Marimar y sus sus t...
 
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Marimar y sus sus tres sobrinos

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José
(@quique)
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                                         El vino 

Marimar estaba sentada a la mesa con Carmen, su hermana mayor, que le llevaba casi veinte años, con su cuñado y con Julio, el hijo de ambos.  Carmen y su marido cumplían ese día veinticinco años de casados y la necesitaban para que cuidara de su hijo y de dos de sus sobrinos, pues ellos se iban a un balneario el fin de semana. Carmen le preguntó:

-¿Sigues con el mismo novio, Marimar?

-No, Marcelo resultó ser un cantamañanas.

-¿Tienes a otro?

-De momento no tengo ganas de aguantar a nadie.

-Hablas como si tuvieras sesenta años y aún no has llegado a los veintisiete. En fin, son cosas tuyas.

-Sí, son cosas mías. ¿Algo más que deba saber de mis tareas aquí mientras estáis fuera?

-Sí, mañana, cuando vengas los primos de Julio, vuelves a pedir pizza para cenar, ya que vendrán por la tarde.

-A Julio le va a salir la pizza por las rejas.

-Mi hijo la come a todas horas. ¿Verdad, Julio?

Julio, que era un joven, moreno, de ojos marrones, de estatura mediana, guapo y muy tímido, que estaba sentado enfrente de ellas, asintió con la cabeza sin levantar la vista del plato.

Raúl, el marido de la hermana de Marimar, y Julio, estaban dando cuenta del cordero asado cuando a Julio le cayó un trozo de cordero al piso, se agachó y como su tía llevaba una falda corta que se le había subido al sentarse, le vio las piernas y la tanga negra. Cuando se incorporó y miró a Marimar a los ojos tenía la cara colorada. Ella supo porque era, pero no dijo nada.

Luego de verle las piernas y la tanga, Julio, estaba tan nervioso que, sin querer, derramó un vaso de agua sobre el pantalón. Carmen, al ver lo que había hecho su hijo, le dijo:

-¡Ya está el manazas! Ten mucho cuidado con él, Marimar, es un desastre con patas. 

Marimar le quitó hierro al asunto.

-A mí no me ha parecido tan grave la cosa. Un vaso de agua se le cae a cualquiera, Carmen.

Carmen seguía enfadada.

-¡Vete a cambiar la ropa!

Julio, que era un joven obediente, se levantó de la mesa y se fue a cambiar, sin rechistar.

El resto del tiempo transcurrió sin sobresaltos.

A las ocho de la tarde, Carmen y su marido cogieron sus cosas y después de decirle a su hijo que se portara bien y a Marimar que lo pasara bien, se fueron a coger el auto en el garaje.

Un par de horas más tarde, Marimar, estaba sentada en un sofá mirando la televisión, Julio llegó a la sala desde su habitación y le preguntó:

-¿Pides las pizzas, tía? El dinero está...

-Ya me dijo tu madre donde dejó el dinero. ¿Ya has pensado de qué la quieres?

-La mía la quiero de anchoas con pimientos.

Marimar pidió dos pizzas de anchoas con pimientos. Medía hora más tarde estaban en la sala de estar sentados en un tresillo uno a lado de la otra comiendo la pizza que tenían sobre una mesa camilla, y cómo el salado tira de la bebida, le preguntó Carmen a su sobrino:

-¿Sabes si hay vino en casa?

-Sí, mi padre tiene una caja de rioja tinto en la despensa.

-Vete a por una botella, un sacacorchos y dos vasos, uno para ti y otro para mí.

-Yo no bebo vino.

-¿No bebes vino o no te dejan beberlo?

-No bebo vino porque no me dejan beberlo y porque el alcohol es malo.

Marimar, haciéndose la tía estupenda, le dijo:

-Un vaso de vino no le hace daño a nadie.

Un vaso de vino no le hace daño a nadie que esté acostumbrado a beber vino, y como Julio no estaba acostumbrado, tras el primer trago, le miró para las piernas a su tía y empezó a hablar por los codos.

-Sabes, mi padre y mi madre riñen mucho porque a mi padre no le gusta que lleve faldas cortas.

-¿Eso te ha venido a la cabeza después de mirarme para las piernas?

-No, bueno, sí. ¿A tí te reñía tu novio?

-A mis ex los enamoraban mis piernas, entre otras cosas.

-¿Qué otras cosas?

-Muchas cosas que tengo, entre ellas mi personalidad.

Julio le miró para las tetas.

-Y también riñen cuando se pone un escote pronunciado.

-Eso es porque a tu padre no le gusta que le miren para el escote a tu madre.

-Yo creo que no le gusta que le miren para otra cosa.

-Vamos a dejar esta conversación que está tomando un rumbo inadecuado.

Julio acabó de comer el trozo de pizza que tenía en la mano, se echó otro trago de vino y se vino arriba.

-¿Qué se siente al tocar una de esas cosas, tía?

-¿Qué cosas?

Le miró de nuevo para las tetas.

-Esas cosas.

Marimar miró para el vaso de su sobrino y vio que le faltaban tres dedos. Si con tan poco ya se metía en honduras...

-No bebas más, Julio, no bebas más.

Julio había acabado de comer. Se recostó en el sillón, puso las manos en la nuca, miró al techo y dijo:

-Sabes, tía, el día que tenga novia me voy a pasar el día tocándole las tetas.

A Marimar le dio la risa.

-No te duraría la novia ni una hora.

Quito las manos de detrás de la nunca, la miró, y le preguntó:

-¡¿Por qué?!

-Porque a las mujeres no nos gusta que nos anden manoseando todo el rato.

Se bebió otro trago y ya se le quitó la poca vergüenza que le quedaba.

-¿Me dejas tocarte una teta, tía?

-El vino te hace decir tonterías, Julio.

-Solo un poquito, es para saber qué se siente.

