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Vaciar todo

Una historia diferente. Parte I

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(@sumisso)
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Siempre he pensado que todos llevamos en nuestro interior escondido algún sentimiento que no conocemos, no somos consciente de ese sentimiento porque está escondido  profundamente. Al igual que llevamos un sentimiento, llevamos un secreto escondido del que no somos consciente. Tan solo se ha de estar en el lugar y momento apropiado para que algo haga  despertar  ese sentimiento y secreto escondido, salen a la luz y empiezas a comprender lo que ocultabas en tu interior.  Esto fue lo que me sucedió a mí, nunca habría imaginado lo que llevaba dentro escondido, pero pronto saldría a la luz y empezaría a comprender.

 

Mi madre estaba empeñada en que fuésemos a pasar una semana de vacaciones  a la localidad donde ella nació y se había criado. La idea no me gustaba en absoluto, no deseaba ir a un pueblo  recóndito y abandonado por la mano de dios. A mí me gustaba la ciudad y en aquel pueblo no se me había perdido nada. Mi madre llevaba tiempo insistiendo que iríamos a pasar unos días a ese dichoso pueblo. Mi madre, de nombre Marta, llevaba meses hablando con una tía suya que vivía en aquella localidad. Su tía Marga era la única familia que la quedaba. Yo nunca había visto a su tía Marga, sin conocerla ya la odiaba, simplemente por el hecho de que se pasaban horas  a diario hablando por teléfono mi madre y su tía. Llevaban meses hablando por teléfono, cotorreando largas conversaciones y recordando viejos tiempos.  Aquello a mí me ponía de mal humor, debía esperar a que terminasen para poder cenar.

 

En aquella época era un joven ya casi adulto, no os diré que edad tenía porque me da incluso vergüenza. A pesar de todos los años que tenía me comportaba como si fuese un niño. Era un joven problemático que no paraba de meterme en problemas, uno tras otro. Ya debía de estar trabajando y manteniendo a mi madre, pero era al revés, era mi madre quien me mantenía a mí con su trabajo.  Yo era un completo vago e irresponsable que no mostraba interés por nada. Mi madre se ocupaba de la casa, trabajaba largas horas y además debía ocuparse de mí, solo la traía disgustos y nuevos problemas a su vida.  

 

Al final no tuve más remedio que ir a aquel dichoso pueblo a casa de la tía de mi madre, la señora Marga. Mi madre se opuso por completo a dejarme solo una semana en casa, era consciente que a su regreso se encontraría algún problema de mayor envergadura, como el de la última vez que se quemó una habitación por fumar y descuidarme. Si, tal como he dicho era un joven rebelde, más bien en camino de ser un potencial delincuente. Tendría que aguantar una semana a mi madre en aquella localidad y sobre todo a su tía Marga que suponía que era un “vejestorio “.  Un término despectivo que os aseguro que hoy en día no utilizaría.

 

Llegamos al pueblo tras un largo viaje en el coche de mi madre. El coche de mi madre estaba prohibido para mí, ella incluso tenía que esconder las llaves, Otro de mis grandes fracasos en la vida. Hace poco me había sacado el carnet de conducir y en tan solo un mes me lo quitaron por conducir borracho y estrellarlo contra una fuente pública. Ya he indicado que llevaba el camino de un delincuente en potencia, cada día era un nuevo problema. Mi madre aparcó en la puerta de una vieja casa. Aquella vivienda era muy grande aunque muy antigua, había pasado de generación en generación durante mucho tiempo.  Una mujer ya entrada en años salió sonriente a recibirnos, supuse correctamente que aquella mujer era la señora Marga.  Me había equivocado por completo al suponer como era el aspecto de la señora Marga , era mayor pero no un vejestorio como me había imaginado.

La señora Marga tendría en aquel entonces unos 60 años, quizás 65, quizás más…. Nunca llegué a saberlo. Si estaba seguro que prácticamente podría ser mi abuela por su edad. Era una mujer mayor con un aspecto muy atípico y extravagante. Su cuerpo físico era voluptuoso, un culo enorme, grandes pechos y voluminoso abdomen y estómago, Su tamaño era bastante grande, unos 100 kg de peso. Observé como a pesar de su gran peso  tenía gran agilidad y venía deprisa a recibirnos. Dio un gran abrazo a mi madre y posteriormente a mí. Sentí como si un oso me abrazase, noté todo su cuerpo  y enormes pechos estrujándome en su abrazo. Su vestimenta era peculiar, portaba un enorme delantal que cubría un vestido sin mangas corto hasta las rodillas que terminaban en  unas botas marrones grandes. Portaba en sus brazos y manos enfundados  unos guantes de goma largos  de fregar. En aquel momento no presté atención a sus guantes de goma, pero os puedo asegurar que ese  pequeño detalle marcará este relato, ya lo iréis comprendiendo.

Aquella alegría en el recibimiento hacía mí por parte de la señora Marga, pronto se disiparía. La señora Marga tardó poco tiempo en empezar a conocerme. La señora Marga empezó a conocer mis malos modales, mi desobediencia, mi rebeldía y mi gran chulería y arrogancia, me creía mejor que los demás y mostraba una actitud machista hacia las mujeres. Mi madre se disculpó ante su tía Marga por mis nefastos modales y faltas de respeto.

