Incesto tras incest...
 
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Incesto tras incesto 3

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José
(@quique)
Miembro Erótico Autor
Registrado: hace 4 años
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                                      Greta y Rosa

Greta había ido con sus padres y con su hermano a la boda de su prima Rosa. Los padres dormían en la casa de sus abuelos, su hermano dormía en la habitación de los padres de Rosa, y ella iba a dormir con su prima en una cama de matrimonio. Greta y Rosa se quitaron las ropas y la pusieron encima de dos sillas, luego, en bragas, Greta se puso una combinación de color negro, con asas, que le daba por encima de las rodillas. Rosa se desnudó del todo, se metió en cama y se tapó con una sábana blanca de franela. Greta, extrañada, le preguntó:

-¡¿Vas a dormir así?!

-Sí, yo en verano siempre duermo desnuda.

Greta se metió en la cama.

Rosa, de lado, mirándole a los ojos y tocándole con un dedo en los labios, le dijo:

-Eres preciosa.

Greta, sabiendo que su prima estaba desnuda, se puso nerviosa.

-Soy la misma de siempre.

Le acarició el cabello.

-No, la última vez que te vi no eras tan bonita. ¿Tienes novio?

-Novio, no tengo, tengo pretendientes.

-Muchos, supongo.

-Ni tantos, pero ahí andamos.

Rosa se puso boca arriba y colocó las manos en la nuca.

-Yo he tenido muchos pretendientes y algunas amigas íntimas, pero mañana se acaba mi vida disoluta y comienza otra muy distinta.

-¿Qué quieres decir con lo de disoluta?

-Libertina, de conducta desordenada.

-A ver, cuando dijiste amigas íntimas. ¿Cómo de íntimas eran?

-Eran amigas con las que follaba. Con ellas tuve las corridas más espectaculares.

Greta se sentó en la cama.

-¡Y me dices eso estando yo en una cama en bragas y combinación y tu desnuda!

-Me has preguntado y te he respondido.

-Con la idea de seguir seduciéndome.

-No puedo negar lo evidente. 

-Te vas a casar mañana y esta noche quieres serle infiel a tu casi marido. No tienes vergüenza.

Rosa quitó las manos de la nuca y su tono de voz cambió.

-Mi matrimonio será de conveniencia. 

No la creyó.

-¡No me digas!

-Sí te digo. Él se casa para tenerme y yo para que mis padres salgan de la cárcel, mañana mismo.

Ahora sí que la creyó.

-Eso es una putada.

-Y de las gordas.

Se sentó a su lado, con las tetas al aire le pasó la mano por el cabello y le dio un pico en los labios. A Greta le salieron los colores.

-¿Por qué has hecho eso?

-Porque me gustas.

Le magreó una teta. Greta le retiró la mano.

-Estate quieta.

Le magreó la otra teta y le dio otro pico.

-Deja que te haga feliz.

Le dio un empujón.

-¿Qué me quieres hacer?

Rosa se echó hacia atrás a su prima, la sujetó por los brazos y le dijo:

-Quiero conocer el sabor de tu lengua. Quiero conocer el sabor de tus tetas y el de tu coño. Quiero conocer el sabor de tu corrida y quiero ver tus labios manchados con la mía.

-Y yo lo quiero es dormir.

Le dio un tercer pico.

-¿No sientes curiosidad por saber como es echar un polvo con otra mujer?

-Ninguna, suéltame.

-¿Qué te cuesta quitar la combinación y las bragas y dejarte? 

-Me cuesta perder mi honradez. ¿Vas a forzarme? 

-Nunca haría tal cosa.

-Entonces suéltame y vamos a dormir.

Le soltó las manos. Greta se puso boca arriba y cerró los ojos. Rosa, que era morena, delgada, de ojos negros, cabello marrón y largo y algo más alta que su prima, se quitó la sábana de encima, y su cuerpo quedó al aire, un cuerpo con cintura fina, anchas caderas, largas piernas, tetas gordas con areolas marrones y gordos pezones y un coño extremadamente peludo.

