que parecía que ella, que ella... que ella era un tío, me folló por detrás como un tío, tal cual. Me destrozó viva y, cuando terminó, me dijo:
- Lau, me excitas mucho, sigo excitado... ¿te importa que te folle también el coño?
- Nur... por favor, sigue, no te pares, soy tuya, fóllame hasta matarme... no tienes que pedirme permiso alguno para poseer lo que ya te pertenece amor…- aquellas palabras... ¿excitado? ...esas palabras que había dicho... no era ella... era Pablo...
Salió de mi culo, que tenía insoportablemente dolorido, y sin parar se fue deslizando por mi raja. Yo le ayudé guiando al capullo a la entrada de mi cueva, ella empujó y entró todo seguido, y me folló igual de salvaje, igual de rico. Al final, me di la vuelta, ella me llevaba casi en volandas, y terminamos el polvo bajo la ducha de frente, besándonos y mirándonos, y diciéndonos te quiero una y otra vez, la una a la otra, como tontas... Nuria se quitó el pene y empezamos un largo beso sin fin. El resto fue bastante pasteloso, estábamos almibaradas, acarameladas hasta el límite, nos enjabonamos la una a la otra, sobándonos la carne, los más íntimos rincones, descubriendo sensaciones y respuestas desconocidas, tocándonos como si no nos conociéramos de años, como si fuesen nuestras primeras veces... Afortunadamente, y es algo que me hizo recuperar la fe en nuestra capacidad sexual largamente desarrollada, todo aquello acabó con Nurita de rodillas, nuevamente, hundiendo su cara en mi coño. Me levantó en vilo, no sé cómo me sujetaba, pero yo tenía las piernas sobre sus hombros, y su boca y su lengua se hundían en mi interior, matándome, veía su carita, su naricita, sus ojos cerrados, su dulce expresión de éxtasis y lujuria, su bellísimo rostro manchado de mí, con un espeso bigote, que es justo lo que parecía la pelambrera mojada de mi coño esparciéndose por encima de su labio superior... El orgasmo, o los orgasmos, me obligaron a buscar asidero en las paredes del cubículo. El agua ardiente caía a chorro sobre mi vientre, que se estremecía por dentro y por fuera, sometido a las buenas artes de mi más deseada amiga. Creo que, en un momento dado, me estaba hurgando el culo también con sus dedos gordos. Qué más da. Lo cierto es que había sido el mejor remate posible al final de la noche: desde que la toqué, en la cama, todo había sido extremadamente intenso, de una extraña manera. Y, además, había ido creciendo, hasta ahora, Las dos habíamos perdido la cabeza por completo, yo ya me creía que todo era posible.
Jamás me había sentido así, ni parecido, antes. Todo el día de ayer había sido una pasada con Pablo, aunque, al final, me di cuenta de que debía de frenar, o iba de cabeza al precipicio. Sin embargo, antes o después, solamente veía una salida para ese tema... Y de repente, ahora... el contacto con Nurita lo había cambiado todo, sentí que me cambiaban las prioridades... Quiero decir... todo aquello ¿estaba siendo un cierre perfecto a un día perfecto, o no era más que el comienzo de algo nuevo, y aún mejor...? Algo con lo que no contaba, en absoluto, cuando hace poco más de una semana me planteaba esta situación, los cuatro aquí, con la intención de conseguir evitar la tentación con mi primo o, mucho más probable, con la de tener la excusa y el marco perfecto para caer en ella de manera definitiva.
Cuando Nuria me bajó, yo tardé un rato en recuperar el sentido, bajo la ducha caliente. Me encanta ducharme con agua súper caliente, hasta en verano. Cuando abrí los ojos, vi que mi amiga estaba fuera, secándose. La puerta de la cabina abierta, igual que la del baño. Y la de la habitación... En fin ¿qué importaba ya? ¿había realmente algo que ocultar, a esas alturas? La enorme polla, con las correas del arnés estiradas como culebras, estaba tirada en el suelo, grotesca, soez. Cerré el grifo y salí. Cogí una toalla, supuse que de María , y me sequé un poco. Seguía cachonda. Desnuda, me pegué a ella, buscando su piel bajo la toalla que la cubría.
- Nurita, no sé por qué te deseo tanto hoy...
- Por favor, Lau, no dejes de hacerlo nunca...
Nos besábamos de nuevo, subiendo el tono y la intensidad poco a poco, jadeando, con una necesidad de la una por la otra cada vez más insoportable.
- Me ha sentado muy bien lo que me has hecho, amor, aunque todavía...
- Te entiendo... ¿necesitas un hombre, no? Una polla de verdad... ¿por qué no...?
- Nur...
- Ya... perdona.
- Es que, además...
- Además ¿qué?
- No sé... necesito frenar un poco con él... no sé lo que quiero, es posible que... en fin, da igual, es sólo que ahora... contigo...
- ¿Sí? - una sola sílaba. Pero Nuria había concentrado en ella toda su ansiedad.