 Mientras cocinaban alegremente un típico plato de aquella localidad, mi madre comenzó a contar a la tía Marga mi largo historial delictivo. Mi madre hizo un drama como siempre hacía, casi llorando fue contando todos los problemas que causaba y de los que ella no podía hacer nada para remediarlo, no encontraba la solución a mi comportamiento.  Que mi madre  hablase de mí, me molestaba mucho y más delante de mí como si no estuviese allí presente. En ese momento surgió el primer encontronazo entre la señora Marga y yo. Recriminé  con muy malos modales y levantando la voz a mi madre que dejase de hablar de mí. La señora Marga recriminó mi falta de respeto hacia mi madre, la vieja señora se involucró donde no la llamaban. Mi madre dio por concluida la discusión, no era el momento ni lugar apropiado, estábamos de invitados  en una casa ajena a la nuestra. La señora Marga se dio la vuelta, su rostro regordete agradable se tornó a furioso. Me señaló apuntándome con su dedo enfundado en sus guantes de goma.

 

  • Da gracias que no sea tu madre, te aseguro que en este mismo momento te enseñaría modales – Me recriminó furiosa la vieja mujer.

 

Dada por concluida la discusión y mi primer encontronazo con la señora Marga, me fui a comprar una caja de cervezas, me senté frente a un viejo televisor y me aislé de aquella casa donde no deseaba estar. Mi madre y su tía Marga continuaron en la cocina, empezaron a reír hablando de otros temas más alegres para levantar el ánimo a mi madre tras aquel momento incómodo. La señora Marga no volvió a dirigirme la palabra, en poco tiempo empezaba a odiarme, ya me conocía.

 Observé una peculiaridad de la señora Marga, desde el momento que llegamos a su casa no se había quitado sus guantes de goma largos, siempre iba con ellos en sus brazos y manos enfundados. Pensé que quizás tendría un problema en las manos, pero estaba equivocado. Era una extraña adicción a los guantes.

 

Nos sentamos a la mesa a comer el plato que habían estado toda la mañana preparando. La señora Marga se despojó de un guante y se dejó el otro guante enfundado en su otra mano. Descubrí que incluso en la mesa a la hora de comer no se quitaba sus guantes, en tal caso se quitaba solo uno. Aquella extrañeza empezaba a llamar mi atención, ¿porque siempre llevaba guantes  de goma enfundados?  .Me parecía horrible que siempre llevase sus guantes de goma enfundados y además comiese con ellos. La respuesta a la pregunta la desconocía.

 

Mi madre colocó una olla enorme llena de aquel plato típico de aquella localidad.  Sirvió un plato a Marga, a mí y a ella. Me quedé horrorizado al comprobar el plato de comida, era un guiso muy raro que me daba repugnancia solo mirarlo. Era un plato lleno de caldo y muchos tipos de alimentos en su interior. No diré el nombre del plato para no ofender a ningún lector, pero era un plato muy conocido. Simplemente con la mirada odiaba aquel plato caldoso lleno de muchos alimentos, carne, patatas, verduras… Muchas personas habrían pagado un elevado precio por degustar aquella comida, pero para mí era un plato repugnante.

 

Comenzó la segunda discusión del día, no pensaba comer aquella repugnante comida. Le solicité a mi madre que me preparase otra  comida que fuese de mi agrado . Aquel gesto molesto mucho a la señora Marga.

 

  • Tu hijo ya es mayorcito…. Que sea agradecido y coma lo que le sirven en la mesa - Replicó la señora Marga a mi madre.

 

Tras una nueva discusión con mi madre, finalmente se levantó de la mesa y  me preparó otra comida. Sonríe de forma burlona hacia la señora Marga, había conseguido mi propósito y me burlaba de ella sonriente. Noté la rabia y furia de la señora Marga mirándome. Agarré un trozo de pan para saciar mi hambre mientras mi madre cocinaba de nuevo algo que fuese de mi agrado. Antes de llevarme el trozo de pan hasta mi boca, lo agarró la señora Marga entre su guante y lo apretó estrujándolo haciéndolo añicos.

Aquí tienes tu pan -  Me indicó mostrándome el trozo de pan destrozado y que había tocado con sus guantes de goma sucios. Se me quitó el apetito del trozo de pan al observar como lo había tocado con sus guantes de goma para destruirlo.  Ella sonrió burlona hacia mí.

 

No pretendo aburrir al lector con demasiados pormenores, os puedo asegurar que los días posteriores a nuestra llegada a la casa de la señora Marga fueron muy tensos. Llenos de discusiones, faltas de respeto y situaciones incomodas entre la señora Marga, mi madre y  yo. La señora Marga no paraba de recriminar mis modales y yo me burlaba de ella. Aquel vejestorio no quedaría por encima de mí.  El último encontronazo fue una noche que llegue tarde a casa, descubrí que había un bar en el pueblo que era realmente divertido. Llegué de madrugada y borracho. La señora Marga se levantó de la cama al escuchar la puerta y descubrió como llegaba borracho.

  • ¿Dónde has estado? – Me preguntó enojada.

 

  • En el club de alterne del pueblo,¡ no sabía que este pueblo era tan divertido¡ – Comencé a reírme al contar a la señora Marga como había estado en el club del pueblo donde había prostitutas.