-No me queda otra que...

-Que dormir, duerme.

Rosa no iba a dormir. Se mojó dos dedos en la boca y con las yemas acarició los pezones. Greta entreabrió los ojos, giró la cabeza y la vio jugar con los pezones, la vio amasar las tetas y después vio como las magreaba con su mano izquierda y como con dos dedos de la mano derecha se acariciaba el coño. Su coño, que ya estaba mojado, se empezó a mojar más y más... Encharcado lo tenía cuando los dedos de la mano de Rosa comenzaron a chapotear dentro del coño. Le dio la espalda a su prima. Tenía unas ganas locas de tocarse, pero no se atrevió.

Rosa le levantó el camisón, le metió la mano dentro de las bragas, la deslizó por la raja del culo y acabó metiéndole el dedo medio dentro del coño. Greta, sin moverse, le dijo:

-Estate quieta.

Le besó la espalda, echó la otra mano a las tetas, se las magreó y siguió follándole el coño con el dedo.

Greta se puso boca arriba y le dijo:

-No quiero hacerlo contigo.

-No mientas, estás empapada.

Rosa le pasó la lengua ente los labios. Greta no abrió la boca.

-No me gusta lo que me estás haciendo.

Le metió dos dedos dentro del coño y la masturbó mientras intentaba comerle la boca. Al rato, y a punto de explotar, le dijo:

-No sigas, Rosa, no sigas.

No siguió. Le quitó los dedos del coño, los chupó, le separó las piernas y le preguntó:

-¿Quieres correrte con mis dedos o con mi lengua?

-No quiero correrme.

-Deja de mentir de una vez. ¿Con qué quieres que te la quite?

-Con la lengua.

Le quitó las bragas sin que ofreciera resistencia. Metió la cabeza entre sus piernas, le echó las manos a Las tetas por dentro de La combinación, y magreándolas, le lamió el coño de abajo a arriba un par de veces.

-¿Te gusta así?

-Sí.

Le enterró la legua en el coño, la sacó y le preguntó:

-¿Y así?

-Así, aún me gusta más.

Le lamió el clítoris varias veces.

-Así, si sigues, me corro.

Siguió lamiendo y Greta se corrió en la boca de su prima entre escandalosos gemidos.

Luego de correrse, le preguntó:

-¿Contenta de haber vencido mi voluntad?

Rosa lamió su coño de nuevo y después la besó con la legua y los labios pringados de jugos.

-Yo sí. ¿Y tú estás contenta de que te la haya vencido? 

Greta quería más y ya se dejó de tonterías.

-Bueno, la verdad es que sí. Nunca pensé que se podría disfrutar tanto con otra mujer.

-¿Tanto como para hacerme gozar tú a mí?

Greta ya sonreía, cuando le dijo:

-Quieres ver mis labios manchados con tu corrida, cochina.

-Quiero.

Greta se quitó el camisón, se arrodilló entre las piernas de Rosa y le besó y le chupó el cuello, por un lado, y por el otro, le lamió las orejas y después fue a por su boca y le metió un morreo que le dejó el coño latiendo. Después le magreó y le comió las tetas con sutileza, al principio, ya que se fue calentando, se fue calentando y acabó devorándoselas. Cuando le fue a comer el coño vio que lo tenía empapado.

-¡Estás chorreando!

-¿Tú, no?

-Yo también, pero no me lo veo.

-Deja que te lo vea yo.

Le puso el coño delante de la cara.

-Está encharcado. Date la vuelta y ponme el culo en la boca.

Hizo lo que le había dicho. Rosa le lamió el ojete, le metió el dedo pulgar de su mano derecha dentro de la vagina y comenzó a follarle el coño.

-¡¿Qué haces?!

-¿No te va?

-¡Me encanta! Y me voy a...  ¡Ahhhhhh!

Greta se corrió como una perra.

Nada más acabar de correrse, Rosa, la quitó de encima, le puso el coño en la boca, se frotó contra su nariz y se corrió en su cara.

Al acabar de correrse, la miró y le dijo:

-Ojalá fueras tú con la que me casara mañana.