- Nada. Solamente que... ahora quiero estar contigo, sólo contigo, tú y yo. Sin nada que nos despiste...
- Mi amor...
- Nunca habíamos estado así, ¿verdad? tan...
- Sí, Lau, te entiendo perfectamente...
- Y quiero disfrutarlo.
- ¡Sí! también yo, ¿lo sabes, verdad?
- Sí. Claro. Te quiero.
Nos seguimos besando. Entre beso y beso, Nurita farfullaba:
- Lau... respecto a tu necesidad... sabes... tengo una idea... te tengo preparada una sorpresa, ya verás, te va a a gustar...
Pero yo ya había recogido mi polla del suelo, y empujaba a mi amiga hacia el lavabo. Ella dejó caer su toalla, mostrándome toda su bella desnudez. No me paré tanto a verla, la conocía bien, sino a olerla, acariciarla, sentirla. El tacto de su piel era como nuevo para mí. Podía descubrir en ella cosas nuevas, matices que no conocía. Su coño era bellísimo, lo tenía salido, hinchado, abierto. Podía olérselo perfectamente. Ese brutal olor a hembra, a deseo. Como no podía ser de otra manera, Nurita se entregó a mí, sumisa.
Recostada en el lavabo, abrió las piernas, y yo metí la cabeza dentro. Su olor, su sabor... El Paraíso. Me podían ver perfectamente casi desde la entrada de la habitación, desde el pasillo pero, ¿a quién le importaba? Ahora mismo, tenía todo lo que podía desear, y solo una cosa me importaba: llevar a esa niña al séptimo cielo con mis manos, con mi boca, con mi lengua.
El coño de Nuria es un prodigio de la Naturaleza. Reconozco que estoy muy orgullosa de el mío, con los labios generosos, tanto mayores como menores, y ese clítoris... No lo cambiaría por ningún otro que conozca, y eso que conozco muchos pero, si tuviera que hacerlo, mi favorito es el de Nur. Me ponen muchísimo sus labios mayores, generosos, abultados, completamente despegados de los menores, como me pasa a mí, pero más todavía, de manera que los menores, grandes y sabrosos como dos enormes ostras, cuelgan entre los mayores con la libertad de un pene. Y aún es mas, tiene los propios labios mayores tan grandes y alargados que le cuelgan entre los muslos, también completamente separados de ellos (en mi caso los labios mayores son más que generosas protuberancias que separan muslos de la entrada de la vagina, pero no tienen esa entidad propia de los de Nuria). También es cierto que esto le pasa, sobre todo, cuando está muy cachonda, en estado relajado los mayores no están tan hinchados y, aunque separados de los muslos, tienen un aspecto más normal, por no hablar de los menores, que se le repliegan hasta casi desaparecer dentro de su coño, un poco como me pasa a mí (aunque mi punto fuerte es el clítoris, el capuchón que lo cubre ya es más grande y, sobre todo más evidente que en la inmensa mayoría de las tías, pero es que soy de esos raros especímenes que realmente llegan a tener erecciones de clítoris hasta el punto que este sale del capuchón y se muestra y se deja tocar, chupar... y, lo que es más, aunque eso solamente me pasa en los momentos de excitación salvaje y, prácticamente, sólo me ha pasado con tías: hay veces que llego a empalmarme tanto que se me pone tieso y grande como una mini polla. Bergeret me dijo que hay tíos con micro pene que la tienen casi tan pequeña que yo en mi máximo momento, y que pueden follar y dar placer y dejar embarazadas a tías mejor que muchos con más polla. De hecho, algún micro pene me he tirado, y reconozco que lo he pasado francamente bien, aunque yo soy de las que piensan que el tamaño importa... vale que hay pollones que no te dicen nada, si, pero no me refiero tanto a que follen mejor o peor por el tamaño, cosa que, efectivamente, nada tiene que ver, sino que, a igualdad de condiciones -dos tíos que follen normal, por ejemplo-, una buena polla te puede hacer ver las estrellas sin necesidad de mayor esfuerzo. Y a la hora de comerla, ya no digo nada, mmmmmh... joder, menuda parrafada de coños os he echado jijijiji)
Me vuelve loquita loquita Nurita, me vuelve loquita su coño... jiji, nunca lo había pensado, es cierto lo que dijo ayer Pablo, que Meri tiene un poco coño de niña, no pude pensarlo, se me corrió encima mientras lo decía, yo estaba cachonda, me estaba regando con su lefa mientras se venía, coño de niña, ¡era cierto! Meri tiene coño de niña, y más llevándolo siempre pelado, esa vulva apenas hinchada con unos labios mayores anchos, como sus caderas y su culo, pero muy poco marcados, que se cerraban sobre sus pequeños, tiernos y sonrosados labios menores (puede que no fuese tanto que fuesen pequeños, sino que los mayores los encerraban, apretados, dejando salir solo los bordes... es curioso, justo al revés que Lu y la Bergeret, nunca lo había pensado, ellas tienen los labios mayores casi inexistentes, dos protuberancias alargadas entre los muslos y los labios mayores, estos si con gran entidad, gruesos, largo, rugosidad, mayores que los de Nur, mayores que los míos, enormes, descomunales... siempre, siempre cubiertos de pelo, jiji... y Lu además con un buen clítoris también, Sandra no, el de Sandra era un mínimo botón, bastante normalito, aunque le excitaba muchísimo que se lo estimulasen...). Me encanta el coño de Lu, no puedo negarlo, y me da morbazo. Mucho más que el de Mer. Pero no tanto como el de Nur. Quizás por eso, en el fondo, nunca han resistido realmente, a mi parecer, una comparación con Nuria, quizás por eso siempre me ha atraído mas Nur, siempre ha tenido para mí infinito más morbo. No lo había pensado nunca, hasta que me lo hizo ver mi primo. Aunque Pablo no dijo nada del magnífico clítoris de Meri, desproporcionado para su coño de niña, no dejaba de ser un botón, nunca llegaba a ponérsele como a mí, pero eran un botón demasiado evidente como para no tenerlo en cuenta… y perfecto para volver del todo loca a aquella niñita.