 

  • A ese lugar solo van los delincuentes y mala gente del pueblo, es un lugar horrible – Me indicó enfadada.

 

  • Quizás deberías de ir algún día, quizás alguien quiera follar con una vieja gorda – Comencé a reírme borracho tras haber faltado al respecto de una forma terrible a la señora Marga. Me retiré a mi cama y la señora Marga quedó terriblemente enojada, nunca nadie la había faltado al respeto de aquella manera.

 

Aquella llamada telefónica, marcó el resto de mi vida, una simple llamada telefónica cambió el transcurso de los acontecimientos para siempre. Hoy en día agradezco aquella llamada, fue el principio de mi nueva vida. Mientras mi madre y su tía Marga charlaban tranquilamente tomando un café en el salón de la casa, sonó el teléfono móvil de mi madre. Era el número de teléfono de su trabajo, contestó inquieta, ella estaba de vacaciones y no era usual la llamasen.  El jefe de mi madre le indicó que la persona que la sustituía durante sus vacaciones había sufrido un accidente, necesitaba que fuese de inmediato, que interrumpiese sus vacaciones, se lo recompensaría  con creces. Mi madre suspiro irritada, no tenía más remedio que acudir a su trabajo. Sus vacaciones en el pueblo donde había nacido y se había criado habían concluido.

 

  • Marga, he de irme a trabajar mañana, ha sucedido algo. Mañana a primera hora nos marcharemos – Le indicó mi madre a su tía. Estaba irritada y enfadada pero no tenía más remedio que marcharse.

 

  • Querida, ¿Porque no dejas a tu hijo en mi casa y el fin de semana vuelve a por él? … estoy seguro que le hará bien el aire limpio del pueblo -  La señora Marga era muy inteligente, tramó un plan en tan solo unos segundos para aprovecharse de la ocasión.

 

  • El nunca querrá quedarse aquí…. - contestó mi madre.

 

  • No se lo digas, mañana márchate y cuando despierte no estarás, te seguro que le hará bien estar aquí alejado de las amistades de la ciudad que le están llevando por el mal camino - Mi madre dudó pero supo que era una gran idea, así lo haría.

 

Imaginaros mi sorpresa cuando desperté aquella mañana. Iba en ropa interior, tan solo un bóxer negro cubría mi cuerpo. Fui a la cocina a tomar una taza de café y algo de comer. La señora Marga me indicó lo ocurrido, me dijo que mi madre se había marchado a la ciudad a trabajar y regresaría dentro de tres días. No me creí sus palabras, fui directo a la puerta de salida de la casa para comprobar si todavía estaba el coche de mi madre aparcado en la puerta.  Fui a abrir la puerta  de la casa y  observé que estaba cerrada con llave desde el interior. Me giré y comprobé como la señora Marga agarraba las llaves de la casa entre su guante de goma.

 

  • ¿Buscas estas llaves ?... Olvídate de ellas, no vas a salir de esta casa sin mi permiso…. Voy a enseñarte modales y educación - Se guardó las llaves en el interior de su enorme escote que sujetaba sus grandes pechos.

La señora Marga comenzó a enfundarse su otro guante en su otra mano, ahora llevaba los dos guantes de goma largos de nuevo cubriendo sus manos y brazos hasta el codo. Se acercó hasta la puerta donde me encontraba y se abalanzó sobre mí. Su cuerpo pesado y voluptuoso me rodeo por detrás y noté como introducía su mano enguantada por detrás de mi bóxer. Su guante se deslizó por mi culo y terminó agarrando mis testículos desde atrás . Sentí una presión enorme, me agarró los huevos con una fuerza tremenda desde la parte de atrás de mi culo entre mis muslos. Escuché un pequeño chirriar de la goma de su guante mientras estrujaba y retorcía mis testículos. El dolor fue enorme.

  • Ahhhhhhhhhhhhhhhmmmmmmmmmmmmm- Grité de dolor mientras con su otra mano me tapó la boca. Me rodeaba con su antebrazo tapando mi boca con su guante mientras con su otra mano me retorcía los huevos de una forma brutal.

 

  • Calladito…. Intenta moverte y te rompo los huevos - Me amenazó. Rápidamente obedecí y estuve totalmente quieto, no me moví un centímetro, era tan fuerte el dolor estrujando mis huevos que obedecí de inmediato. Respiré el olor de sus guantes sucios mientras me tapaba la boca para que no gritase. Sus guantes olían fatal a goma rancia y sucia.

 

  • Ahora muévete hasta esa habitación…. - Me ordenó mientras seguía estrujando y tapando mi boca. Avancé despacio, apenas podía moverme por el dolor. Aquellos pocos metros entre la puerta de la vivienda y la habitación me parecieron interminables, mis huevos estaban a punto de explotar por la fuerte presión que ejercía sobre ellos. Me tenía completamente inmovilizado a su merced. Entramos en la habitación de la señora Marga. Una habitación normal a excepción de un extraño objeto situado en el centro de ella.  Desconocía que era aquel objeto, parecía una escalera de metal. Hoy os puedo decir que se trataba de un caballete metálico.