-Ni hablar

-Una tocadita nada más.

-Que no.

-Un segundo.

-Ni un segundo, ni medio segundo.

Julio pasó de los ruegos al enfado.

-¡Ni que te la fuera a desgastar!

-No es eso, es que no está bién que un sobrio le toque una tea a su tía.

-Si fuera con maldad, sí, pero para mí sería algo pedagógico.

-¿Por qué será que pienso que ya has usado este truco antes?

-Ojalá, pero nunca he estado tan cerca de una mujer como hoy.

-¡¿Me estás diciendo que aún eres virgen?!

-Lo soy, a mi pesar, por eso te decía que era algo pedagógico

Marimar se ablandó.

-Si es por eso, toca, pero por encima de la camiseta y no se te ocurra decirle a nadie que te dejé tocar una teta.

Julio le palpó la teta derecha.

-Esta blanda, es como tocar una esponja de carne. ¿La otra es igual?

-Claro.

-¿Puedo palpar las dos juntas?

A Marimar le había gustado como le había palpado la teta, pues nunca se la habían palpado así, con timidez, dulcemente, como con miedo a  romperla y dejó que le palpase las dos.

-Palpa, pero poquito. 

Palpó con las dos manos. Marimar vio que su sobrino tenía una erección, que ella se estaba calentando y como aquello ya no tenía nada de pedagógico, le quitó las manos de las tetas y le dijo:

-Ya sabes que se siente al palpar unas tetas.

-Sí, es algo maravilloso y muy excitante.

Le miró para la entrepierna.

-Ya veo, ya. Ayúdame a recoger la mesa.

Julio bebió lo que le quedaba de vino de un trago y luego, contento, pero sin pasarse, le ayudó a recoger la mesa a su tía.

                                        La paja

Aquella noche hacía un bochorno insoportable. Marimar tenía una televisión en su habitación y luego de zapear se puso a mirar una película de acción que tenía escenas eróticas. El protagonista le gustó y empezó a templarse.

Sin casi darse cuenta, comenzó a acariciar el vientre con las yemas de los dedos de la mano derecha.Tenía los pezones casi duros, así que dejó la mano izquierda en el vientre, llevó la mano derecha a su teta izquierda y empezó a acariciarla sobre la tela de la camiseta. Bajó la mano del vientre al tanga y comenzó a acariciarse el coño. Le encanta hacer eso, acariciarse sobre la fina tela de la tanga. Poco a poco se fue poniendo malita. Arqueó la espalda, cerró las piernas y frotó los muslos entre ellos dejando su mano sobre el coño El calor se fue haciendo insoportable. Quitó la tanga y la camiseta y ya empezó a acariciarse entera. Su mano derecha fue al coño y los dedos frotaron el clítoris cada vez más rápido. Poco después quería sentirse penetrada, así que metió dos dedos de una estocada. Entraron fácil. Gimió en bajito y se mordió el labio inferior. Con la otra mano se seguía frotando el clítoris... Al rato se corrió. Al correrse apretó tanto la teta izquierda que vio las estrellas. A duras penas aguantó los gritos que pugnaban por salir de su garganta, debido al dolor que sentía en la teta, dolor que se mezclaba con el placer del orgasmo y con los espasmos que siempre tenía en vientre, muslos, vagina y culo.

Acabó de lado con una mano en el coño... Estuvo así un rato mientras se recuperaba y luego se dio una ducha rápida. Al volver cogió en su bolso una polla de látex, gruesa, de 20 centímetros de largo y con huevos en la base y lo echó sobre la cama, por si acaso, y luego siguió mirando la película.

Al terminar la película, desnuda y tendida sobre la cama, empezó a ponerse tontorrona. Volvió a acariciar el vientre con las yemas de los dedos, a notar cada curvita, cada relieve del vientre, y a hundir en su ombligo un dedo mientras apretaba con fuerza la polla de látex. Subió la mano a una teta recorriendo la suave piel del vientre para llegar a la también suave piel de la teta. La cogió con la mano y empezó a apretarla, a sentir su esponjosidad, su calor, su tacto. Movió las rodillas de un lado a otro como tonteando hasta que las dejó flexionadas. A veces juntaba las rodillas y a veces las separaba abriendo las piernas a tope. Mientras acariciaba las tetas, comenzó a pasear la polla entre sus suaves muslos, entre los labios mayores de coño... Marimar gemía de gusto cuando paseó la polla, justo por encima del ombligo, luego lo hundió en él suavemente, dejando que al hundirse fuese separando sus intestinos. Era como cuando una polla entra hasta el fondo de la vagina que sientes como si te removiesen las tripas, parecido, solo que tras el ombligo. Esa sensación para ella era bestial, era como si le follaran las tripas. Entretanto la otra mano seguía pegada a sus tetas, pasando de una a otra y apretando flojo unas veces y fuerte las otras.

Siguió jugando con sus piernas mientras guiaba la polla de látex hacia arriba hasta que colocó su glande encima del pezón de una de sus tetas. Apretó la teta con la mano para que no se moviese demasiado al colocar el glande sobre el pezón. Primero acarició el pezón con el glande un tiempo y luego lo pasó por las tetas, acariciándolas, empujando sobre la blanda carne... Después lo presionó sobre el pezón, era como quien aprieta el botón de un ascensor, lo hizo varias veces como si lo estuviera follado suavemente. Luego llevó su mano al coño, que ya estaba empapado, y comenzó a frotarlo, al tiempo que llevaba la polla a la boca. La lamió como si fuese un helado, mientras, por abajo, su otra mano separaba los labios de la vagina y metía dos dedos dentro de ella. Marimar lo estaba flipando, porque mientras se masturbaba, lamía la polla, lo metía en la boca como si fuese la de un hombre, y la apretaba contra la campanilla hasta que le daban arcadas que le ponían super tenso el vientre. Al rato se corrió. Comenzaron los espasmos en muslos y vientre y con la polla en la boca tuvo un orgasmo, fuerte y largo, tan fuerte y tan largo que llegó a pensar que iba a perder el conocimiento. Tuvo que sacarse la polla de la boca para llenar los pulmones de aire. ¡Diossss! Quién pudiera estar allí para poder lamerle los jugos de aquella tremenda corrida, aunque luego desapareciese como un fantasma para dejarla con sus cosas. Disculparme, fue un pronto. Vuelvo con Marimar.