No podía dejar de pensar en todo quello mientras chupaba y chupaba esa delicia que es el coño de mi amiga, que se encontraba realmente caliente, realmente bruta, lo notaba en el propio coño, hinchado, salido, Nuria cachonda lo tiene todo digamos que aún más largo, más separado todo entre si, más abierto... lo que provoca dos profundas rajas a ambos lados de su protuberancia colgante, especialmente colgante... esa delicia tenía yo en mi boca ahora, después de repasar varias veces la lengua entre labios mayores y muslos y, sobre todo, en esas profundas hendiduras que se formaban entre los dos tipos de labios. Pero enseguida ataqué esos gelatinosas criadillas que le colgaban en medio. Sé bien lo que le va a mi amiguita, así que se las chupaba, sorbía y repasaba por la boca, sacándoles el jugo con deleite. Podía reconocer mi propio sabor en su coño, Nuria me tenía totalmente embriagada, me empujaba fuertemente la cabeza contra su sexo mientras daba brutales alaridos, y yo me excitaba de olerla y saborearla tan profundamente. Tanto que no pude reprimir el deseo de algo más, así que, como pude, escapé de su exagerado abrazo y me aparté para coger mi miembro de látex, anudándolo a mi cintura después de colocarlo sobre mi sexo húmedo con mano experta. Me lancé directa a por ella, dispuesta a metérsela como nunca había hecho. Quería darle todo lo que era capaz, para que sintiera ella también por mí las increíbles sensaciones que me había hecho sentir esa mañana. Bueno, yo sabía que ella estaba loquita por mí desde hacia tiempo, en plan serio, pero... para mí el vuelco que había dado todo tan solo unos momentos antes había sido muy fuerte, necesitaba... cierta seguridad, aquí y ahora.
Y, entonces, cuando me lanzaba embalada a por ella... le vi una vez más. De nuevo él. Había conseguido olvidarle, borrarle de mi mente, pero estaba visto que no iba a ser tan fácil. Mi primo Pablo se me apareció fuera del baño, en la parte trasera de la casa. Podía verle a mi izquierda, en el ventanal del baño que daba allí, justo donde él vio hace cuatro días a Nuria masturbarse al encontrar su calzoncillo. Hijo de puta. Para mí ese ventanal era el más seguro de la casa, nunca andaba nadie por allí, jamás me preocupaba de él... hasta el otro día, que tuve los reflejos de recordarlo en el momento clave. Me reí entonces de Nuria, porque ella no lo tuvo en cuenta y ahora... ahora había caído yo... Bueno, también era verdad que podía habernos visto perfectamente desde el pasillo, o haber entrado incluso por la habitación, no estábamos ocultando nada, aunque deberíamos... pero llevábamos horas haciéndolo sin trabas para los otros... todo el magnífico sexo que estábamos practicando hoy Nuria y yo estaba siendo público y notorio para quien quisiera verlo. De hecho, por supuesto, no nos preocupamos cuando Meri entró antes en la habitación mientras lo hacíamos. Incluso cuando pillamos a Pablo dos veces estando en la cama... tampoco se acabó el mundo. Así que ¿por qué preocuparse ahora? Él sabía ya todo lo que tenía que saber, y había visto mucho más de lo que debía. Y yo lo que quería era follar con mi amiga.