 

 

Me obligó a recostarme sobre el caballete metálico mientras continuaba estrujando mis huevos sin compasión. Mi abdomen quedó sobre la superficie de un caballete que tenía cuatro patas y muchos barrotes que cruzaban de forma horizontal. Quedé asustado al comprobar como cada pata metálica llevaba una argolla de cuero. Introdujo mis manos en cada brazalete de cuero anclado al caballete. Un pequeño candado se aseguraba entre la hebilla del brazalete y la pata metálica. Me ató las manos a cada pata de aquel pesado objeto. Mis pies corrieron la misma suerte, cada pie a la altura de los tobillos quedó cerrado por una tobillera. La señora Marga cerró todos los candados y quedé inmovilizado de pies y manos recostado sobre el caballete metálico.  ¿De dónde había sacado aquel objeto  la señora Marga ?... aquel objeto te inmovilizaba de pies y manos sin poder levantarte de él.

 

  • Sueltaaaaaame ahora mismo…. – Empecé a gritar a la señora Marga. No podía moverme sobre el caballete metálico. Estaba atado de pies y manos por los brazaletes cerrados por pequeños candados.

La señora Marga se acercó hasta mi rostro que colgaba del caballete, era como estar subido en una motocicleta, pero de la que no te puedes bajar. Comprobé como introdujo una mano enguantada por debajo de su delantal y su falda y comenzó a deslizar unas bragas blancas por sus muslos y piernas. Sacó sus bragas blancas por sus botas marrones y las hizo un ovillo estrujándolas. Acercó sus bragas sucias y olorosas a mi boca. Cerró mi nariz pellizcándola fuertemente para que no pudiese respirar por ella. Abrí la boca a los pocos segundos para respirar y encontré su otra mano forzando sus bragas al interior de mi boca.

 

  • Tienes la boca muy sucia…. Solo sabes faltar al respeto…. Tendré que cerrártela… - Comprobé como introducía sus bragas blancas hasta el fondo de mi boca. Degusté un fuerte sabor sucio, nunca había tenido unas bragas en la boca y mucho menos de una señora mayor y voluptuosa , el sabor era fuerte.  Agarró un rollo de cinta americana de color gris y comenzó a sellar mi boca dando vueltas con ella sobre mi boca y cabeza. Escuchaba el inconfundible chirrido de la cinta mientras continuaba dando una y otra vuelta con ella sobre mi boca. Ahora no podía escupir la mordaza de sus bragas. Intenté quejarme o gritar pero era imposible, sus bragas de una talla grande inflaban mi boca.

 

  • Así calladito…. Ahora nadie te escuchará ….. no va a venir tu mamaíta a salvarte…. – La señora Marga comenzó a burlarse de mi al observar cómo me encontraba inmóvil y completamente en silencio sobre el caballete. Se dirigió hacia un armario de su habitación. Quedé atemorizado al comprobar como el armario guardaba objetos e indumentaria muy extraña. Ropa de cuero, botas, cadenas, esposas y muchos más objetos siniestros. ¿Aquella señora había visto la película de cincuenta sobras de grey ?. No daba crédito a todo el material de castigo y ropa  fetichista que tenía escondido en su armario

La señora Marga agarró entre sus manos una correa de cuero especial, era como un cinturón de cuero pero llevaba un mango de agarre grueso. Me fijé que el mango estaba grabado “Señora  Marga “ .  Se dirigió hacia el caballete donde me encontraba postrado agarrando entre la palma de su guante la correa de cuero. Se inclinó hacia mi cara inclinada en el caballete  y levantó mi rostro sujetándome por el pelo. La goma de su guante tiró con gran brutalidad sobre mi pelo para que dirigiese mi mirada a la suya. Ahhhh  me hacía mucho daño tirando del pelo con aquella agresividad, estaba realmente enfadada la señora Marga. No pude quejarme, sus bragas inflaban mi boca hasta el fondo de la garganta sin poder emitir sonido alguno, estaba  completamente silenciado. la señora Marga era bastante bruta conmigo y utilizó su fuerza sujetándome por el pelo. Estaba realmente enojada.

 

  • Te voy a enseñar modales. Tu madre debería de haberte castigado como te mereces, pero como no lo ha hecho, lo haré yo. Voy a romperte el culo a correazos, te aseguro que no vas a poder sentarte durante una semana. Me dan igual tus llantos, llora cuanto quieras y si puedes intenta pedir ayuda… creo que no va a ser posible .Recibirás 100 correazos para que aprendas a respetarme - . Quedé asustado por sus palabras que dirigió con un tono enojado y muy serio sin ápice de broma. Liberó mi pelo de entre su guante y se colocó tras de mí. Me bajo mi ropa interior dejando mi culo al desnudo, sentí una gran vergüenza al quedar desnudo ante la vieja señora.

 

Escuché un silbido proveniente de su correa levantándola en el aire y la descargó duramente contra mí culo desnudo.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS     - Uno 

 

Nunca había sido azotado, comprobé que puede ser realmente doloroso. La correa  impacta en tu trasero y deja tu culo ardiendo.  Aquel azote tan solo fue el primero de muchos.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSS   dos   ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS  tres.