Una vez que los espasmos pararon, juntó los muslos con las manos entre ellos y se dio la vuelta como siempre que se corría sola. No fallaba, siempre terminaba de lado.

Esa noche le pasó una cosa que le pasaba mucho y es que después de un orgasmo fuerte se volvía a masturbar. Era como si se quisiera reventar. destrozarse, exprimirse al máximo.

Luego de que su cuerpo volvió a la tranquilidad, se puso boca arriba, flexionó las rodillas, abrió las piernas, colocó el glande de la polla de látex en la entrada de la vagina, empujó y notó como se le iba abriendo el coño muy despacito hasta entrar. Se le escapó un gemido, luego continuó metiéndola hasta sentir los 20 centímetros dentro. Después se estuvo quieta como un minuto disfrutando el momento.

A Marimar le pasa algo que le pasa a muchas mujeres y es que cuando ha tenido un fuerte orgasmo, al volver a tocarse está super sensible y llega mucho antes. De todas formas, esta vez, comenzó a follarse a lo bestia, a apretar sus tetas hasta ver las estrellas, a meter la mano en la boca y a chupar los dedos. Oía perfectamente el ruido que hacía la polla al entrar y al salir de su coño. Tenía las tetas que casi le dolían al acariciarlas, pero se siguió dando a romper, y se siguió magreando las tetas. Unos tres minutos tardó en correrse, solo que esta vez el orgasmo fue más flojo. Aun así tuvo espasmos, y como siempre, su ojete y su vagina se cerraron y se abrieron solos. No sé cuánto tiempo estuvo así, segundos, claro, pero le parecieron eternos porque los prolongó apretando en clítoris, ya en posición semi fetal.

                                 La tormenta.

Habían anunciado tormentas y fuertes lluvias para esa noche, y la predicción no falló. Un rayo iluminó la noche, luego vino el trueno y tras él vino el segundo Diluvio Universal y con el segundo Diluvio Universal vino Julio, desnudo, pues el trueno lo había pillado fantaseando con Marimar. Se metió en la cama de su tía y se tapó la cabeza. Marimar estaba desnuda y aquella situación la superaba.

-¡No puedes estar aquí, Julio!

-Tengo miedo.

Se oyó un trueno que retumbó dentro del chalet. Julio se abrazó por detrás a su tía y se encontró con su cuerpo desnudo pegado por detrás al cuerpo desnudo de su tía. La polla, que la traía dura, se quiso clavar en el culo de Marimar como si fuese un rejón. Marimar salió de la cama como un tiro. Cogió la sábana, se tapó con ella y le dijo a su sobrino:

-¡Vuelve a tu habitación!

-Me moriría de miedo.

-No te creo. Hace años que te afeitas.

-Es un trauma que tengo.

-¿Y el trauma te la pone dura, sinvergüenza?

Marimar encendió la luz y vio a su sobrino. Estaba en posición fetal, con las manos tapando la polla y temblaba una cosa mala. Se oyó otro trueno y los temblores de Julio se acrecentaron.

Marimar no sabía qué hacer. No podía echar a su sobrino porque le podía dar un chungo, y tampoco lo podía dejar quedar después de haber abrazado su desnudez. De repente se le encendió la luz. Cogió una manta en el aramario, se la echó encima y le dijo:

-Tápate y no saques la cabeza hasta que yo te lo diga.

Julio se tapó. Marimar volvió al armario y cogiño un pijama con chaqueta a cuadros rojos y negros y pantalón negro, se lo puso y se metió en cama.

-Ya puedes sacar la cabeza de debajo de la manta.

Podía, pero no la quitó. Al rato, como no dejaba de temblar, le acarició la cabeza y le dijo:

-No le tengas miedo a los truenos, los peligrosos son los rayos y este chalet tiene para rayos.

La tormenta se fue yendo. Cada vez se oían más lejos los truenos y al final solo se sentía la lluvia picoteando en las ventanas y sobre el tejado de pizarra del chalet.

Julio sacó la cabeza de debajo de la manta, vio a su tía en pijama y le dijo:

-Perdona, tía, no sabía que dormías desnuda.

-¿Y tú cómo es que estás desnudo?

Le mintió.

-Es que a mi, cuando hay mucho calor, me gusta dormir desnudo.

-No las tengo todas conmigo. Voy a llamar a tu madre a ver si le tienes miedo a la tormenta, o si fue una excusa para meterte en mi cama.

-Llama.

La seguridad con la que le hablo Julio le hizo creer que sí, que le tenía miedo a los truenos.

-Mejor no la molesto.

-Puedes llamarla, no la molestarás, del internado ya la llamaron la primera vez que hubo tormenta y no se molestó.

-Sería perder el tiempo. ¿Y qué haces en el internado en una noche de truenos?

-Me meto en la cama de mi compañero de habitación.

Aquella respuesta llevó a Marimar a preguntar:

-Una pregunta que siempre rondó mi cabeza. ¿Los chicos del internado tenéis relaciones sexuales entre vosotros?

A Marimar se le bajó un poco la sábana, Julio, vio su canalillo y parte de las bellas tetas y rozó las palmas de las manos contra la cabeza de su polla.

-Hay algunos que son amigos íntmos.

-Entiendo.

-¿A ti te gustan las chicas, tita?