 

                          Un par de años antes

Eduardo, con los ojos y los labios pintados, caminaba por su habitación con unos zapatos negros de tacón de aguja y unas braguitas blancas que eran de su hermana. Greta, que venía de estar con unas amigas, al verlo, le dijo:

-Esas braguitas son nuevas y me las estás estirando.

Eduardo gesticuló y movió las manos como una maricona.

-¡Ay como eres, cariño! Las bragas dan de sí y luego vuelven a su estado normal, lo mismo que un culo.

-Si te oyese mamá...

-Mamá bastante tiene con quitarse la calentura como puede.

Contoneándose fue junto a su hermana y luego le tocó el culo.

-¡Qué duro lo tienes! ¿Cuándo me vas a dejar que te lo folle con mi lengua?

-Cuando los burros vuelen. Dame la revista playgirl que te presté.

Le magreó una teta.

-¿Cuándo me vas a dejar comer tus tetas?

Le dio un golpe en la mano.

-¡¿Cuántas veces me has dicho la misma mierda?!

-¿Veinte veces?

Le volvió a magrear la teta.

-¡Quita!

Quitó la mano.

-¡Ay, me has lesionado de por vida, bruta!

-Dame mi playgirl, cuentista. 

-¿Te vas a hacer un dedito?

Greta ya se estaba cansando.

-¡Voy a hacer lo que me salga del coño!

-Del coñito te van a salir juguitos cuando te la meta en el culito.

-¡Qué me des mi revista, coño!

-No te pongas así, cielo, ya te doy tu revista.

Cogió la revista playgirl en un cajón de su mesilla de noche y se la dio. Greta le preguntó:

-¡¿No la mancharías?!

-No sé cómo me preguntas eso, sabes que soy muy limpia. 

-Sí, eres limpio, como un cerdo.

Cogió la revista y se fue.

A unos diez o doce minutos de haber hablado con su hermana, fue a su habitación con la idea de encontrarla con las manos en la masa, y la encontró. Greta estaba desnuda, de rodillas sobre su cama, con el culo hacia la puerta, Eduardo vio como dos dedos de la mano de su hermana le entraban y le salían del coño. Fue hasta la cama y le lamió el ojete. Greta, que tenía un lado de la cara sobre la cama, se enderezó como impulsada por un muelle y luego se dio la vuelta.

-¡Serás cerdo!

-Deja que te coma el culo mientras te haces el dedo.

Lo miró con cara de pocos amigos.

-¡Devuélveme mis zapatos y mis bragas y vete de mi habitación!

Se quitó los zapatos y las bragas.

-Ahí los tienes, mal encarada.

-Ahora vete.

Eduardo se arrodilló sobre la cama, y con la polla tiesa, gateó hacia su hermana.

-¡Ni lo pienses!

Greta quiso salir de la cama, pero la cogió por la cintura, le levantó el culo y le lamió el ojete.

-¡Suéltame, maricón!

No la iba a soltar. Le lamió y le folló el ojete. A Greta le empezó a gustar, pero seguía pataleando.

-Eres un desgraciado.

Eduardo la puso boca arriba, se sentó sobre su hermana y le puso la polla en la boca.

-Chupa.

-¡Ni muerta!

Le frotó la polla en los labios, polla que estaba mojada con aguadilla.

-Vas a chupar, quieras o no quieras.

Greta sabía que los maricones se pegaban un tiro antes de comer un coño, así que para evitar la mamada, le dijo:

-Vale, te la chupo, pero antes me chupas tú a mí el coño.

-Jura que me vas a chupar la polla.

-Te lo juro. 

Sin querer se encontró con la lengua de su hermano subiendo y bajando por su coño, y lo "malo" de la cosa es que le estaba gustando.

-¿Eres bisexual, Eduardo?

-Debo serlo, porque me está gustando lo que estoy haciendo. ¿A ti te gusta lo que te hago?

-Me voy a correr en tu boca. ¿Responde eso a tu pregunta?