 

La señora Marga continuó azotándome sin pausa, estrellando su correa contra mi culo una y otra vez. Cada nuevo correazo era más doloroso que el anterior, la piel de mi culo se calentaba y cada nuevo azote era más letal estrechándose sobre la piel ya enrojecida.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSS    - treinta y cinco. La señora continuó azote tras azote, mi culo cada vez ardía más.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSS – Cincuenta. Llegamos a la mitad del castigo cuando se detuvo la señora Marga. Se situó frente a mí y observó como ya estaba llorando. Toda mi chulería había desaparecido.

 

  • ¿Ya están llorando? …. Te daré una buena noticia y otra mala. La buena es que ya has cumplido la mitad del castigo. La mala es que la segunda mitad va a ser mucho más dolorosa para ti, duplicaré la fuerza en cada correazo… y los diez últimos van a ser muy especiales te lo aseguro -  Me recriminó la señora mientras sujetaba de nuevo fuertemente su correa por el mango.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSS     Aumentó la dureza tal como me había prometido. Los nuevos correazos eran mucho más dolorosos que los anteriores. Comencé a llorar desconsoladamente, cada nuevo correazo era más terrible y mi piel cada vez se calentaba más.

 

Comprendí el significado de la palabra impotencia. No podía moverme del caballete, estaba inmovilizado sin poder huir.  Quejarme o gritar hubiese ayudado a saciar el dolor , pero amordazado de aquella manera no podía emitir queja alguna. Me sentía completamente humillado atado al caballete metálico y silenciado con sus bragas que desprendían un fuerte sabor amargo.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSS  setenta y cinco. Continuaba llorando, la azotaina se había convertido en una pesadilla. Mi culo me ardía por completo. Deseaba suplicar se detuviese, pero no era posible amordazado . Lloraba sin importarle lo más mínimo a la señora Marga que volvía a levantar su correa en el aire para descargarla duramente contra mi trasero.

 

  • Últimos diez correazos, te advertí que iban a ser especiales. Nunca ante nadie s me ha faltado al respeto como tú, te aseguro que estos últimos correazos van a ser especialmente dolorosos – La señora Marga volvió a colocarse tras de mí y levantó su correa inclinando su cuerpo hacía atrás de tal forma que descargó la correa con gran fuerza.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSS      El dolor fue insoportable, terriblemente doloroso.  Continué llorando  mientras la señora Marga se preparaba para propinarme los azotes restantes.

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS   Los últimos correazos se hicieron interminables, se detuvo el tiempo, nunca llegaban a su fin. El sufrimiento era interminable.         

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS – Cien. Tras propinarme el último correazo lloraba desconsoladamente, me había roto el culo tal como había prometido. La piel de mi culo estaba ardiendo y completamente magullada de color rojo y morado. La señora tenía razón no iba a poder sentarme durante una semana en ningún asiento.

 

  • Espero te sirva de lección…. Más te vale que me trates con respeto y me obedezcas en todo a partir de ahora. Vas a pasar 3 días conmigo en mi casa y se te pueden hacer muy largos… si vuelves a faltarme al respeto te ato de nuevo al caballete y comenzaremos desde cero el castigo, me da igual como tengas el culo de magullado, ¿crees que no soy capaz ?.... desobedéceme y lo comprobaras - . Quedé completamente asustado, debería de obedecer por completo a la señora Marga y tener mucho cuidado en mis modales, no deseaba volver a recibir aquel terrible castigo.

  

La señora Marga me desató del caballete. Estaba dispuesto  a salir de aquella habitación lo antes posible, pero la vieja señora me detuvo.

 

  • ¡No tan deprisa¡ Te vas a colocar de rodillas mirando contra la pared. Si veo que te mueves de ahí… agarro la correa de nuevo. – Obedecí de inmediato.  Fue realmente humillante encontrarme de rodillas contra la pared. Permanecía con mi ropa interior bajada hasta los tobillos, de rodillas y con sus bragas en la boca repleta de cinta. Me mantuve quieto y en silencio mirando a la pared.

 

  • Vas a permanecer ahí hasta que me plazca…. Ni se te ocurra moverte si no quieres que empiece desde cero a azotarte con la correa - . La vieja señora Marga salió de la habitación y dejó la puerta abierta.  Continuó realizando sus tareas y cada poco tiempo escuchaba sus pasos en la puerta de la habitación comprobando que no me había movido. Fui completamente obediente y no me moví de aquel lugar a pesar del dolor que desprendía mi culo y ahora mis rodillas.

 

 

Estuve dos largas horas arrodillado mirando a la pared. La señora entró de nuevo en la habitación y me agarró del pelo bruscamente. Me levantó del suelo con terrible fuerza y me condujo agarrando mi cabello entre su guante  hasta la cocina de la casa.

  • ¡Siéntate ahí¡ - . Me ordenó que me sentara en una silla. Dudé, mi culo me ardía, no podía sentarme.

 

  • No voy a repetírtelo más veces,¡¡ siéntate ahí ahora mismo¡¡ - Me repitió levantando la voz. La señora continuaba terriblemente enojada conmigo, hablaba en voz alta, me gritaba y me trataba bruscamente,.