-No, pero... ¿Qué pregunta es esa?

-Como me has preguntado por las relaciones de los chicos...

-Se acabaron las preguntas. La tormenta se fue, regresa a tu habitación.

Se sintió un trueno lejano.

-No, que puede volver.

-Pues si vas dormir aquí, estate callado.

-¿Me dejas que te coja una mano, tita?

- ¿Para qué?

-Así me sentiré más seguro.

Le dio una mano, Julio se la cogió y con la otra agarró la polla y se masturbó, muy, muy, muy despacito para no hacer ruido. 

-Tu piel es muy suave.

-Te dije que estuvieras callado.

-Tía.

-¡¿Qué?!

Sin dejar de acariciarle la mano, le preguntó:

-¿Me dejas palpar tus tetas directamente?

-Sabía que acabarías pidiéndome algo así.

-¿Me dejas?

-No, y no insistas.

-No voy a insistir. Yo también sabía que me ibas a decir que no, porque no está al alcance de un paniaguado como yo poder acariciar las tetas de una chica de mi edad, como para poder acariciar las tetas de una mujer tan hermosa como tú.

-No digas eso, a tu alcance está cualquier cosa, Julio, si no te dejo acariciar mis tetas es porque soy tu tía. 

-Antes me dejaste.

-Sí, pero ahora estamos en cama y no es lo mismo.

-¿Por qué?

-Porque lo digo yo. Vamos a dormir.

Julio se quitó la manta de encima y se acurrucó detrás de su tía. Marimar sintió la polla dura chocar contra su culo. Encendió la luz de la lámpara de su mesilla de noche, se giró, le miró para la polla, y le dijo:

-¡¿Qué ha pasado para qué estés así?!

-Fue al pensar en tus tetas.

-Vaya, no sabía que mis tetas te excitaban tanto.

-Me excitan más de lo que te puedas imaginar.

Marimar sabía de sobras que esa noche acabaría follado con su sobrino si le decía lo que le iba a decir..., y se lo dijo:

-Vamos a acabar con esto, de lo contrario no voy a dormir en toda la noche. No te voy a dejar tocar mis tetas ni directa, ni indirectamente, pero te las voy a enseñar y te haces una paja mirando para ellas. ¿Vale?

-Vale, tita.

Marimar se sentó la cama. Se quitó la sábana de encima y le enseñó sus deliciosas tetas. Julio se sentó sobre la cama y entre sus piernas. La peló a toda mecha mirando para las tetas y como ya estaba bueno de ir, en menos e un minuto, se corrió. Al correrse un chorro de leche salió disparado e hizo blanco en la cabecera de la cama después de rozar una oreja de Marimar. El segundo y el tercero le cayeron en una teta, el cuarto y el quinto en una pierna, el sexto cayó sobre la cama y el resto de la leche cayó en la mano. Marimar estaba maravillada.

-Vaya, nunca había visto a una polla echar tanta leche.

Julio siguió mastunbándose, ahora con la polla bien engrasada con la eche.

-¡¿Qué haces?!

-La paja.

¡¿Pero tú cuántas veces te corres haciendo una paja?!

-Mínimo, tres.

-Eso serían tres pajas, y quedamos en una.

-No, tía, la paja es solo una.

Marimar se limpió con la sábana, limpió la leche de la cabecera de la cama, y después se volvió a tapar. 

-Pues dale, pero sin estímulo extra.

Limpiando de leche la mano de la polla, le dijo:

-Así no me va.

Marimar tenía unas ganas locas de echar un polvo, pero no quería descubrir su lado salvaje, así que le dijo:

-Ya se fue a tormenta y dejó de llover, regresa...

Julio la interrumpió y se le puso el polvo en bandeja, al decir:

-Enséñame a copular, tita.

El coño se le había mojado un poquito más al oír sus palabras, pero se siguió haciendo de rogar.

-No pidas imposibles, Julio, anda, se bueno y vete para tu habitación.

-Quisiera aprender a besar, a comer unas tetas, a comer un chocho y a comer un culo.

Aquellas palabras habían pilllado de improvisto a Marimar.

-¡¿Pero quién te dijo todo eso?!

-La prima Amalia.

Otra sorpresa que se llevaba.

-¡¿Y cuándo te lo dijo?!

-A mí no me lo dijo, se lo dijo a un chico con el que había estado. Yo salía de su casa y ella iba a entrar, estaba de espaldas a mí cuando se lo dijo.

-¿Qué le dijo exactamente?

-Vuelve cuando sepas comer mi boca, mis tetas, mi coño y mi culo.

-¿Y qué te dijo a ti cuando se dio la vuelta y te vio?

-"Una palabra a nadie de lo que acabas de oír y te la corto."

-Tiene malas pulgas.

- Sí. ¿Me enseñas?

Marimar empezó a entregar la cuchara.

-Sería una barbaridad, Julio, si alguien se llegase a enterar.

-Nadie va a venir en toda la noche y las paredes no hablan.

-Pero los jóvenes de tu edad necesitáis contar vuestras experiencia. 

-A mi tía jamás la pondría en un compromiso.

-Si ya me has puesto en un compromiso, bandido.

-¿Por qué?

-¿Por qué me has calentado?

-No se te nota. ¿Cómo se sabe si una mujer está caliente?

-Cuando hace una locura como la que voy a hacer yo.

-¿Qué vas a hacer, tía?

-Enseñarte a follar.

-Eres muy buena, tía.

-Prefiero que digas que estoy muy buena, se ajusta más a la realidad.

-No estás muy buena, estás de miedo.

-Miedo me da lo que voy a hacer, pero..., bésame. 

Le dio un beso de amigo, pero con entusiasmo, o sea, pico, pero morreando.

-Así no se besa.

Le dio un pico y luego, lentamente, le metió la lengua en la boca, la frotó con la de su sobrino y después le hizo virguerías con la lengua dentro de la boca.