Comprobé que mi deseo por Nuria seguía siendo infinitamente mayor que mi preocupación por mi primo. De hecho, mi preocupación por él era en ese momento infinitamente menor que el morbo que me daba el propio hecho de estar allí en bolas follándome a mi mejor amiga delante de él. Decidí que lo tenía claro, entonces, quería seguir adelante, y me ponía especialmente que él nos viese hacerlo, así que... ¡Dios! estaba como un queso, en bolas, con el cuerpo pegado al cristal, presentando su enorme verga dura, hinchada, que pegaba al vidrio, aplastándola con su cuerpo, haciéndola rodar manchando la ventana con sus líquidos y su sudor. ¿En bolas? ¡Espera! ¡No!, en realidad... pequeño bastardo... llevaba puestas nada menos que ¡mis bragas! medio bajadas para sacar su sexo, ocultas por sus huevos colganderos, sometidos al vaivén de su pajeo, costaba darse cuenta, pero no cabía duda de que estaban allí, el pequeño maricón se había puesto mi ropa interior, las braguitas sobre las que me había corrido, y él también, y que habían llegado hasta estar dentro de mi coño hacía un rato. Bueno, es cierto que yo misma se las di, así que... él sabría qué hacer con ellas. A mí, la verdad, tal como estaba ahora, aquello me excitaba mucho más de lo que pensaba, y no me molestaba lo más mínimo.
Decidí, incluso, por él, ofrecerle un poco más de espectáculo volviendo a comerle un poco más a mi amiga el coño. Tenía ganas de tirármela ya, pero pensé que a él le gustaría verme mamando aquel chochito. Bueno, y a ella. Delicioso, me gustaba tanto morderle el coño, chuparlo, meter la lengua por su almejita, estaba tan, tan húmeda, y gritaba mi nombre y me decía que me quería... No podía más, sentía mi propio sexo llamarme a gritos, me estaba masturbando el pene de plástico, dándome más placer en el sexo real de lo que podía administrar sin correrme. Por primera vez entendí bien, al experimentarlo en mis carnes, lo que siente un tío que se va a correr antes de tiempo. Decidí endiñársela sin esperar más. Las dos gritamos. Miré hacia la ventana mientras bajaba mi cuerpo para juntarme al de ella. Pablo me vio mirarle, y no dejamos de mirarnos mientras me la empezaba a follar con fuerza, cabalgándola con brutal pasión. Mi primo alucinaba, y se masturbaba frotándose con el cristal.
Me cansé de verle, y me refugié en mi amiga, que me buscaba a tientas, reclamando mi cara y mi boca con su lengua. Me relamió entera, nos besamos, nos besamos, nos besamos, mientras sentía mi cipote hundirse con gran facilidad una y otra vez en sus entrañas. Después de un rato, empecé a besarle yo la cara, el cuello, las tetas... ella me abrazaba con fuerza, hasta que bajó sus manos a mi culo. Joder, ¡qué sensación! sentir que me la estaba follando mientras ella me abría el culo con sus sabias manos de dedos sensibles. Lo tenía tan abierto de ella aquella mañana que mi esfínter se separaba como si fuese de mantequilla bajo la presión de sus dedos. Oooooooooh.
Miré a Pablo una última vez. Me miraba a mí, pero cuando me vio controlarle de nuevo, levantó la cabeza y atacó el cristal en salvaje embestida, follándolo con furia, como si fuese mi cuerpo. ¡Qué placer me estaba dando mi amiga con su masaje en el ano! Mmmmh. Sí, qué tonta, quizás ese era el camino, el siguiente paso... antes de nada debía dejar que mi primo volviese a probar mi culito, sería una buena prueba para ver si yo... estaba preparada para ir más allá. Por ahora, me dispuse a seguir su ejemplo y lanzarme al asalto fina sobre mi amiga. Aumenté el ritmo hasta el delirio, hundí la cabeza en el hueco de su cuello.
- Ahhhhhhhh ¡me matas, me corro Nur!
- Lauri, Lauri, ohhhh jodeeeeer Lauuuuuuuhhhh!!! - gimió mi amiga casi llorando.
- Mirahhh mi...mirahh a la ventahnaaaarggg! - le escupí sobre la oreja que le estaba comiendo cuando me empezó a llegar el orgasmazo definitivo.
Ella lo hizo, lo sé porque giró la cara bruscamente hacia él, y yo la seguí...
Los tres nos corrimos al tiempo.
Brutal. Pablo no volvió a mirar lo que pasaba aquí dentro, pero seguramente fue capaz de oírlo. Joder, el muy cerdo había conseguido correrse frotándose contra el cristal, aplastando su verga hinchada con su cuerpo desnudo sin necesidad de tocarse más...
Su corrida se esparció por todo el vidrio, nublando la vista a través de la ventana y poniéndole a él mismo perdido. También yo notaba una sucia humedad exagerada entre nuestras piernas. Bueno, poco habíamos durado limpias....
Me desmayé un poco sobre mi amiga. Cuando recuperé el sentido, me dejé caer, y fui limpiando su cuerpo con mi lengua, suavemente, dándole todo el placer del mundo pero cuidando de que no se nos fuese de las manos de nuevo. Sin duda, ya era demasiado tarde, y algo me decía que no convenía seguir abusando. Aunque ganas no me faltaban de seguir así, follando con ella, pasarme la mañana entera haciendo el amor con Nuria. Creo que ella estaba igual, de hecho acabó bajando al suelo, y utilizó como yo su lengua para limpiarme a mí, enredando su travieso órgano en mi pelambrera, mientras jugueteaban sus labios de la cara con los míos del sexo. Delicioso, aunque peligroso.