 

Desconocía que pretendía la vieja señora, pero pronto lo averigüé. Agarró la olla repleta de aquel repugnante guiso y me sirvió un plato que prácticamente sobresalía por los bordes. Agarró un trozo de cuerda y ató mis manos al respaldo de la silla. Se sentó frente a mí en una silla . La señora Marga estaba muy pegada a mí, estaba prácticamente encima mía, sus silla pegada a la mía. Volvió a colocarse sus guantes de goma en sus manos. Escuchaba el chirrido de la goma entrando en sus carnosos brazos. Los guantes de goma marcaban sus voluptuosos brazos y los apretaba, parecían que iban a reventar, pero no era así, era justo como ella deseaba, apretados para darla facilidad de movimiento.

Observé como acercó el plato repleto de aquel guiso que había rechazado días anteriores  y agarró una cuchara con su mano enguantada.

 

  • Ahora vas a comerte todo el plato que dejaste el otro día y te burlaste de mi  -  . Me recriminó duramente.

 

  • No me gusta, es horrible, no pienso tragar esa comida - Me quejé profundamente.

 

PLAAAAAAAAAAAAAAAAAFFFFFFFFFFFFFFF    PLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAFFFFFFFFFFFFFFFFFF   Estrelló dos tremendas bofetadas en mi cara de lado a lado. Su guante de goma resonó en toda la estancia al chocar en mi cara. Me ardía la cara, la goma de su guante escocía mucho.

 

  • No quiero escuchar una sola queja más - . Estuve a punto de volver a quejarme pero observé como levantó su mano enguantada amenazante en el  aire y cerré la boca, no deseaba ser abofeteado de nuevo.

 

La vieja señora Marga agarró la cuchara repleta de comida y la introdujo en mi boca. Aquella comida era detestable, no me gustaba, odiaba tantos alimentos mezclados.  Volvió a meter la cuchara en el plato una y otra vez para darme de comer de aquella forma tan vergonzosa para mí. En un momento dado se cayó sobre mi cuerpo un trozo de alimento, la señora lo recogió con su guante y lo introdujo en mi boca. Era la primera vez que degustaba sus guantes, el sabor de su guante era peor que la comida, la goma de su guante olía y sabía fatal, estaba completamente sucia, eran unos guantes muy viejos.

 

  • Puaaaaaaaaaaaaaaaaggggggggggg -  Me quejé al saborear sus guantes de goma sucios. Tuve una arcada al sentir su dedo enguantado en mi boca.

 

  • ¿No te gustan mis guantes? – La señora Marga me mostró sus guantes. Dejó la cuchara sobre la mesa y metió su mano enguantada en el plato agarrando los trozos de comida. Introdujo su mano repleta de comida en mi boca y empujó con sus dedos de goma para que tragase. Aquel gesto fue realmente humillante. La señora deseaba humillarme y encontró una forma realmente humillante de hacerlo introduciendo la comida entre sus guantes sucios hasta el final de mi boca.

 

  • Da gracias que sea permisiva contigo….. podría hacerte tragar la comida de una forma que no te gustaría nada…. Te aseguro que no sería la primera vez – Quedé intrigado, desconocía a qué forma se refería. La señora observó mi rostro de temor y curiosidad, parecía que me había leído la mente.

 

  • Ohhhh, ¿ Te gustaría saber como ?.... Puedo orinar y defecar en el plato , te aseguro que te haría tragar todo…. Mantendría tu boca bien abierta con un abre-bocas y tu solo tragarías y llorarías…. Es más, puede que lo haga si vuelves a desobedecerme…. De ahora en adelante vas a comer y cenar este guiso tu solo de forma obediente. Te sentaras en la mesa, agarraras la cuchara y comerás todo sin rechistar… dame un solo motivo y te prometo que lo hare mezclado con mis restos  - . Su amenaza me dejó completamente aterrado. Desconocía si la señora era capaz de realizar semejante humillación, pero sería obediente por completo, no iba a comprobarlo.

 

Terminé el plato entero, quedó completamente limpio, no tuve más remedio que degustar aquel horrible guiso proveniente de  sus guantes introduciéndolos en mi boca. La señora Marga se levantó de su silla.

 

  • Muy buen chico…. Así me gusta….. esta noche te servirás tu solo un plato y comerás todo, al terminar me lo agradecerás …. Desobedece y ya sabes con que ira mezclado  - La señora tiró del extremo de sus guantes de goma despojándose de ellos de un tirón.

 

  • Abre la boca - Me ordenó. Obedecí e introdujo sus guantes en mi boca amordazándome.

 

  • Ahora voy a echar una cabezada, no quiero escucharte - . Se marchó y me dejó en la estancia atado a la silla con sus guantes en la boca mientras ella se retiró a su habitación a dormir.

 

¿Recordáis que dije al principio del relato?..... Los sentimientos que llevamos escondidos del que no somos conscientes…..  Eso me sucedió en aquel instante. Había sido  castigado duramente con la correa, humillado en la cocina de aquella forma que tuve que tragar toda su comida, y a pesar de todo…..  empecé a sentir algo especial por la señora Marga. En aquel momento no entendía lo que sucedía, no dejaba de pensar en aquella señora mayor vieja y voluptuosa. Cada vez que pensaba en lo sucedido me excitaba de una forma que nunca me había ocurrido. No dejaba de pensar en ella, en sus guantes, en su correa, en sus bragas en la boca….  A medida que pensaba cada vez me excitaba más. No comprendía aquellos sentimientos que habían despertado en mi interior.  Tuve mucho tiempo para reflexionar, permanecí atado y amordazado durante horas en la silla y no paraba de pensar en la señora Marga, pensaba en ella de una manera especial que no lograba entender.