-Ese beso no lo voy a olvidar mientra viva, tita. 

-Será un recuerdo caliente. Ahora te voy a enseña a jugar con unas tetas.

Le masajeó los pectorales, le lamió las mamilas y las areolas... 

-Ahora desabotona la chaqueta de mi pijama y hazme en las tetas lo que te he hecho en las tuyas.

Julio le magreó las tetas y le lamió y chupó los pezones y las areolas.

-¡Ouch! No aprietes tanto. 

Se las magreó con más suavidad.

-Así tampoco.

Se echó ella las manos a las tetas y se las magreó.

-Así es como se hace.

No tardó en pillarle el punto.

-Así, cariño, así, estás haciendo gozar a tu tía.

Tiempo después le cogió la polla y le dijo:

-Ahora te voy a enseñar a comer un coño. Se lame de abajó a arriba  -le lamió la polla desde la base al  frenillo-, y al llegar arriba se lame y se chupa.

Le lamió el frenillo y le chupó el glande y Julio se volvió a correr. El primer chorro le pegó en la campanilla y le dieron arcadas. Puso la lengua sobre el meato y sintió como la boca se le iba llenando de leche.

Al acabar de correrse Julio, Marimar, echó la leche en la palma de la mano y luego la limpió con la sábana.

-Quítame los pantalones del pijama.

Se los quitó, le vio el coño, y le dijo:

-No tiene pelos.

-Está rasurada. ¿Ves esto? -le señaló el clítoris.

-Si, eso es el clítoris, es un órgano que solo sirve para dar placer a las mujeres.

-¿Y tú cómo sabes eso?

-Viene en la wikipedia.

-Entonces no te tengo que decir dónde está la vagina.

-No, la tienes ahí, entre los labios de la vulva.

-Pues ataca, pero lentamente.

Lamió lentamente de abajo a arriba, se tragó los jugos del coño, que no eran pocos y después le lamió y chupó el clítoris.

-¡Para,para!

Julio se asustó.

-¡¿Te he hecho daño?

-No, es que me iba a correr y no quiero correrme tan rápido -se puso boca abajo-. azota mi culo y lame mi ojete mientras me das. 

-Plas, plas!

-¿Así?

-¡Más fuerte! Y lame.

¡¡Plassss,plassss!

-¿Así?

-Sí, y sigue lamiendo.

Le azotó el culo y lamió, hasta que le dijo:

-Ahora mete y saca la lengua de mi ojete.

-Le folló el ojete la lengua y le siguió dando.

-¡Para, para!

Paró. Marimar se puso boca arriba y le dijo:

-Ahora métela en mi coño y haz que me corra.

Se la metió y quien se corrió fue él. Mientras le llenaba el coño de leche, Marimar, lo agarró y lo movió encima de ella como si fuera un muñeco hasta que se corrió.

-¡Me corro, Julio, me corro! 

Al acabar de correrse, Julio, como la polla no se le bajaba ni a tiros, le quiso seguir follano el coño, pero Marimar le dijo:

-El culo, ahora fóllame el culo.

Marimar se puso a cutro patas, Julio le echó las manos a las tetas y le clavó el glande.

-¡Así, no! Sácala y vuelve a meterla despacito.

La sacó y luego se la fue clavando despacito hasta el fondo del culo, donde los huevos hicieron tope. Después le dijo Marimar:

-Aprieta mi vientre con las dos manos.

Las manos dejaron las tetas y de fueron al vientre y lo apartaron al tiempo que empezaba a sacar y a meter, a meter y a sacar.... Julio no tardó en llenarle el culo de leche a su tía.

-Ahora hunde mis tetas con tus manos, aprieta mis pezones con cuatro dedos y dame duro.

Le apretó los pezones y le dio a romper. En nada, Marimar, sintió como su sobrino le volvía a llenar el coño de leche. Acarició su clítoris con cuatro dedos y poco después se corrió. Le vino con tanta fuerza que fue como si le hubiesen dado una puñalada, ya que se derrumbó sobre la cama y estuvo como agonizando casi treinta segundos.

Tiempo después, Marimar, boca arriba, le miraba para la polla a su sobrino y le preguntaba.

-¿Esa cosa nunca se te baja?

-Si estoy excitado, no.

-Pues excitado o no te vas para tu habitación.

-Pero..

-No hay pero que valga, o te vas para tu habitación, o no me vuelves a follar.

Aquellas palabras le sonaron a música celestial.

-Ya me voy, tía, ya me voy.

                                     Jaime y José

Pasaba de las seis de la tarde cuando llegaron al chalet Jaime y José. Jaime era un  adolescente rubio, de complexión fuerte, de ojos azules, larguirucho y con un peinado que parecía el pájaro loco, José era otro adolescente alto y seco, pero siempre tenía una sonrisa en los labios. Les abrió la puerta Julio, que con aire chulesco, les dijo:

-¿Qué hay, losers?

Jaime lo miró con cara de tonto. Aquel no era su primo. Se lo habían cambiado. Entrando en el chalet, le preguntó:

-¿Te cayó anoche un rayo encima?

Julio había pasado de ser un apocado a ser un chulo de piscina.

-Desprendo luminosidad. ¿A qué si? 

José, con su eterna sonrisa en los labios, le dijo:

-Tomaras lo que tomaras, yo quiero un poco de eso.

Llegaron a la sala y allí se encontraron con Marimar, que acababa de llegar de comprar una revista, revista que tenía en las manos.

-Bienvenidos, chicos.

La saludaron los dos. Luego le dijo Jaime a Julio:

-¿Hoy a qué jugamos?

-Podíamos jugar al tute. ¿Juegas, tía?

-Yo me voy a dar una ducha, jugar vosotros, y sin ruidos.