Cuando me animé a mirar de nuevo a la ventana, el sátiro de mi primo ya no estaba allí. Sólo el borrón viscoso de su lefa resbalando en el cristal dejaba constancia de su paso por allí. Pablo había visto todo aquella mañana, o digamos que había visto hasta las últimas consecuencias todo lo que la noche anterior no hubiera llegado a ver. Bien, es lo que había, su deseada prima estaba más salida que el pico de una mesa, y le iban las tías tanto o más que los tíos. ¿Y qué? Bueno, a él parecía no haberle importado ¿no? más bien todo lo contrario. Y a mí, sinceramente, a estas alturas de la película ya me daba igual todo. Si me lo montaba con él como si no. Ahora mismo sólo me importaba lo que estaba sintiendo por Nurita, algo nuevo y, al mismo tiempo, no dejaba de ser lo que siempre había sentido por ella, por más que me lo había querido negar siempre...
- La verdad que estoy para otra ducha - le dije, sintiendo que estaba empapada en sudor, y otros manjares.
- Ya... lo mismo digo... ufffff. ¡Qué fuerte, Laurita!
Le pegué una sonrisa de oreja a oreja, antes de besarla.
- Sabes ¡estoy feliz hoy!
- Bien... ¿y eso?
- No sé. Bueno... creo que tú algo tienes que ver ¿no? Un despertar así no se tiene todos los días...
- Bueno Lau... yo no sé si he despertado, es que creo que sigo en un sueño...
Esta vez el beso fue más tierno y cariñoso.
- Vamos, tendrá que ser rápido, porque creo que se nos ha ido un poco la hora... - dije levantándome y tirando de ella. Nuria al principio puso cara de incertidumbre, aunque luego se dio cuenta de que la estaba llevando a la ducha.
Entramos en la cabina. Tuve cuidado de no poner el agua tan caliente esta vez... necesitábamos enfriarnos un poquito. Las dos.
- Oye y... - no pude evitar preguntarle - eso que me dijiste antes...
- ¿Qué cosa?
- Lo de la sorpresa...
- ¡Ay mi niña! jajajaja. Pues eso. Una sorpresa, no te lo puedo decir todavía, claro. Además, no es cien por cien seguro... Pero yo creo que saldrá, y que te va a gustar. Tranquila, hoy mismo, ahora cuando nos vayamos por la mañana.
- Tengo tantas ganas de estar contigo, Nurita...
Nos besamos, claro. Nuestros cuerpos desnudos, mojados bajo la ducha, volvieron a juntarse. Nuestras tetas se colocaron, unas sobre otras, apreté mi pubis contra el suyo, acariciando con mi vello su pelada vulva. Las manos de ambas recorrían audaces y voraces el cuerpo de la otra, cuello, espalda, culo, brazos, piernas.
- Buffffff... ¡qué difícil! ¿verdad Nur? Controlarse, digo...
- Y que lo digas, Lau...
Me pareció que mi amiga estaba llorando, pero era difícil, ya que el agua de la ducha caía violentamente sobre su cabeza, imposibilitando diferenciar agua de lágrimas en su rostro. Pero si era cierto, eran lágrimas de alegría, a juzgar por la inmensísima sonrisa que partía su rostro. Lo cierto es que yo sentía una inmensa sensación de gozo, también.
- Te quiero muchísimo, Nur, no sé qué me pasa hoy pero no me canso de decírtelo.
Ella me abrazó con fuerza. Mejor. Mejor parar, dejar de mirarla. Aunque me quemaba sentir su piel apretada contra la mía. Tanta intimidad... Tenía ganas de decirle mucho más que la quería. Tenía ganas de ir más lejos, quizás de decirlo todo. ¿Tenía alguna duda ya? Mer, Lu... Sandra. No, Mer ya no, estaba casi segura de que no me equivocaba. Siempre íbamos a estar juntas, siempre estaríamos unidas. Pero no así. Con Nuria era distinto, con ella todo podía ser. Lo que hemos pasado juntas no lo he pasado con nadie. Quizás con Sandra, pero con ella... bueno, se da todo, el deseo, la pasión, la sorpresa, la aventura... pero siempre hay algo... siempre algo aparece, algo sucede, zonas oscuras que enturbian nuestra relación, de forma pasajera, cada cierto tiempo... no creo que pueda pensar en algo estable, duradero, con ella. Y es una pena. Lu. Lu es la versión luminosa de Nuria, con todo ese deseo, pasión. Aunque sin tanta aventura, más la que tengamos entre nosotras dos. Que no es poca, lo que hemos descubierto entre nosotras dos en los últimos tiempos ninguna se lo esperaba. Pero creo que ella, aunque me desee, nunca podría tener algo realmente serio con ninguna tía. Estamos bien así, como estamos, aunque las dos queramos más.