Eduardo dejó de lamer, se arrodilló entre sus piernas, la levantó cogiéndola por la cintura y le puso la polla en el ojete.

-¡En el culo, no, en el culo, no, que me lo rompes!

Le puso la polla en la entrada de la vagina.

-¡En el coño no me la metas que puedo quedar preñada!

Se la clavó en el coño, de un viaje, pero lentamente. Al tenerla toda dentro, le dijo:

-Muévete y córrete que yo aún no me voy a correr.

Greta, con la polla enterrada en su coño, movió el culo de abajo a arriba, de arriba a abajo y alrededor y frotó su clítoris contra el cuerpo de su hermano hasta que se corrió en su polla.

Cuando sacó la polla la tenía pringada con los jugos de la corrida, así de sucia se la llevó a la boca y Greta se la mamó, no porque hubiera jurado que lo haría, sino porque le apetecía. Al rato, Eduardo, se corrió en la boca de su hermana y Geta conoció el sabor del semen.

 Al acabar de descargar, le preguntó:

-¿Te gustó mi leche?

-No mucho.

-A mí tampoco me gusta mucho.

Se hizo la escandalizada.

-¡¿Es que bebes tu leche?

-No, pero la pruebo. ¿Tú no pruebas tus jugos?

-No debí preguntar.

-Yo sí tengo que preguntar. ¿Me dejas que te coma el culo y que te lo folle?

-Comerlo, sí, pero follarlo... Dicen que duele mucho.

-Con el masaje del abuelo no te va a doler.

-¿Del abuelo de quién?

-Le dicen así... El masaje del abuelo.

-¿Y tú sabes darlo?

-Vi hacerlo.

-Pues hazlo.

-Ahora vuelvo.

Eduardo fue a la cocina y regresó con una botella de aceite de oliva. Greta le dijo:

-La cama va a quedar perdida.

-Te lo puedo dar en la mesa de la cocina.

-Se sentiría muy dura. Mejor aquí, luego cambio la cama.  ¿Cómo me pongo?

-Flexiona las rodillas y abre las piernas.

Geta hizo lo que le había dicho y cerró los ojos. Eduardo, le echó aceite en el vientre, y se lo masajeó bien masajeado. Luego le echó aceite sobre las tetas y le dio un masaje-magreo que le dejó los pezones tiesos. Después le masajeó el cuello, los hombros, el vientre, las costillas, las caderas, el vientre y las tetas otra vez.Luego le separó las piernas y le echo aceite sobre ellas. Le masajeó los muslos y el coño. Greta comenzó a gemir. Las palmas y los dedos de las manos subieron y bajaron masajeando desde el coño a las tetas y de las tetas al coño, luego pararon. Dos dedos de una mano entraron dentro de su coño y comenzaron a masturbarla y la otra mano masajeó sus tetas. Greta abrió los ojos y miró para su hermano, Eduardo aceleró el mete y saca. Greta subió y bajó la pelvis, arqueó su cuerpo y se vino como una loba.

-¡Me corro, Eduardo, me corro!

Aún tiraba del aliento cuando le dijo:

-Ponte boca abajo.

Le echó aceite en la espalda y durante un rato masajeó desde el cuello hasta las nalgas. Luego le separó las piernas y le masajeó las piernas y las nalgas. Poco después, le dijo:

-Ahora viene lo bueno.

 Empezó metiéndole un dedo y moviéndolo alrededor, luego dos dedos, y después tres. Al quitar los tres dedos le metió el dedo pulgar en el coño. Greta apretó el culo y de su garganta salió un sensual gemido. Quitó el dedo, se arrodilló entre sus piernas, echó aceite en la polla, le levantó el culo y le metió el glande lentamente. Greta echó el culo hacia atrás y metió toda la polla dentro, y no paró ahí, porque lo siguió follando con el culo. 

Eduardo, cuando sintió que se iba a correr, le metió dos dedos dentro del coño y se lo folló con ellos. Al ratito se corrían juntos.

Y hasta aquí hemos llegado, porque este relato se ha acabado.

Quique.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


   
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