Marimar se fue al baño y dejó el bolso encima del sillón.

Jaime, que era un atravesado, vio el bolso en el sillón, un bolso de esos grandes, de llevar colgados, y mientras lo abría, dijo:

-Siempre tuve curiosidad por saber que llevaba la tita en el bolso.

Julio, buscando las cartas en el cajón de un mueble, le dijo:

-Llevará lo mismo que tu madre.

Jaime abrió el bolso y fue enumerando cosas.

-Cartera, pintalabios, maquillaje, celular, un kit kat, unas medias, toallitas, un peine, un cepillo, desodorante, esmalte de uñas, y al abrir la cremallera lateral nos encontramos... ¡La ostia!

José estaba intrigado.

-¿Qué has visto?

Jaime agarró la polla de látex, la sacó del bolso y se la enseñó a sus primos.

José casi se cae de espaldas al ver aquel monstruo de látex.

-¡Mi madre! Si te meten una cosa de esas en el culo te dejan bizco de por vida.

A Julio no le gustó que descubrir que su tía usaba juguetes.

-¡Guarda eso! Es una mujer soltera y las mujeres solteras pueden hacer lo que les plazca.

-Lo sé, mi hermana también tiene una polla de esas, pero no ni la cuarta parte de esa cosa. Eso no le puede caber en el chocho.

-¡Qué lo guardes!

Devolvió la polla de látex al bolso y lo cerró.

Se fueron para la cocina y  allí, en la mesa, se pusieron a jugar al tute . Jaime, mientras daba cartas, les dijo:

-Mi madre también tiene uno de esos.

Julio le preguntó:

-¿Y tu padre lo sabe?

-Y yo qué sé.

Julio les reprochó lo que estaban haciendo.

-Andáis hurgando en las cosas de vuestras madres y de vuestras hermanas... ¿No os da vergüenza?

Jaime la había perdido.

-A mí, no. Oye, te veo muy crecido. ¿Donde va el Julio cohibido de la ultima vez que te vimos?

Julio sacó pecho.

-Lo mató un choho juguetón.

-¡¿A quién te has follado?!

-Soy un caballero.

Marimar iba del baño a su habitación. Estaba en el pasillo cuando oyó hablar a julio, puso la oreja y oyó decir a Jaime:

-Te cuento lo mío con mi hermana si me cuentas lo tuyo.

-No me interesa lo tuyo con tu hermana.

José no quería que se lo contara.

-Dejaros de cuentos y juguemos a las cartas.

Jaime le dijo a José:

-No iba a decir que la follamos los dos.

José casi se lo come.

-¡Ya lo has hecho, bocazas!

-Vaya, pues sí, lo he hecho.

Aquello le interesaba también a Julio porque Sonia, la hermana de Jaime. que estaba casada, era una morenaza, de estatura mediana, tirando a alta, que tenía los ojos negros, el cabello del color de los ojos y que le llegaba al culo, tenía las tetas grandes, un culazo, era preciosa y ya se había cascado unas cuantas pajas a su salud.

-Vale, cuenta y te cuento.

Dejó de dar cartas y comenzó a hablar.

-Te cuento. Todo comenzó hace casi tres meses. Había ido a su habitación a coger prestada una de esas revistas calientes que lee ella. Ya la había cogido cuando la oí decirle a mi madre:

-"¡Cuando llego temprano, porque llego temprano, cuando llego tarde, porque llego tarde. ¡Déjame en paz!"

-La voz venía del otro lado de la puerta. Solo me dio tempo a apagar la luz y meterme detrás de las cortinas de la ventana antes de que mi hermana llegase a la puerta de su habitación. Pues bien, llegó, entró, encendió la luz, cerró la puerta con llave y se desnudó, lo hizo más o menos a un metro de las cortinas y dándome la espalda. Yo la veía por la estrecha separación que había entre ella y...

Julio lo interrumpió, y le preguntó:

-¿Cómo tiene el culo tu hermana?

-Gordo.

-¿Y las tetas como son?

-Gordas.

-Pero las tetas tienen más cosas.

-Sí, pezones y areolas. ¿Para qué quieres saber cómo tiene los pezones y las areolas?

-¿Para que va a ser?

-Ya.

A Julio ya le tardaba saber como se había masturbado su prima.

-¿Qué hizo después, Jaime?

-Se echó boca arriba sobre la cama, se tocó los pezones con las yemas de dos dedos, luego estiró los pezones con cuatro dedos y dijo:

-"Puñetero inútil, siempre me deja con la miel en los labios."

-Agarró las tetas con las dos manos y las estrujó un rato, luego bajó una mano al coño pelado, y se tocó. Después vi como juntaba dos dedos, como los separaba y como la leche de su chochito iba de una yema a la otra sin despegarse. Se puso de lado, cogió las dos pollas, que iban a pilas, y se pasó una por los pezones y areolas de una teta y la otra polla por los pezones y areolas de la otra. Estaba con los ojos cerrados y gemía en bajito. Luego pasó las pollas eléctricas por los lados de las tetas, por el vientre, por el ombligo y acabó con una polla en la parte de arriba del chochito y la otra dentro de su coño.

Empalmado como estaba y con la lengua fuera como Jim Carrey en la máscara, eché las manos a las cortinas y me iba a por ella, pero me detuve al ver como tiraba al piso con la polla, que tenía en la parte de arriba y como su cuerpo se sacudía a lo loco. Luego vi como su chochito escupía la otra polla y los temblores fueron disminuyendo. Pensé que o la polla le diera una descarga, o estaba teniendo un orgasmo.

-Seguro que estaba teniendo un orgasmo.

-Estaba, porque cuando acabó de sacudirse le vi una cara de felicidad como nunca antes le había visto. En fin, que iba a esperar a que se quedara dormida para irme, pero al rato se fue a duchar. Yo me iba a mi habitación regresó a por no sé que, me pilló y ahí comenzó todo. Ahora cuenta con quien echaste el polvo ayer, Julio.