Nuria. Nuria en cambio... cuanto más lo pienso más claro me queda. Es perfecta. Ella es la mezcla buena de todo eso. ¿Peleamos? Puede ser pero, en realidad, cuando estamos con otras. Solas somos imbatibles. Tiene todo lo bueno y nada de lo malo de todas las otras juntas. Y está como un queso, siempre me ha puesto la que más. Con Meri, mi primera relación con una mujer, bueno, yo di el paso, aunque las dos queríamos, pero era casi algo natural, inevitable. Algo que tenía que pasar sí o sí entre nosotras. Yo me moría de ganas de probar algo así, rollo lésbico, y teníamos una relación tan cercana que salió casi solo. Pero con Nuria yo no fui capaz, y eso que la relación era también muy cercana, aunque no tan fácil como con Mer. Y no era por otra cosa que por el deseo sexual que sentía por ella. Es que siempre me puso como una moto, y eso me frenaba al pretender algo con ella. Para mi fue una sorpresa, un alivio, un regalo del cielo cuando fue ella la que dio el primer paso... ¡Maravilloso! No hemos dejado de hacerlo nunca desde entonces, siempre hemos estado juntas, al menos para el sexo. Y siempre ha ido a más... todas nuestras aventuras... Demasiado para contarlo ahora, y algunas cosas hay que no podré contar nunca a nadie... ganamos mucho dinero, jiji... en fin. ¡Cómo he podido estar tan ciega todo este tiempo! Estaba tan claro, siempre ahí, siempre delante de mis narices...
Aún así, necesitaba un poco de margen para decidirme. Mejor esperar, y pensar la cabeza fría. La tenía caliente, y no sólo la cabeza.
- Creo que... debemos salir, Ele.
Me costó separarla. Nos costó separarnos.
- Sí, claro, vamos...
Cuando salimos de la ducha, las dos miramos sin mucho disimulo a la ventana del baño. El manchurrón seguí allí, buena parte, lo más espeso y pesado, había resbalado por la tersa superficie del vidrio dejando marcados los viscosos regueros.
- Tengo que acordarme de limpiarlo... - pensé en voz alta.
- Joder, Lau... yo... lo siento.
- ¡Eh! ¿lo sientes ? ¿y eso... por qué?
- ...eh, ¿cómo que...? ¿te da igual que nos haya visto? ¡menuda pillada nos ha hecho!
- Nur... ¿tú has visto cómo estaba y lo que estaba haciendo él? - le contesté riendo. Ella, por contra, estaba seria. Más bien, sorprendida. - Completamente desnudo y ¡pajeándose de esa manera! ¡Mira ese cristal! Joder, tía... si hasta llevaba puesta mis bragas.
No podía evitar sonreír. Es que, en realidad, esa pillada de mi primo me había excitado mucho. Nos había visto a mí y a mi amiga en plena entrega y eso era algo tan bonito que me apetecía hasta compartirlo con él, en aquel momento. Si ya sabía de sobra lo que había entre las tres, aquella semanita había sido muy explícita, en todos los sentidos, así que... Pero estaba claro que una cosa era saber y, otra muy distinta, ver. En todo caso, con todo lo que yo llevaba ya encima con ese crío, sinceramente, me daba igual. Al menos después de lo nuestro aquellos días, al menos después de lo de ayer. Es más, sentí de pronto que ya no tenía ningún problema para hasta usar a Nuria, o a Mer, como escudos humanos sexuales. Si quería pararle, esa sería la mejor manera... siempre que él no intentase un ataque múltiple. Pero yo sabía que su objetivo real era yo, y aunque le pusieran mis amigas y seguro que estaba dispuesto a todo con ellas, nunca iba a dejar de ir detrás de mí. Así que, pasara lo que pasara entre ellos, lo que llegara a hacer conmigo era algo que realmente seguía y seguiría dependiendo solamente de mí. Podía ser suicida pero, visto cómo estaban estas, vista la tensión sexual de ayer en la piscina... todo era posible. Sinceramente, pese a todo, no era algo que me importara.
- Ya, no sé, pero antes, en la... en la cama...
- Más a mi favor, preciosa - le acaricié la cara y una teta. Poco a poco pareció relajarse. - Y lo de anoche en la pisci. Los cuatro en bolas ¿recuerdas? Cuando nos fuimos Mer te estaba haciendo una de las más memorables mamadas que le haya visto hacer. ¿Estabais calientes, verdad? Por cierto, gracias por... ya sabes. Pero bueno, tú misma llevas tonteando unos días con él, y ya habéis pasado a mayores incluso, al menos visualmente, y también... ya me entiendes - no quise confesar que le había pillado ayer con lo del masaje, sabía que eso le pondría nerviosa - y, bueno, a mí precisamente... Como comprenderás me ha visto y me ha hecho mucho más que lo que tú y yo hayamos podido hacer hoy... bueno, tampoco... reconozco que lo de hoy ha sido raro... ha sido especial ¿no?