 

En los días restantes hasta el regreso de mi madre, sucedieron muchas más situaciones que aumentaron aún más mis sentimientos hacía la señora Marga. Adoraba su carácter autoritario hacia mí. No dejaba de ordenarme cosas, haz esto, haz lo otro…. yo obedecía al instante. Obedecía por dos motivos; El primero era que no deseaba ser azotado de nuevo con la correa, el segundo era que sentía tal respeto hacia la señora Marga que me temblaban las piernas y a la vez me excitaba de una manera que no comprendía.

 

Obedecí por completo a la señora Marga. Pasamos los dos días restantes organizando y limpiando su casa. Yo era su ayudante y hacía cuanto me pedía. Escuchaba atentamente sus palabras y las llevaba a cabo diligentemente. No tenté a la suerte, a la hora de la comida y de la cena comía mi plato de aquel repugnante guiso sin quejarme, todavía resonaba en mi cabeza su amenaza. El enfado de la señora Marga hacia mi había desaparecido, pero al menor descuido podría aparecer de nuevo y fue lo que sucedió.

Aquella tarde la señora Marga decidió que saldríamos a dar una vuelta por la localidad y posteriormente iríamos a una asociación donde se reunían los vecinos para charlar y jugar a las cartas. La señora Marga se vistió de una forma muy elegante, estaba preciosa. Vestía con una falda negra, medias negras y sandalias abiertas  de tacón. Un elegante abrigo de visón recubría su cuerpo y por supuesto unos guantes de piel negros. Vestía de forma muy elegante como la señora que era. Comprendí que nunca se despojaba de los guantes, en casa utilizaba los de goma y en la calle los de piel. Desconocía porque siempre utilizaba guantes, no entendía su manía, pero nunca se separaba de ellos.

 

Aquella tarde fue completamente aburrida para mí. La señora Marga charlaba con sus amigas de su edad  mientras yo solo deseaba volver a casa. Mi lado desobediente afloró de nuevo, fui grosero con sus amigas. Una cosa era obedecer y respetar a la señora Marga y otra bien distinta era hacerlo con sus amigas, no soportaba aquellos vejestorios.  Aquellos malos modales volví a pagarlos bien caros. Nada más regresar a casa, la señora Marga fue directa a buscar algo. Regresó con un cepillo de madera para el cabello. Se sentó en una silla, se subió su falda y me hizo un gesto para que me recostase sobre sus rodillas. Obedecí, me recosté sobre sus rodillas y carnosos muslos mientras bajaba mis pantalones. La madera del cepillo se estrelló contra mi culo desnudo.

 

AAAAAAAAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH   - Grite de dolor. Se escuchó mi grito en toda la localidad. Mi culo estaba muy dolorido debido a su castigo con la correa de piel, tenía todavía el culo rojo y morado. Al azotarme con el cepillo de madera aquello me produjo un fuerte dolor, vi las estrellas literalmente.  La señora Marga se levantó, se bajó sus bragas y las introdujo en mi boca. Aquel gesto empezó a ser familiar para mí, recordé el sabor de sus bragas sucias en mi boca.

 

  • Te has empeñado en gritar, lloriquear y ser escandaloso… es algo que no tolero, es más lo detesto. Cuando alguien no para de quejarse y gritar lo amordazo con mis bragas. Estas teniendo mucha suerte…. Te aseguro que puedo amordazarte de una manera que no te gustaría - . Debía de reconocer que aquella situación me humillaba y me resultaba placentera a la vez. No lograba entender el  porqué, sus bragas sabían fatal y me sentía humillado y a la vez me gustaba.

 

Me azotó una y otra vez con el cepillo sin parar mientras la mordaza amortiguaba mis quejidos de dolor. Agarró mis manos a la espalda entre su guante de piel mientras con la otra mano no cesaba de azotarme duramente con el cepillo. Si ya tenía el culo magullado de su último castigo, ahora quedé aún más dolorido, la simple brisa rozando mi piel me producía un gran  dolor.

 

  • Cuando te digo que seas respetuoso… no solo es conmigo….. es con cualquiera…. Has faltado al respeto a mis amigas…. Necesitas mucha disciplina…. Lástima que tu madre llegue mañana, una semana más en mi casa y te aseguro que serías completamente manso y obediente – Me recriminaba mientras continuaba azotándome fuertemente con el cepillo en mi culo magullado.

 

Llegó mi madre un sábado por la mañana. Estaba agotada de tanto trabajar pero quedó recompensada al comprobar como yo había cambiado. Mi madre notó mi cambio de comportamiento, ahora era educado y obediente, ella desconocía la causa.  Mi madre estaba radiante de felicidad al comprobar como no discutíamos y como podíamos hablar alegremente entre nosotros. La señora Marga estaba orgullosa de mí, notaba su felicidad al comprobar mis avances. Aquel día comimos juntos en la mesa, yo comí aquel detestable guiso sin rechistar, mi madre quedó asombrada, no me reconocía.

 

  • No sé qué te ha hecho cambiar… quizás el aire puro de este pueblo…. Pero ojala seas así siempre, vendremos más a menudo - Me dijo mi madre orgullosa mientras estábamos sentados en la mesa.