A Marimar se le puso el corazón un puño, pero Julio le dijo a su primo:

-No me has contado lo que hacéis con ella José y tú.

José no quería que hablasen de él.

-Que te cuente lo que hizo él con ella cuando lo pilló.

Jaime no le hizo a  su primo.

-Follarla por separado y al mismo tiempo.

-¡¿Cómo que al mismo tiempo?!

-Sí, al mismo tiempo, uno le da por el culo y el otro da por el coño. Ahora cuenta tú

-No hay nada que contar,lo de superar mi timidez ocurrió de repente. Deben ser las hormonas.

-O sea, que...

-Que te engañé para que me contaras lo de José y lo tuyo con tu hermana. 

-Eres un falso y un...

Lo cortó.

-No te hagas. Tenías ganas de contarlo. Esas cosas si no se cuentan es como si no hubieran sucedido, y me temo que vas a contar lo de la polla de la tita.

-Aunque lo contase nadie me iba a creer, esa no es una polla, es un monstruo. Contar las cartas para saber a quién le toca la próxima.

Marimar, al saber que le anduvieran en el bolso y vieran lo que no debían, se fue preocupada a su habitación.

Unos diez minutos más tarde, llegó Marimar a la cocina y les preguntó: 

-A ver. ¿Quién me anduvo en el bolso?

Jaime mintió como un bellaco.

-Nadie, tita.

-Alguien me anduvo en el boso. La polla que mi ex me mandó para reírse de mí y que guardo para darle con ella en la cabeza estaba al sentido contrario del que yo la había dejado, y además mis cosas estaban cambiadas de sitio. ¿Cuál de vosotros lo hizo?

Julio y José señalaron con el dedo a Jaime, que no se lo tomó nada bien.

-¡Traidores!

-¿Qué voy a hacer contigo, Jaime?

-Perdón, tía, no volverá a pasar.

-¿Qué diablos buscabas?

-Nada en particular, era simple curiosidad.

No me enrollo más. Jugaron, cenaron pizza, vieron la televisión y después se fueron a dormir cada uno en su habitación.

                             La noche de las noches

Cuando Julio creyó que sus primos se habían dormido, salió de su habitación y se metió en la de su tía, que tenía entreabierta la puerta y que luego de entrar la cerró. Marimar le dijo:

-No debías haber venido, con tus primos aquí es muy peligroso.

-Están dormidos.

No estaban y Jaime, que iba a la cocina a coger agua en la nevera, lo había visto entrar en la habitación de su tía y cerrar la puerta.

Julio se metió en la cama, y sin más dilación, la destapó, le quitó las bragas y fue a por su coño. Marinar, quitándose la camiseta negra de tirantes de algodón, le dijo:

-Abre mi coño con dos dedos, y esta vez, además de lamer de abajo a arriba y le lamer y chupar mi clítoris, lame los labios vaginales y fóllame el coño con la lengua como me follaste el culo ayer noche.

Marimar flexiono las rodillas y abrió las piernas de par en par. Julio, en la oscuridad, le abrió el coño con dos dedos, lamió los labios primero, después le follo el coño con la legua y luego lamió y chupó su clítoris. Marimar estaba gozando de la comida de coño cuando sintió dos bocas mamar sus tetas. Sobresaltada, encendió la lámpara de su mesilla de noche y vió a Jaime y a José a ambos lados de la cama, se incorporó y pensando que Julio la había engañado, se tapó con una sábana, y le dijo:

-¡Eres un malnacido!

Julio se enfureció.

-Los malnacidos son ellos. ¡¿Qué hacéis aquí?!

Jaime se le puso chulo.

-¿Es que la querías para ti solo?

-¡O te largas de aquí o le digo a tu padre que te follas a tu hermana!

-Si se lo dices no la podrás catar.

-No me interesa hacer un cuarteto.

-Y voy yo y me lo creo.

-¡Te largas de aquí, o canto, además de meterte dos hostias y darte por el culo!

José, antes de que le dijera nada a él se fue reculando hacia la puerta. Iba silbando y mirando para el techo.

Marimar, al ver a su sobrino haciéndose el longuis, casi le da la risa.

-Sois tres embusteros. Sé que estáis compinchados, -se puso seria- pero a mí a cabrona no me gana nadie, Julio. Voy a llamar a tu madre y decirle que me habéis querido violar.

-Pero eso es mentira.

-Si, pero me creerá.

Cogió el móvil en la mesilla de noche. Julio se lo quitó de la mano, le arrancó la sábana de encima y le tiró unas fotos.

-Si no queréis acabar mal hacerle cosquillas para quitarle fotos mientras se ríe.

Le quitó fotos sonriendo, llorando con la risa, le quitó fotos del coño, de las tetas, del culo, de frente, de espalda, de perfil y después hizo que las enviaba a su computadora.

-Ahora te vamos a follar los tres o tus fotos aparecerán en internet.

Marimar se agarró a un clavo ardiente.

-Detenlo, Julio.

El clavo ardiente, la abrasó.

-Le ibas a decir a mi madre que intenté violarte.

Marimar, al verse perdida, repitió:

-Sabía que estabais compinchados.

-Antes, no, pero ahora, sí.

Marimar se tuvo que entregar.

-En fin, si tiene que ser que sea, pero que sea con la luz apagada.

Apagó la luz y se encontró con una polla en la boca y con otra dos sobre los pezones. No sabía a quién pertenecía cada polla, lo que sabía era que sus sobrinos se estaban masturbado y que dos de ellos le frotaban la polla contra los pezones y las areolas y el otro se la frotaba en los labios. Marimar se puso de un cachondo subido, pero no abrió la boca... Al rato sintió la leche calentita caer sobre su teta izquierda, segundos después le cayó sobre la derecha y poco más tarde le cayó en los labios. A continuación Julio le pasó los slips de José por la boca y por las tetas y le limpio la leche. Julio les preguntó:

-¿Queréis saber cómo se juega con unas tetas ?