- No sabes hasta que punto... - la sonrisa de Nuria por fin se iluminó de lado a lado. Yo le acompañe. Nos dimos un suave pico, como un sello de nuestro amor.
- Pero eso, esta misma semana me ha visto hacer y dejarme hacer por vosotras, cosas que seguro que nunca en su vida pasaron por su mente. Y he vuelto a recaer con él, no completamente, pero sí mucho, así que...
- ¿Y no te da miedo eso? ¿Volver a caer?
- Pues, sinceramente, no creo que pase - mentí. Aunque no tenía claro ya cien por cien que ese fuese mi único destino posible, como pensaba todavía tan sólo un poco antes. - Y, si pasase, tampoco sería tan grave. ¿No?
- Bueno, entonces... - me cortó Nuria, repentinamente ilusionada.
- Bueno entonces nada - dije yo poniéndome fingidamente seria - no se te ocurra hacer nada raro, que nos conocemos, ¿eh?
Ahora las dos nos pusimos a reír.
- Lauri, eres casi peor que yo, que ya es decir, ¡jajajajajaja!
- ¡Si, cierto! Hacemos buena pareja ¿verdad?
Abrazadas, besándonos y riéndonos, salimos a la habitación. Todo estaba abierto, ventanas y puertas, pero no había señal de peligro. Oímos chapotear en la piscina. Era María, pero estaba a lo suyo, nadando. Sola. Dónde se había metido mi primo, lo ignoraba.
- Una última cosa, Lau...
- Dime.
- Sobre Pablo.
- A ver...
- ¡Tía, tiene realmente la verga más grande que he viso en mi vida! Creo que por eso me sentía mal... es que, antes, en la cama, cuando me pediste que...
- Ya, se la tocaste ¿no?
- Sí... ¡No! En realidad, fue él. Me tocó él. El cuerpo, con su rabo. Es que es taaaan grande.
- Sí, está especialmente excitado estos días, yo creo. Aunque os advertí que la tenía enorme, y aún le había crecido más. Y ayer... lo de ayer ¡fue alucinante!
- ¿De verdad no...?
- No.
- Joder tía, pues no sé cómo coño aguantas.
- Ya, dímelo a mí.
- A mí me costó horrores no hacer nada ayer. Supongo que porque te tenía a ti detrás. Quiero decir, no porque estuvieses, y no quisiera que me vieses, no... - Nuria se puso roja, tratando de explicarse.
- Tranquila, jiji.
- ¡Mierda! Quiero decir que antes... joder, no te hubiese cambiado por nada tía, ni por el pollón más grande del mundo.
- Eso es un piropazo, y más viniendo de ti, con lo que te gustan las pollas.
- Ya. Casi tanto como a ti - Nurita estaba extrañamente seria - Es que sabes que para mí eres lo máximo. Y si hablamos de sexo, más todavía.
- ... - Me quedé muda, sin saber qué decir.
- Quiero decir... que... - Nuria se empezó a poner nerviosa de nuevo, sin duda pensando que había metido la pata.
- No, no... creo que... tu sentimiento es ...mutuo - ¡lo dije! - De todas formas... mejor hablamos luego ¿vale? Es tarde - dije mirando el reloj de la mesilla de mis padres.
No era tarde, realmente, pero teniendo en cuenta lo que habíamos hablado de aprovechar para ponernos en marcha temprano... Nurita y yo habíamos estado bastante más de una hora en el baño.
- Creo que tenemos mucho que decirnos - le sonreí ampliamente, antes de volver a besarla con deleite. Cuando nos separamos, añadí: - Oye, y ojito con mi primo ¿vale? Creo que deberíamos bajar el tono, o esto sí que no hay quien lo pare. Y no me gustaría pasarnos tres pueblos con el niño para luego nada ¿me entiendes?
- Tranquila, que yo no haré nada...
- OK, genial.
- ... si tú no haces nada - ese añadido me pilló por sorpresa.
Nuria, que me conocía bien, sin duda estaba tan convencida como yo de que todo iba a terminar como iba a terminar. Pero vayamos por partes. Para mí, en realidad, en ese instante el principal problema es que no quería correr tanto con él porque quería exprimirla a ella.
- Buena respuesta. Me parece bien, jiji, así sea.
Riéndonos, empezamos a vestirnos. Bueno, realmente yo sólo me puse braguitas, afortunadamente tenía allí las que traje cuando llegué huyendo de mi primo, a los pies de la cama, ya que Nurita me las había quitado nada más tumbarme sobre ellas. Consideré que no se habían manchado demasiado, a pesar de que yo venía chorreando, ya que Nuria no perdió ni medio segundo en desnudarme. Aunque eso era un poco indiferente, igual las estaba mojando ahora, ya que seguía soltando flujo a chorro. Es increíble, parecía que había pasado una eternidad desde entonces, desde que llegué y me tumbé sobre mi amiga. En unas horas había pasado de ser una amiga más, a ser mi más deseada amante. Un chispazo me recorrió la columna vertebral al constatar hasta qué punto tenía claro aquello. Frente a mi duda e indecisión continua con lo de Pablo, de pronto lo de Nurita lo tenía ahora, por primera vez en mi vida, cristalino. Me sentía feliz, llena. Si no le decía nada ahora no era tanto porque tuviese que pensarlo, reflexioné, aterrada, al darme cuenta; era más bien porque necesitaba un poco de tiempo para asumirlo. Y, quizás pensar la forma y el momento de decírselo, de pedírselo.