 

En ese momento hice algo inexplicable, vi la oportunidad. No lo pensé dos veces, era ahora el momento o nunca. Miré a mi madre:

 

  • La señora Marga me ha invitado a quedarme una semana más con ella, dice que me hace bien este pueblo - Mentí a mi madre, la señora Marga no me había invitado, pero era la única forma de poder quedarme más tiempo y comprender los sentimientos que sentía hacía la señora Marga.  El gesto de la señora Marga al escuchar mis palabras fue inverosímil, quedó desencajada, ella tampoco comprendía porque había dicho que me había invitado a quedarme una semana más. Mi madre accedió de inmediato y le dio las gracias a su tía Marga. Ella era conocedora que en aquel lugar me mantendría lejos de mis amistades y  quizás dejase de ser un delincuente.

 

Aquella noche entró en mi habitación la señora Marga. Cerró la puerta y se dirigió muy seria hacia mí:

 

  • Quiero saber la verdad…. ¿Porque quieres quedarte aquí conmigo?….. si se te ocurre mentir mañana mismo te vas de aquí -   Me preguntó con un tono y rostro serio.

 

  • Ehhhh… yooooo….. ehhhh …. En este sitio estoy a gusto – Respondí mintiendo, fue lo primero que se me ocurrió. La señora Marga se dio la vuelta y me dijo tajantemente  que mañana me marcharía.

 

Había mentido en la respuesta a su pregunta, comprendí que o decía la verdad o me marcharía de su casa. En aquel momento me sinceré como nunca antes lo había hecho con nadie.

 

  • Está bien….. seré sincero….. siento algo especial por usted Señora Marga. No comprendo mis sentimientos, pero me gusta que me castigue, me humille…. Sea dura conmigo…. Nunca nadie ha sido tan estricta conmigo y siento algo especial al ser tratado de esa manera - . Me sinceré y agaché la cabeza avergonzada por mis palabras.

 

  • Muy bien…. Has sido sincero…. Puedes quedarte una semana aquí en mi casa. He de reconocer que también siento algo especial por ti…. Quiero castigarte y humillarte como te mereces – Se sinceró también conmigo la señora Marga. Sonreí al conocer que había accedido a dejarme quedarme con ella una semana más y saber que ella también sentía algo especial.

 

  • Por favor Señora Marga, sea muy dura conmigo, me gustaría que fuese muy estricta conmigo – La rogué y suplique.

 

  • No estás preparado….. pero si me desobedeces no dudaré en castigarte duramente como deseas…. Te aseguro que puedo llegar a ser terriblemente sádica y despiadada. Has podido comprobar que me encanta atar y amordazar, es algo superior a mí. Me encanta tener un esclavo atado, amordazado e indefenso…. Castigarle a mi antojo, puedo llegar a ser muy dura, puedo hacerte llorar hasta que te quedes sin lágrimas, es algo que me encanta. Nunca me han gustado las palabras de seguridad por eso me encanta atarlos y amordazarlos sin opción alguna. - . Me respondió de nuevo la señora Marga. Sentí miedo y excitación a la vez por sus palabras.

 

  • Lo deseo señora Marga… quiero ser su esclavo… - Volví a sincerarme.

 

  • Muy bien…. Así será….. te pondré a prueba …. Te recomiendo que seas muy obediente…. De lo contrario puedo hacer esta semana para ti una pesadilla – Escuché atentamente las palabras de la señora Marga. Adoraba su forma estricta de hablar.

 

  • Quiero vivir esa pesadilla señora Marga - Respondí de una forma sincera, quería sentir dolor y humillación.

 

  • Ohhhhh estúpido…. No te lo recomiendo…. Pero si insistes y me desobedeces te laomostraré….. dame un solo motivo y te castigaré de tal forma que desearas volver con tu mamaíta…. - Me recriminó ante mi creciente ego.

 

La señora Marga se dio la vuelta, abrió la puerta y antes de marcharse se dio la vuelta.

 

  • Mi esclavo a prueba necesita un nombre….. ¿cómo llamaré a mi esclavo?... mmm…. Ya sé un nombre apropiado para ti ….  “come bragas “ …. Siempre estas quejándote y gritando y tengo que amordazarte con mis bragas – Sentenció riéndose la señora Marga. Cerró la puerta y se marchó. Al día siguiente comenzaría una nueva etapa para mí, ahora era el esclavo de la señora Marga, era su  esclavo “ come bragas “. 

 

Aquella noche apenas pude dormir, no dejaba de pensar en la señora Marga y la semana venidera junto a ella. Tenía un plan en mi mente, estaba dispuesto a retarla y desobedecerla, quería saciar mi sed de castigos y humillaciones. Deseaba averiguar cuanto de sádica podía ser la señora, recibir sus castigos más dolorosos. En aquel momento desconocía el nombre de esos sentimientos, ahora sé que era ser masoquista. . Mi estupidez  la pagaría con un alto precio, menospreciaba a la señora Marga, no era consciente de lo sádica que podía llegar a ser, pero pronto lo averiguaría, viviría la pesadilla  que me prometió.

 

Para cualquier comentario: [email protected] 

Continuará….

 

 

 


   
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