José le respondió:

-Ya sabemos.

-¿También sabéis comer un coño?

Le respondió Jaime.

-También, pero a ver cómo lo haces tú.

Vieron como le abría el coño con dos dedos y como le lamía los labios vaginales. Jaime le dijo:

-No es así, maestro de pacotilla.

-¿A no?

-No, aparta de ahí que te digo cómo se come un coño.

Julio se echó para un lado. Jaime se metió entre sus piernas, le metió dos dedos dentro de la vagina, le hizo el "ven aquí", le lamió el clítoris. Poco después, Marimar, soltaba un chorro de meo que le bañaba la cara. Julio se carcajeo y luego le dijo:

-¡Chúpate esa! Eso te pasa por ir de chulo!

Lo que no sabía Julio era que su tía se estaba corriendo como una cerda. Luego de limpiarle coño de jugos, le dijo Jaime a su primo:

-Chúpate esa,  tú, a mi me gusta que es meen en mi cara antes de correrse.

Julio le preguntó a Marimar:

-¿Te has corrido, tía?

-¡A ti que importa, vendido!

-¡Que no le dije nada de lo de anoche, caray!

-Y voy yo y me lo creo.

José le echó un cable a Julio.

-Es verdad lo que te dice, tia. Lo vio Jaime entrar en tu habitación, me lo dijo a mí, vinimos a ver y aquí estamos.

-Ya da lo mismo como fuera, ahora lo que quiero es acabar de una vez con este ultraje. ¿Qués lo próximo que me vais a hacer?

-No se.

Jaime si sabía lo que le iban a hacer

-Yo sí sé lo que te vamosa hacer, te vamos a hacer una doble clavada. Yo te la meteré en el culo y uno ellos te la meterá en el chocho.

A Marimar le encantó la idea, de hecho llevaba tiempo fantaseando con ella, pero le dijo:

-A ver si después de este suplicio os vais de mi habitación.

-Nos vamos si antes de hacerte la doble, nos chupas las pollas a los tres.

Aquella era otra fantasía que rondaba su cabeza.

-Si os la chupo, jurad que jamás vais a hablar de esto con nadie.

Se lo juraron. Marimar se arrodilló en la cama, Jaime, se puso delante de ella, Julio a su izquierda y José a la derecha. Le agarró las pollas a José y a Julio y se las comenzó a menear mientras se la mamaba a Jaime, luego fue mamndo y masturbando la polla que soltaba... Así anduvo, mamando de polla en polla hasta que se puso en pie. José le separó las nalgas y con la lengua le lamió y le follño el ojere. Jaime le lamió y le folló el coño con la suya. Julio le magreó las tetas y le comió la boca mientras su tía le meneaba la polla. Jaime le preguntó:

-¿Te está gustando, tía?

-Más de lo que esperaba.

Al rato le dijo Jaime:

-Ponte de perrita, tita.

Se puso a cuatro patas y Jaime se la clavo hasta lo más profundo del coño de una estocada y luego le dio duro. Julio y José le metieron las pollas en la boca y Marimar se las mamó... Al rato, Jaime, se la frotó  en el ojete, empujó y la polla fue entrando lentamente en el culo. Con toda dentro, le puso las manos al vientre, se echó hacia atrás y la llevó con él. Marimar quedó con las piernas separadas y el coño abierto. José le lamió el coño encharcado de jugos y Marimar, entre gemidos, le dijo a Julio:

-Magrea y come mis tetas.

Julio le comió las tetas como le había enseñado. Pasado un tiemo, Marimar, sintiendo como follaban su culo, como mgreaban y comían sus tetas y como comían su coño, se corrió en la boca de su sobrino entre violentos espasmos. José, después de haberse corrido Marimar en su boca, se la metió en el coño, despacio, pues al estar la otra polla dentro del culo, entraba apretadísima. José le dijo:

-Si te duele avisa, tía.

Como no le dijo nada se la siguió metiendo. Al llegar al fondo del coño se corrió, pero el muelle era nuevo y nada más acabar de correrse, empezó la follada, mejor dicho, empezaron a follarla, lento al principio y luego acelerando poco a poco, lo que llevó a que acabasen llenándole el coño de leche.

 La habían dejado a punto de caramelo. Con un poco de polla  ya explotaría.

Al quitarse José de encima de ella y quitar a Jaime de debajo, Julio, se echó boca arriba sobre lacama,estirómlos brazos y le dijo:

-Ven.

Julio le había dicho que fuera para que se echara su lado y follarla, pero Marimar subió encima de él, le agarró la polla, la puso en la entrada de la vagina, dejó caer el culo y la polla entró hasta el fondo del coño. Se estiró, le dio las tetas a mamar y lo folló en busca de su orgasmo. No tardó en sentir que le venía.

-Ahi viene, ahi viene...

 Julio se corrió dentro de su coño, José aprovechó para meterle la cabeza de la polla en el culo y Marimar se corrió.

-¡Me corro!

Al correrse se quitó de encima de Julio, lo que hizo que la polla de José le saliera del coño.

Los tres estaba mirando como se corría en posición fetal cuando sintieron un portazo en el piso d abajo y luego la voz del padre de Julio:

-¡¿Si te vistes como una puta como no te van a preguntar cuanto cobras?!

La voz de la madre la oyeron en un tono más bajo.

-No iba tan ligera de ropo.

-¡¿No ibas tan ligera de ropa y al mirarte el escote se te veía elcoño?!

-Exagerado.

En fin, que se había acabado la fiesta.

Quique.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El relato fue modificado hace 1 año por José

   
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