Nuria, por su parte, se vistió al completo, después de rebuscar en su maleta: se puso braguitas, una faldita ligera, no demasiado ínfima pero bastante trasparentosa. Camiseta de tirantes, sin sujetador. La verdad, con sus mini tetas podía no llevarlo, y podía incluso ponerse esa camiseta, era difícil verla nada si no hacía ningún movimiento verdaderamente aparatoso. Terminó con sus sandalias de cuero. Poca cosa, ropa ligera de verano. Pero después de un día prácticamente desnuda 24 horas, se me hacía raro verla así.
- Bueno, yo el resto tengo que ir a buscarlo a mi cuarto, jiji.
- Cuidado con... ¡ya sabes! jajaja.
- ¿Con la serpiente? jiji.
- ¡Qué básica eres, cacho puta! Pero sí. - Nurita siempre tan fina. - Oye una cosa ¿te importa ponerte falda?
- ¿Falda? ¿Y eso? - le pregunté, mirándola sugerentemente.
Bueno, que Nuria me pidiera a mí también aquella ligereza en el vestir sólo podía ser por un motivo, estaba claro. Cada vez me intrigaba más lo que estaba tramando mi amante. Algo había preparado para "divertirnos" en nuestra salida pero, si fuese algo sólo entre nosotras dos, no le daría tanto bombo.
- Tú hazme caso - sentenció, misteriosa.
Terminé de peinarme rápido, y le pregunté, mientras ella acababa de arreglarse:
- ¿Tenéis ropa sucia? Voy a poner una lavadora. Básicamente, me estoy quedando sin braguitas.
- Pues sí, te cogimos unas bolsas. - Nuria me señaló una bolsa en la maleta de María, mientras me pasaba otra, que rescató de las profundidades de la suya. - Mira, si quieres quito estas camisetas y el pantalón y... joder, ¡qué cantidad de bragas sucias! jajajaja.
Me había visto sacar la bolsa de María, y no tenía más que ropa interior.
- Joder Laura, esto sí que apesta a pescado ¿eh? ¡Nos lo hemos pasado bien estos días! jajajaja.
Reconozco que una de las cosas que me gustan de mi amiga es precisamente que sea tan bruta. Es que me pone cuando se comporta como un camionero, jiji.
- Pues si vieses el cesto de ropa sucia de mi vestidor. ¡¡¡Llenito de bragas y calzoncillos acartonados de lefa!!!
- También las bragas ¿no? ¡so puta!
- Claro que sí, mi amor, ya me conoces... jijiji. Voy yendo ¿vale?
- Sí, yo casi estoy.
[CONTINÚA]
...dicen de mí que tengo buen sabor
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@laualma mamita que relato lo que me pone una chica con una polla falsa atada a la cintura y si que eres una putilla de cuidado ufff
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sanguine et pulvis
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@nyctidromus jijiji tenemos gustos parecidos!
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@laualma Mi niña viciosa claro, me gustaria jugar contigo y tu polla
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@nyctidromus mmmmmm
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@laualma uff mami me pone que al quitarte las bragas encuentre en tu culito un butt plug que brille al contacto con la luz, tomándolo con los diente y retirarte lo lenguetearte ese ano dilatodo para follar Melo como burro y dejaste el ojete repleto de lefa.🔥🔥💧💧🍆🍆💞
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@nyctidromus regálame uno y métemelo tú
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@laualma uff voy buscar la manera mamacita para poder verte con el culo lleno
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@nyctidromus guarrito
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@laualma por ti mamita soy el más guarrillo, por tus tetas babeo por tu coño peluchito me colocó cachondo y por tu ojete abierto y lubricado me empalmó cómo caballo🔥🔥🔥
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@nyctidromus muy guarrito
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@laualma uff si mami las ganas que tengo de verte las tetas para hacerme una paja bien rica uff pienso en tus tetas si se me endurece la polla🍆🍆🍆🍆
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@nyctidromus qué ganas me dan de enseñarme...
...dicen de mí que tengo buen sabor
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@laualma uff y yo de verte desnuda y follando con tus amigas comiéndose vuestros coños y anos chorreantes de putas
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@laualma uff mis putas follense duro mami por mi que me la meneo y me meto los dedos en el culo por UD. 🔥🔥🔥🍆🍆🍆🍆
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@laualma te gustaría que te cabalgue teniendo tu un arnés con polla mami, o prefieres que se yo quien te de polla por tus agujeros viciosos?
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